La propagación de ‘narcotanques’ revela el nivel de violencia de los cárteles en México

Piezas de un vehículo blindado destruido. Ensamblar estas camionetas puede tomar de 60 a 70 días. (Daniel Berehulak/The New York Times)
Piezas de un vehículo blindado destruido. Ensamblar estas camionetas puede tomar de 60 a 70 días. (Daniel Berehulak/The New York Times)

Los grupos del crimen organizado están modificando camionetas con torretas armadas, refuerzos de acero y arietes, llevando el concepto de los camiones monstruo a nuevos niveles de letalidad.

En Estados Unidos, algunos dueños de camionetas disfrutan modificando sus vehículos con llantas gigantes, juegos de suspensión de alta resistencia y sistemas de escape que expulsan humo, convirtiéndolos en los camiones monstruo, o monster trucks, que acechan eventos organizados como carreras de demolición y las carreras en lodo.

En México, los cárteles de la droga están llevando el concepto de los camiones monstruo a otro nivel aterrador. Están modificando camionetas populares con arietes, placas de acero de 10 centímetros de grosor soldadas a sus chasis y torretas para disparar ametralladoras.

Algunas de las organizaciones criminales más temidas de México, como el Cártel de Jalisco Nueva Generación, están utilizando este tipo de vehículos en intensos enfrentamientos armados con la policía. Otras organizaciones, como el Cártel del Golfo y el Cártel del Noreste, utilizan los camiones blindados para enfrentarse entre ellos.

Las fuerzas de seguridad mexicanas llaman a estos vehículos “monstruos”, pero también son conocidos como “rinocerontes” y “narcotanques”. Los cárteles marcan el exterior de estos vehículos con sus iniciales o con los patrones de camuflaje más recientes, lo que en ocasiones hace que sea difícil distinguirlos de vehículos militares oficiales.

Un vehículo blindado destruido que había sido utilizado por el Cártel de Jalisco Nueva Generación, una poderosa organización criminal mexicana, en el estado occidental de Michoacán. (Daniel Berehulak/The New York Times)
Un vehículo blindado destruido que había sido utilizado por el Cártel de Jalisco Nueva Generación, una poderosa organización criminal mexicana, en el estado occidental de Michoacán. (Daniel Berehulak/The New York Times)

Los ostentosos interiores de las camionetas más grandes cuentan con asientos delanteros con una variedad de botones y luces similar al de una cabina de mando, asientos de metal desde donde los hombres armados pueden apoyar sus rifles a través de agujeros y, en el medio, una escotilla similar a la de un tanque.

A medida que más camionetas han ido apareciendo por las calles de las ciudades y pueblos violentos de México, los vehículos son un prisma para ver la evolución de la sangrienta guerra contra el narcotráfico del país, ya sea por el temor que causa la capacidad de los cárteles de superar los esfuerzos de las autoridades para imponer orden o por el sombrío reconocimiento del espíritu post-apocalíptico tipo Mad Max de los vehículos.

La propagación de estos monstruos es otra evidencia de que los cárteles harán lo que sea “para tratar de imponer por medios violentos su dominio contra grupos adversarios y contra la autoridad”, dijo Jorge Septién, un experto en balística y armamento radicado en Ciudad de México.

También dejan en evidencia los esfuerzos inconstantes del país contra los brutales grupos criminales que operan con aparente impunidad en muchas partes de México.

Las camionetas blindadas son unas de las optimizaciones más visibles e intimidantes del arsenal mortal a disposición de los cárteles más poderosos de México, según Romain Le Cour, un analista de seguridad.

Entre las otras armas se encuentran fusiles de francotirador Barrett calibre .50 que pueden penetrar acero, lanzacohetes y granadas propulsadas por cohete capaces de derribar helicópteros militares, drones equipados con explosivos a control remoto y minas antivehículos de carretera, utilizadas en un ataque el mes pasado en Jalisco que acabó con la vida de seis personas.

“Los monstruos son la manera de enviar el mensaje: ‘Soy el que manda, y quiero que todos vean que yo soy el que manda’”, dijo Le Cour, experto de alto nivel de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, con sede en Suiza. “Estos son grupos comando que buscan replicar a las fuerzas especiales en cuanto a la forma en que están armados, cómo están entrenados, cómo lucen”.

Aunque se cree que este tipo de camionetas surgieron en México hace poco más de una década, parecieran estar multiplicándose y volviéndose más sofisticadas, de forma muy parecida a la manera en la que los narcosubmarinos construidos por las organizaciones criminales para transportar drogas han sido adaptados para evadir la captura.

La progresión de los narcotanques se ha venido realizando tras el flujo de soldados de élite hacia los cárteles, comenzando con el reclutamiento, en la década de 1990, de fuerzas especiales del ejército mexicano a una operación paramilitar que se terminó convirtiendo en el Cártel de Los Zetas.

Desde las armas que utilizan hasta los vehículos que conducen, la participación de miembros de unidades especializadas militares en las organizaciones criminales ha llevado a estos grupos a emular y competir con las fuerzas de élite del país.

La incautación de camiones blindados ayuda a arrojar luz sobre las regiones donde las operaciones de los cárteles están floreciendo o resurgiendo, como en los estados de Michoacán y Jalisco, en la costa del Pacífico de México o a lo largo de la frontera con Estados Unidos.

