Profesor jubilado de Sinaloa ‘libera’ libros para fomentar la lectura entre los habitantes de Culiacán
Desde hace seis años, más de 3 mil libros han sido “liberados” en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, como parte de la iniciativa ‘Lectura para llevar’, con la que Francisco Hernández Villegas –profesor jubilado de la Universidad Autónoma de Sinaloa– promueve la lectura entre la ciudadanía.
Con apoyo de su familia, Francisco Hernández, de 70 años, recorre las calles de Culiacán para dejar libros en paradas del autobús urbano, principalmente en zonas cercanas a escuelas, los cuales llevan una invitación para que, una vez que sean leídos, vuelvan a ser “liberados” para llegar a más personas.
“El proyecto ‘Lectura para llevar’ lo inició mi papá, quien fue profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa al que le gustaba compartir con sus alumnos libros de la carrera en que impartía clases, que era Administración de Empresas y Contabilidad”, cuenta Édgar Hernández.
Una vez que se jubiló, el profesor quiso continuar compartiendo su gusto por la lectura con otras personas, por lo que comenzó a dejar libros que terminaba de leer en paradas de transporte público, iniciativa que su familia apoyó y comenzaron a donarle ejemplares y a colaborar en su liberación.
“Cuando nos dimos cuenta con mi mamá y mis hermanos de lo que él hacía de manera anónima contamos su historia en redes sociales, y la gente lo viralizó en Culiacán. Nos empezó a escribir gente que había encontrado los libros y otros más para sumarse de manera muy espontánea, incluso hemos recibido donativos de instituciones lo que ha permitido que el proyecto crezca”, detalla Édgar.
“Tenemos la esperanza de que los libros pueden cambiar a la sociedad”
El contexto actual de violencia en Sinaloa –que ha dejado al menos 576 asesinados y alrededor de 700 personas privadas de la libertad, mil 784 vehículos robados, 190 detenciones y el aseguramiento de 905 armas hasta el pasado 31 de diciembre– no ha sido ajeno a este proyecto, sin embargo, Édgar señala que han continuado con la liberación de libros, ya que “tenemos la esperanza de que pueden cambiar a la sociedad”.
“Lamentablemente, desde septiembre tenemos una situación complicada de seguridad, pero en esta iniciativa de lectura tenemos la fe y la esperanza de que los libros pueden cambiar una sociedad y pueden ser una vía de transformación. En su momento, con la pandemia nos pasó algo similar, tuvimos que tomar medidas de cuidado para continuar con nuestras actividades, incluso cuando mi papá enfermó de COVID-19”, recuerda.
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Para Édgar, resulta importante que aún cuando existan dificultades, la iniciativa se mantenga, “porque vemos que la lectura es una forma para hacer más llevadera la situación, ya que hemos tenido que cambiar nuestras formas y horarios de convivencia, tomar medidas al salir de casa, y aunque no esperamos que la gente escape de la realidad creemos que con la lectura podríamos ayudar a sobrellevar los tiempos y transformar la realidad”.
“La lectura es una vía para reflexionar y cuestionar lo que está ocurriendo y tratar de cambiarlo, algo que no se va a lograr a corto plazo, pero creemos con con mayor acceso a la cultura hay mayor posibilidad de alcanzar la paz en nuestra ciudad, por lo que lo seguiremos haciendo con protocolos de seguridad, igual que el resto de las personas del estado que han tenido que seguir trabajando o estudiando y por lo tanto salen a diario de casa y utilizan el transporte público”, apunta Hernández.
Los lugares en donde dejan los libros liberados se encuentran cerca de centros escolares, “porque tenemos datos de que la mayor cantidad de usuarios de transporte público son estudiantes y personas trabajadoras, quienes por cuestiones económicas a veces no se pueden permitir comprar libros, por lo que este proyecto busca acercarles la literatura, y con ello cambiarles al menos el día”.
Libros liberados: desde poesía, hasta literatura especializada
Los libros que donan para la iniciativa ‘Lectura para llevar‘ son de temas y géneros variados: “recibimos títulos de novelas, de historia, incluso de política y textos especializados, que buscamos en dónde pueden resultar más útiles para su lectura y ahí los llevamos”.
“En la literatura, en gustos se rompen géneros, entonces puede ser que al azar la gente se encuentre con algún libro que les guste mucho, y otras veces con uno que no es de su interés, p que no tienen tiempo para leerlo, en esos casos la invitación es que compartan el ejemplar con otra persona que sí esté interesada o que lo dejen en la parada del camión”, recomienda Édgar.
En el caso de los libros que reciben en donativo y que se encuentran en mal estado, estos son restaurados por Sóstenes, un vecino de la ciudad de Culiacán dedicado a darle nueva vida a los ejemplares desgastados.
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A pesar de ser un apasionado de la lectura, Édgar destaca que su padre “no ha acumulado libros, porque desde que recuerdo tiene la necesidad de que aquellos ejemplares que pasaron por sus manos, al terminarlos los regala a otras personas, por ello se encuentra muy entusiasmado de que esta iniciativa esté llevando tantos títulos a muchas personas, y cada vez se suman más para apoyar”.
“Hemos repartido más de 3 mil 600 libros hasta la fecha. Lo que hacemos es recibir donativos, ver que los libros estén en buen estado y aquellos que no los llevamos con Sóstenes, quien les reemplaza las pastas dañadas para darles una segunda vida. Es una historia muy bonita, y nos hemos encontrado con personas que nos etiquetan en redes sociales y comparten que han encontrado los libros, a quienes invitamos a volverlos a liberar”, detalla el joven.
¿Cómo sumarse a ‘Lectura para llevar’?
Las personas interesadas en donar libros para la iniciativa pueden ponerse en contacto con la familia del profesor Francisco Hernández Villegas a través de las redes sociales de ‘Lectura para llevar’, donde además se publican periódicamente fotografías de los títulos que se dejan en las calles.
“Las personas donatarias son reconocidas en nuestras redes sociales, y también hay quienes piden mantenerse en el anonimato; recibimos libros de todo el estado, e incluso de la Ciudad de México, lo que nos llena de alegría e inyecta de cultura y de literatura a Culiacán”, refiere Édgar.