Los programas de residencia de ginecobstetricia se enfrentan a una decisión difícil sobre la formación en materia de aborto

Ariana Traub, estudiante de medicina de la Universidad de Emory, en Atlanta, afirma que muchos futuros candidatos a la residencia están sopesando si solicitar programas en los que la formación sobre el aborto está prohibida. (Bee Trofort/The New York Times)
Ariana Traub, estudiante de medicina de la Universidad de Emory, en Atlanta, afirma que muchos futuros candidatos a la residencia están sopesando si solicitar programas en los que la formación sobre el aborto está prohibida. (Bee Trofort/The New York Times)

Muchos programas de residencia médica que forman a la próxima generación de obstetras y ginecólogos se enfrentan a una decisión traicionera.

Si siguen impartiendo formación sobre el aborto en estados en los que el procedimiento está prohibido, podrían ser procesados. Si no lo ofrecen, se arriesgan a perder su acreditación, lo que a su vez haría que sus residentes no pudieran recibir la certificación de la junta de la especialidad y pondría en peligro la contratación de profesores y estudiantes de medicina.

El dilema se hizo evidente el mes pasado, cuando el Consejo de Acreditación para la Educación Médica de Posgrado reafirmó formalmente su antiguo requisito de que los programas de residencia de ginecobstetricia ofrezcan formación sobre el aborto.

“Un organismo legal, el Estado, dice que el aborto es un delito, y un organismo de acreditación dice que es una parte fundamental de la capacitación”, aseveró Mary Ziegler, profesora de derecho en la Universidad de California, en Davis, quien se especializa en la historia del aborto. “No se me ocurre nada parecido”.

La enseñanza de los procedimientos utilizados para los abortos ha sido durante mucho tiempo un elemento obligatorio del plan de estudios de las residencias de ginecobstetricia en Estados Unidos. “Creemos que el aborto, o la evacuación del útero, es un procedimiento fundamental para la ginecobstetricia. También se utiliza para tratar los abortos espontáneos y las complicaciones del embarazo, como las infecciones y las hemorragias”, señaló John Combes, portavoz del consejo, quien acredita más de 12.000 residencias médicas. “De modo que es una técnica que hay que aprender”.

El consejo afirmó que, para evitar entrar en conflicto con las leyes estatales que restringen el aborto, un programa puede mantener la acreditación haciendo que los residentes hagan una rotación en una clínica en un estado donde el aborto sea legal; sin embargo, algunos directores de programas temen que esa vía también esté plagada de peligros legales.

Más de una veintena de directores de programas y residentes en estados con restricciones al aborto se negaron a ser entrevistados por The New York Times sobre sus planes, con base en el consejo de los abogados. Los que hablaron hicieron hincapié en que lo hacían a su nombre y no como representantes de sus instituciones.

Christina Francis, obstetra de Fort Wayne, Indiana, se opone al aborto y está ayudando a poner en marcha un programa de residencia que no enseñará el procedimiento. (Kaiti Sullivan/The New York Times)
Christina Francis, obstetra de Fort Wayne, Indiana, se opone al aborto y está ayudando a poner en marcha un programa de residencia que no enseñará el procedimiento. (Kaiti Sullivan/The New York Times)

Algunos miembros del cuerpo docente dijeron que, dado que los legisladores buscan cada vez más evitar que las ciudadanas aborten fuera del estado, temían que establecer una formación en otros estados pudiera hacerlos vulnerables a demandas privadas o incluso a ser acusados de complicidad en un delito. Los fiscales generales de Oklahoma, Tennessee y Texas, entre los estados que prohíben el aborto, no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre si insistirían en tales casos.

Ken Paxton, el fiscal general de Texas, ya se ha enfrentado al consejo. El año pasado, antes de que se eliminara el derecho al aborto, emitió un dictamen en el que decía que los programas de residencia de Texas no tenían que darle al aborto el carácter de capacitación obligatoria.

Un análisis reciente publicado en Obstetrics and Gynecology calculó que alrededor del 45 por ciento de los 286 programas de residencia de ginecobstetricia de Estados Unidos estaban ubicados en estados que era probable o seguro que prohibirían el aborto, lo que afectaría a unos 2600 de los 6000 residentes del país. Los autores informaron que, en 2020, el 92 por ciento de los residentes dijeron que tenían acceso a la formación sobre el aborto, una cifra que predijeron que ahora podría caer en picada hasta el 56 por ciento.

Nikki Zite, profesora del programa de residencia de ginecobstetricia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tennessee, en Knoxville, Tennessee, donde los médicos que realizan abortos pueden ser acusados de un delito grave, dijo que su programa ha estado buscando rotaciones fuera del estado para sus residentes.

“No obstante, los estados que nos rodean son poco convincentes”, aseveró. “Virginia y Carolina del Norte parecen seguros por ahora, mientras que Carolina del Sur va y viene. Y todo podría cambiar en un ciclo electoral. La estrategia de ‘esperar y ver’ no es la mejor para ejercer la medicina y para formar a los residentes que ejercerán medicina”.

Christina Francis, directora entrante de la Asociación Americana de Obstetras y Ginecólogos Pro-Vida, que ejerce en Fort Wayne, Indiana, un estado cuya prohibición casi total del aborto fue suspendida por un juez, calificó de coercitivo el requisito de acreditación del consejo.

“En lugar de intentar obligar a los programas de formación a organizar el transporte de los residentes fuera del estado para la formación sobre el aborto, el consejo debería reevaluar por completo su requisito”, dijo.

