De la prohibición a la convivencia: estos son los siete puntos esenciales para usar de un modo ético la IA en la universidad
Desde noviembre de 2022, cuando el Chat GPT irrumpió de forma masiva en la sociedad, todos los niveles educativos se vieron revolucionados por la nueva tecnología. Y el nivel superior no fue la excepción. La primera reacción de algunas universidades fue la prohibición, pero hoy pareciera haber una mirada común enfocada en aprender a usar la inteligencia artificial correctamente para integrarla a la vida académica.
Así, más de 140 organizaciones de educación superior, administradores, investigadores y profesores de 48 países lanzaron una Guía para estudiantes sobre cómo desenvolverse en la universidad en la era de la inteligencia artificial. El trabajo, coordinado por la Universidad de Elon, en Carolina del Norte, Estados Unidos, y adaptado en la Argentina por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), establece siete principios esenciales para orientar la utilización de IA en las aulas universitarias. Estos son:
Conocé y seguí las reglas de tu institución: tu institución y profesores han establecido políticas y expectativas de IA diseñadas para optimizar tu aprendizaje y crecimiento. Comprendé estas políticas y tené en cuenta que pueden cambiar con el tiempo. Si no estás seguro, consultá.
Aprendé sobre la IA: el éxito profesional y personal futuro de todos se verá influenciado por los sistemas de IA. Aprendé cómo funcionan. Comprendé sus fortalezas y debilidades. Hacé preguntas, sé curioso, probá cosas nuevas, compartí lo que sabés y aprendé de los demás.
Hacé lo correcto: aprendé a usar la IA de forma ética. Asegurate de que el trabajo que envíes sea realmente tuyo. Citá adecuadamente cómo utilizás el contenido generado por IA. Profundizá tus habilidades de pensamiento crítico y tu capacidad para evaluar el contenido generado por IA y detectar información errónea, sesgos e imágenes, videos y audios falsos.
Pensá más allá: la IA reúne conocimientos de todas las disciplinas. Desarrollá una mentalidad multidisciplinaria y explorá temas de una amplia gama de materias. Desarrollá habilidades en el uso, análisis y comunicación de datos y considerá obtener certificaciones relacionadas con IA.
Aprendé permanentemente: estamos apenas al comienzo de la revolución de la IA. Continuamente surgirán nuevas herramientas y usos de la IA. Mantenete siempre atento a lo que viene. Trabajá en colaboración con tus compañeros y profesores. Adoptá una mentalidad de aprendizaje continuo.
Priorizá la privacidad y la seguridad: recordá que los sistemas de IA no son privados; vos tenés un control limitado o nulo sobre cómo se utilizarán tus datos. Utilizá únicamente plataformas de confianza, comprendé los términos del servicio y compartí la menor cantidad posible de información tuya o de los demás.
Cultivá tus capacidades humanas: profundizá tu empatía y tus habilidades sociales. Concentrate en construir relaciones sólidas y prosperar en el mundo no digital. Ejercitá tu creatividad sin aplicaciones. Mantené tus talentos humanos únicos en forma en un entorno lleno de interacciones de IA.
Principios esenciales
“Esta guía busca dar pautas genéricas que puedan aplicarse en todas las universidades y sintetizar no tanto el cómo se utilizan las distintas IA, sino los elementos a tener en cuenta a la hora de utilizarlas”, dijo Gustavo Adamovsky, profesor y decano de la UCES.
Silvia Andreoli, directora del Centro de Innovaciones en Tecnología y Pedagogía (Citep) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sostuvo que en las investigaciones que llevó a cabo el organismo se revela que tanto los docentes como los estudiantes no solo manifiestan un creciente interés en el uso de aplicaciones de Inteligencia Artificial Generativa (IAGen), sino que ya las utilizan habitualmente en sus trabajos.
Sin embargo, advirtió, estamos ante un fenómeno “complejo y relacional” que no se limita al mero uso de la tecnología.
“Esta adopción también viene acompañada de inquietudes y de una profunda reflexión. Los docentes no solo identifican potencialidades, sino que también reconocen el valor de la mediación y la necesidad de guiar el proceso de aprendizaje. Lo que estamos presenciando es una búsqueda colectiva de cómo integrar la IAGen de manera ética, responsable, creativa y pedagógicamente significativa en la educación superior”, dijo Andreoli.
En ese sentido, la especialista identificó seis principios esenciales para el uso de IAGen en la universidad:
Dimensión ética y transparencia: generar oportunidades para que tanto estudiantes como docentes reflexionen sobre los posibles sesgos de los algoritmos, la privacidad de los datos y los riesgos de la automatización.
Colaboración y expansión al usar la IAGen: pensar la sinergía en el diseño de la enseñanza y los procesos de aprendizaje de los estudiantes.
Integridad académica: reflexionar sobre el plagio y el uso indebido de la IA, garantizando que las herramientas se utilicen para potenciar el aprendizaje, no para evadirlo.
Capacitación continua y alfabetización digital: recibir información continua sobre cómo usar la IA de manera informada, crítica y creativa.
Equidad y accesibilidad: implementar la IA de de forma que no amplifique las brechas educativas existentes, asegurando que todos los estudiantes puedan acceder a sus beneficios de manera equitativa.
