La Procesión General de Valladolid, 1.800 metros de arte sacro al sol

Valladolid, 7 abr (EFE).- La ciudad de Valladolid ha recuperado este Viernes Santo el esplendor de la jornada clave de su Semana Santa, ayudada por un sol radiante desde la mañana a la tarde, cuando los 1.800 metros de recorrido de la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor se han vuelto a colmar del arte firmado por Gregorio Fernández, Juan de Juni y otros maestros imagineros.

El centro de Valladolid se ha convertido en un trasiego constante de paisanos y visitantes por las principales arterias de la ciudad, con la Plaza Mayor transformada en sala principal de este museo sin techo que por unos días acoge muchas de las obras que son mimadas a lo largo del año en iglesias y en el Museo Nacional de Escultura, con sede en la capital.

Con la tranquilidad de los pronósticos del tiempo favorables, sin apenas rastro de nubes en el cielo, la procesión ha partido pasadas las siete y media de la tarde de la iglesia de Las Angustias, desde donde la veintena de cofradías que desfilan en el día grande de la Semana Santa vallisoletana han portado los 33 pasos que integran este abrumador despliegue artístico.

Esta Fiesta de Interés Turístico Internacional desde hace ya 43 años, se convierte en una catequesis de la iglesia católica basada en las escrituras para mostrar los últimos momentos de la vida de Jesucristo, desde la última cena hasta su crucifixión, completada con la representación de otros personajes clave como la Virgen María, San Pedro y San Juan.

Los miles de silenciosos fieles que asisten al desfile aprecian las grandes obras de la época dorada de la imaginería castellana, pero se sorprenden también con que haya cabida para escultores contemporáneos, como el zamorano Ricardo Flecha y la gaditana Ana Rey, primera mujer en trazar una obra procesionada en Valladolid.

La Plaza de la Libertad, la Bajada de la Libertad, la Plaza de Fuente Dorada, la Calle Ferrari, la Plaza Mayor, la Calle Santiago, la Plaza de Zorrilla, la Calle Miguel Íscar, Duque de la Victoria, Regalado y Cánovas del Castillo, todas ellas muy concurridas, han reeditado su encuentro con esta procesión, liberada de la zozobra generalizada en los dos años que la pandemia de la covid impidió su celebración.

Ya sin las mascarillas que se vieron en la pasada edición como medida preventiva aconsejada por la Junta de Castilla y León, aunque aún hay quien las mantiene en su rostro, las gafas de sol, las pipas, el helado y hasta algún abanico en zonas de sol han sido los aliados de los asistentes, que emplean buena parte de la tarde para apostarse en su lugar preferido del recorrido, a veces como 'herencia' familiar.

(c) Agencia EFE