Aunque los programas deben ofrecer esa formación, el consejo le permite a un residente decidir no hacerlo por razones religiosas o morales.

Francis aseveró que la formación sobre el aborto no es esencial para la práctica de la ginecobstetricia y que los residentes podrían aprender a evacuar el útero mediante la gestión de los abortos espontáneos.

“Esta afirmación de que, si no dejamos que se practiquen abortos, los médicos estarán menos capacitados es falsa por completo”, dijo.

Kate Dielentheis, directora adjunta de un programa de residencia de ginecobstetricia en Milwaukee, Wisconsin, donde está prohibido el aborto, dijo que los residentes que por lo general tratan a pacientes en un hospital rara vez tienen el volumen necesario de abortos espontáneos en ese entorno para llegar a ser competentes, que es lo que ganarían durante una rotación en una clínica que proporciona atención al aborto.

“¿Qué sucede cuando hay una complicación?”, preguntó. “De eso se trata el volumen en la formación médica. Se trata de ser capaz de anticipar esas complicaciones y saber cómo manejarlas”.

Su programa educativo está en negociaciones para colocar a los residentes en rotaciones en una clínica de Illinois. También está lidiando con otras consecuencias: Dielentheis dijo que un médico al que le habían estado coqueteando para que se uniera a su facultad acaba de rechazarlo, citando la prohibición de Wisconsin.

Un centro, el Kenneth J. Ryan Residency Training Program in Abortion and Family Planning, de la Universidad de California en San Francisco, que ha proporcionado formación a departamentos de todo el país desde 1999, informó que 22 de sus socios del programa se encontraban en estados con restricciones al aborto. Está ayudando a poner en contacto a muchos de ellos con programas en estados protegidos contra el aborto.

Los obstáculos prácticos son desalentadores, como la abrumadora demanda de plazas limitadas, las diferentes normativas estatales sobre seguros de mala praxis y licencias, y los costos de alojamiento.

Con las solicitudes para la clase de residentes del próximo año en marcha, incluso cuando las leyes estatales sobre el aborto mutan, los directores de programas en las regiones restringidas están batallando con qué las garantías sobre la capacitación para abortos pueden darles a los candidatos.

Esta es una de las razones por las que muchos estudiantes de medicina han dicho que están solicitando solo programas donde el aborto es legal. Los expertos en salud pública predicen que, en unos años, las pacientes de los estados en los que está prohibido el aborto, en los que las filas de los obstetras ya están disminuyendo, se encontrarán con obstáculos aún mayores a la hora de acceder a los servicios de salud reproductiva.

Un comité de revisión del consejo de acreditación debatió si el modelo de simulación, un elemento básico de la educación médica que es precursor de la atención directa, sería suficiente para los residentes que no pudieran viajar a otro estado. Por ejemplo, en la capacitación sobre el aborto, los residentes ven videos y practican con modelos uterinos de baja tecnología, incluyendo papayas. El comité decidió que la simulación no era un sustituto aceptable.

El consejo ha hecho de la formación sobre el aborto un componente de sus requisitos de planificación familiar al menos desde mediados de la década de 1980; pero a mediados de la década de 1990, cuando el número de clínicas de aborto disminuía y las amenazas contra los proveedores aumentaban, el consejo estableció sus requisitos de manera explícita.

Por aquel entonces, el Congreso aprobó otra de las disposiciones de “conciencia federal” que aseguraban que los programas (así como los individuos) que se negaran a practicar abortos y, por tanto, se arriesgaran a perder la acreditación, no podrían ser discriminados por medios como la pérdida del financiamiento federal o estatal.

Aunque se garantice el financiamiento de los programas que se resisten a ofrecer rotaciones de aborto, el efecto de la citación, la libertad condicional o la denegación de la acreditación por parte del consejo es poderosa, comentó Greg Care, un abogado que representa a los residentes. Los estudiantes de medicina no se presentarán a un programa sin acreditación, señaló, “y muchos centros médicos académicos dependen totalmente en los residentes porque son mano de obra barata”.

Las nuevas leyes ya han dificultado la contratación de estudiantes de medicina en los estados que prohíben el aborto. Zite, tesorera de la sección de Tennessee del Colegio Americano de ginecobstetras, teme que los programas que ofrecen el conjunto completo de formación alejen a los candidatos de alto nivel de programas como el suyo. Aunque muchos estudiantes de medicina solicitan su programa para trabajar con pacientes de los Apalaches, dijo: “¿Seguirán inscribiéndose con nosotros, con la esperanza de que seamos capaces de superar todos los obstáculos para proporcionarles formación fuera del estado?”.

La incertidumbre también ha sacudido a los estudiantes de medicina, que suelen solicitar las residencias en su último año de carrera. La ginecobstetricia es un campo competitivo. De acuerdo con el Programa Nacional de Coincidencias de Residentes, el año pasado hubo 2044 solicitantes de ginecobstetricia para 1503 plazas.

Ariana Traub, estudiante de segundo año de medicina en la Universidad de Emory, en Atlanta, ayudó a realizar una encuesta entre estudiantes de medicina de tercer y cuarto año sobre el impacto de las turbulencias del aborto. Aunque más de las tres cuartas partes de las 500 respuestas procedían de estudiantes que solicitaban plaza en otras especialidades distintas de la ginecobstetricia, en general, el 60 por ciento dijo que no solicitaría plaza en programas en estados con restricciones al aborto.

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