La experimentación crítica: exploración activa de estas herramientas, no solo para aprender sobre ellas, sino para construir criterios propios y asumir una posición de responsabilidad en la formación de los futuros profesionales en un escenario de rápido cambio tecnológico.
Andreoli aclaró que, dado el rápido avance de las tecnologías, desde el Citep no buscan crear una guía estática, sino “dinamizar el debate continuo en una comunidad de práctica integrada por los distintos actores de la universidad para crear de manera dinámica y flexible espacios de reflexión”.
Por su parte, Adriana Baravalle, profesora y miembro de la Iniciativa de Inteligencia Artificial de la Universidad Austral, coincidió con sus colegas: los chicos ya usan IA en la universidad, por lo que el desafío es cómo gestionar de manera responsable este nuevo actor en el aula.
“En el día a día del aula hay infinidad de nuevas herramientas y las nuevas generaciones ya las traen muy incorporadas. Entonces el desafío como docentes es estar preparados para responder a los interrogantes que llegan, que son para qué sirve, cuál es la mejor para cada cosa, cómo la uso. Lo que hacemos es poner el foco en cómo funciona cada modelo y cada rama dentro de la IA”, dijo Baravalle.
En la Universidad Austral, sostuvo Baravalle, cada unidad académica tiene su plan de acción, pero todas comparten un enfoque holístico enfocado en la prudencia –”porque tienen siempre un margen de error”–, formar el juicio crítico para interpretar los resultados, concientizar sobre los pros y contras y la capacitación constante para formar profesionales íntegros.
“Es decir, asumir un rol activo frente a la IA. La tecnología no es ni buena ni mala, el tema es el cómo y para qué se la use”, dijo.
Los desafíos actuales: la honestidad y los métodos de evaluación
En cuanto a los desafíos que presenta pensar cuál es la mejor forma de usar la IA, los especialistas consultados coincidieron en la pregunta por la honestidad de los trabajos y, a su vez, la necesidad de revisar las metodologías de evaluación.
“Hay una preocupación latente por la autenticidad del trabajo de los estudiantes, lo que está llevando a una revisión de las estrategias de evaluación y a un debate continuo sobre la honestidad y responsabilidad académica”, sintetizó Andreoli.
De acuerdo con Adamovsky, no se trata de nuevos interrogantes, sino de desafíos que ya existían, pero adecuados a esta era. “¿Cómo pueden la universidades velar por el cumplimiento de las reglas? Ese es el gran desafío, previo a la IA, incluso. Antes, si el alumno quería, buscaba información en Rincón del Vago, la copiaba, pegaba y usaba. El gran desafio es metodológico, cómo utilizar IA en los sistemas de evaluación. Si se evalúa una monografía, probablemente lo hagan con IA. Entonces tenés que cambiar las metodologías. Si interactuás con el alumno y ves que aprendió, tuvo sentido”, dijo.
“Las universidades se enfrentan a la necesidad de reestructurar su currículum, sus sistemas de evaluación y acreditación. La velocidad con la que la IAGen puede generar y procesar información desafía los ciclos tradicionales de actualización curricular, exigiendo una mayor flexibilidad y adaptabilidad en los programas académicos. Además, las instituciones deben reconsiderar sus políticas de integridad académica y abordar las implicaciones éticas y sociales a largo plazo en un contexto donde la línea entre la producción humana y la asistida por IA se vuelve cada vez más difusa”, dijo Andreoli.
Adamovsky también mencionó el desafío de aprender a distinguir la información real de la irreal. “La habilidad más importante es aprender a filtrar, a detectar cuándo la información está mal o sesgada. Para eso hay que ir a las fuentes, preguntar y chequear de dónde vienen los datos”, dijo.
Los cambios que trae la IA en el nivel superior
“El cambio más importante es el acceso inmediato a información de distintas fuentes y la reducción de tiempos que eso implica. Para los alumnos, pero los profesores también le pueden sacar mucho provecho porque la IA trae cosas que no tenías en tu radar, arma planes de trabajo, patrones comunes de errores, entre otras cosas”, dijo Adamovsky.
Por su parte, Baravalle consideró que, “bien usada”, la IA potencia muchísimo la educación superior. “Ayuda a reducir tiempos de búsqueda, eficientiza y automatiza procesos. El desafío está en conocer la tecnología, formarse y hacer un uso responsable de ella. Está aportando un cambio tan acelerado que al cerebro humano le puede costar un poco entender hacia dónde va”, dijo.
Para Andreoli lo que estamos atravesando es una “redefinición de los procesos de enseñanza y aprendizaje” a partir de la cual “la personalización del aprendizaje, una estrategia anhelada, se está volviendo una realidad tangible con esta tecnología”.
Sin embargo, la especialista recalcó que la interacción humana, la colaboración y el intercambio entre docentes siguen siendo fundamentales. “Quizás el cambio más significativo es la reconsideración fundamental de las competencias necesarias para los futuros profesionales, la redefinición del rol del docente, los desafíos en la evaluación de la integridad académica y en la gestión de la producción intelectual. Los docentes de la UBA están en una búsqueda constante por actualizar sus propuestas pedagógicas. Ya no se trata solo de formar a los estudiantes en sus disciplinas específicas, sino de prepararlos para un mundo profesional en constante evolución. Esto implica desarrollar capacidades integrales que les permitan no solo adaptarse, sino también liderar en un futuro incierto”, dijo.