En junio, la Fiscalía General de la República en el estado de Tamaulipas, en la frontera con Texas, anunció que había capturado y destruido 14 camiones monstruo, tras la destrucción de otros 11 vehículos similares en febrero.

En una declaración el año pasado, la fiscalía de Tamaulipas dijo que los vehículos modificados “representan un peligro para la seguridad de la comunidad”, los cuales los grupos criminales usan a menudo para proteger sus actividades ilegales, sobre todo cerca de la frontera.

Solo en Tamaulipas, más de 260 camionetas blindadas han sido destruidas por las autoridades desde 2019. Proporcionar una cifra a nivel nacional es complicado, ya que diferentes agencias estatales y federales las confiscan y destruyen.

El ensamblaje de estos vehículos, que por lo general se realiza en talleres rurales, se apoya en las conocidas habilidades de los mecánicos de los cárteles, quienes durante mucho tiempo se han enfocado en modificar automóviles para contrabandear cargas ocultas de drogas a través de las fronteras.

Blindar una camioneta con lo básico, como placas de acero, toma de 60 a 70 días, requiere del trabajo de cinco a seis soldadores y mecánicos y cuesta aproximadamente dos millones de pesos, alrededor de 117.000 dólares, según expertos en seguridad. (Elementos adicionales como torretas, neumáticos a prueba de balas y arietes aumentarán el costo).

Si bien blindar un vehículo sin autorización es un delito punible con hasta 15 años de prisión, la ley ha hecho poco para mellar su robusta producción.

En Small Wars Journal, una publicación estadounidense enfocada en conflictos interestatales, un análisis aseveró que “este tipo de vehículos blindados superan por mucho los armamentos estándar de la policía mexicana”.

Los camiones monstruo suelen ser ensamblados a partir de camionetas estándar, pero el análisis señaló el uso por parte de los cárteles de “variantes de camiones de volteo” fuertemente blindados, los cuales son inmunes a todas las armas excepto las de tipo antivehículos que poseen las fuerzas armadas mexicanas.

Por lo general, los camiones monstruo se construyen a partir de vehículos populares como la Ford Lobo (el equivalente a la Ford F-150 en Estados Unidos) o la Ford Raptor. Pero los grupos criminales también usan vehículos todoterreno ligeros más conocidos por proliferar en los grandes almacenes de los suburbios, como la voluminosa Chevrolet Tahoe, así como camiones de plataforma más grandes, remolques volquete o camiones pesados “dobles” con dos ruedas traseras a cada lado.

En lo que sin duda subraya la carrera armamentista entre los cárteles y las fuerzas armadas de México, algunos soldados mexicanos ahora llevan lanzacohetes portátiles capaces de destruir camionetas blindadas.

Estas camionetas cobraron protagonismo en 2020, cuando un video en las redes sociales mostró al líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera Cervantes —uno de los hombres más buscados en México y Estados Unidos— exhibiendo su ejército privado en la frontera entre los estados de Michoacán y Guanajuato.

La demostración de fuerza incluyó varios camiones monstruo, así como hombres armados con uniformes camuflados, con el rostro oculto detrás de pasamontañas, disparando armas al aire mientras proclamaban su lealtad a Oseguera Cervantes.

Desde entonces, las camionetas han llegado al imaginario público. Un video capturado por un dron de un ataque realizado por el Cártel de Jalisco Nueva Generación con los narcotanques contra oficiales de la policía y residentes locales, fue transmitido en televisión nacional en 2021.

A pesar de su aterradora reputación, las camionetas tienen algunos defectos. A diferencia de las camionetas rápidas y ágiles Toyota Hilux con ametralladoras montadas utilizadas por los grupos armados en muchas partes del mundo, los narcotanques repletos de placas de acero pueden ser lentos y difíciles de maniobrar, especialmente en entornos urbanos.

“Son muy lentos, son muy pesados”, dijo Alexei Chévez, analista de seguridad radicado en Cuernavaca, México. Además, el reacondicionamiento de los vehículos se traduce en que algunas partes fallen. “Por eso vemos que constantemente se averían y los abandonan”, afirmó Chévez.

Aun así, su importancia estratégica y simbólica resuena en un país que ha sido testigo de años de violencia atroz perpetrada por grupos criminales. Los narcotanques a menudo aparecen en TikTok y otras redes sociales, acompañados de canciones de narco rap o baladas folclóricas que ensalzan las hazañas de los cárteles.

“Tiene que ver con un simbolismo de estatus”, afirmó Septién. “Los primeros que vimos eran prácticamente cortados y soldados con soplete de manera muy burda”.

Por estos días, añadió, “los ves a lo lejos y pareciera un carro militar”.

Simon Romero es corresponsal nacional y cubre el suroeste de Estados Unidos. Ha sido jefe de las corresponsalías del Times en Brasil, los Andes y corresponsal internacional de energía. Más de Simon Romero.

Emiliano Rodríguez Mega es reportero-investigador del Times radicado en Ciudad de México. Cubre México, Centroamérica y el Caribe. Más sobre Emiliano Rodríguez Mega

c. 2023 The New York Times Company

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