El problema del álgebra: cómo las matemáticas en la enseñanza media se convirtieron en un conflicto nacional

Un estudiante de octavo grado trabaja en ecuaciones de álgebra en una clase en la Escuela Media de la Universidad Howard en Washington D. C., el 9 de marzo de 2018. (Andrew Mangum/The New York Times)
Un estudiante de octavo grado trabaja en ecuaciones de álgebra en una clase en la Escuela Media de la Universidad Howard en Washington D. C., el 9 de marzo de 2018. (Andrew Mangum/The New York Times)

Desde los suburbios del noreste hasta las grandes ciudades de la costa oeste, una asignatura inesperada está suscitando votaciones, pleitos y agrias peleas entre los padres: el álgebra.

Desde hace décadas se exige a los alumnos que aprendan a resolver la variable x y a hallar la pendiente de una recta. La mayoría completa el curso en el primer año de preparatoria. Pero a veces se permite a los alumnos más aventajados matricularse antes, por lo general en octavo.

Esta doble vía inspira algunos de los debates más encendidos sobre la equidad y las oportunidades académicas en la educación estadounidense.

¿Acaso los prejuicios y la desigualdad mantienen a los niños negros y latinos fuera de la ruta rápida al éxito? ¿Deberían las escuelas medias eliminar el álgebra para igualar las condiciones? ¿Y si los alumnos destacados pierden la oportunidad de desafiarse a sí mismos?

Estas cuestiones son tan espinosas porque el álgebra es una encrucijada decisiva en el sistema educativo.

Los alumnos que no aprueban esta materia tienen muchas menos probabilidades de graduarse. Los que la cursan temprano pueden asistir a clases de cálculo en 12.º año, lo que les da una ventaja potencial a la hora de solicitar plaza en universidades de élite y les acerca a las profesiones más lucrativas y de mayor estatus de la sociedad.

El entonces alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, quien impulsó la idea de ofrecer álgebra a todos los estudiantes en octavo grado, en una conferencia de prensa en Nueva York, el 15 de diciembre de 2015. (Hiroko Masuike/The New York Times)
El entonces alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, quien impulsó la idea de ofrecer álgebra a todos los estudiantes en octavo grado, en una conferencia de prensa en Nueva York, el 15 de diciembre de 2015. (Hiroko Masuike/The New York Times)

Pero las diferencias raciales y económicas en el rendimiento en matemáticas son considerables en Estados Unidos, y se acentuaron durante la pandemia. En algunos estados, casi 4 de cada 5 niños pobres no alcanzan los estándares de matemáticas.

Para cerrar esas brechas, el anterior alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, adoptó un objetivo impuesto por muchos distritos en otros lugares. Todas las escuelas secundarias ofrecerían álgebra, y los directores podrían optar por matricular a todos sus alumnos de octavo curso en la clase.

San Francisco adoptó una estrategia opuesta: si algunos niños no podían llegar a álgebra en la enseñanza media, no se permitiría que nadie la cursara.

La misión central en ambas ciudades era ayudar a los alumnos desfavorecidos. Pero resolver el dilema del álgebra puede ser más complejo que resolver la fórmula cuadrática.

El sueño neoyorquino de “álgebra para todos” nunca se cumplió del todo, y el gobierno del alcalde Eric Adams cambió el objetivo por mejorar los resultados de los alumnos de noveno curso que tomaban álgebra. En San Francisco, el desmantelamiento del álgebra en la enseñanza media no sirvió para acabar con las desigualdades raciales entre los alumnos de clases avanzadas de matemáticas. Tras una enorme reacción de los citadinos, el distrito decidió dar marcha atrás.

“Es difícil pensar que pueda haber un tema más aburrido en el mundo”, afirmó Thurston Domina, profesor de la Universidad de Carolina del Norte. “Y, sin embargo, es un punto de pasiones increíblemente altas”.

“Los ánimos se caldean”, dijo.

En algunas ciudades, las disputas sobre el álgebra han sido tan intensas que los padres han demandado a los distritos escolares, han protestado frente a las oficinas de los alcaldes y han hecho campaña para la destitución de los miembros del consejo escolar.

La enseñanza de las matemáticas en secundaria es un reto para los educadores, en parte porque es en esa etapa cuando el material se vuelve más complejo, ya que los alumnos pasan de las tablas de multiplicar a las ecuaciones y los conceptos abstractos. Los alumnos que no dominan las habilidades básicas pueden perderse rápidamente, y quizá les resulte difícil ponerse al día.

Tradicionalmente, muchos distritos escolares han respondido a los niveles de rendimiento divergentes solo separando a los niños en distintas vías, colocando a algunos en clases de matemáticas generales y ofreciendo a otros álgebra como opción acelerada. Esta clasificación, conocida como “tracking”, les gusta a los padres que quieren que sus hijos lleguen a matemáticas avanzadas lo antes posible.

Pero ese método ha arrojado una luz incómoda sobre la desigualdad. Alrededor de una cuarta parte de todos los estudiantes de Estados Unidos cursan álgebra en secundaria. Pero solo un 12 por ciento de los alumnos negros y latinos de octavo curso lo hacen, frente al 24 por ciento de los blancos, según un informe federal.

“Por eso las matemáticas en la enseñanza media son un punto álgido”, señaló Joshua Goodman, profesor asociado de educación y economía en la Universidad de Boston. “Es el primer momento en el que potencialmente se hace muy obvio y explícito que se están abriendo brechas de conocimiento”.

En la guerra de las matemáticas, que lleva ya varias décadas, San Francisco se ha convertido en un destacado campo de batalla.

En algún momento, California exigió que todos los alumnos de octavo curso cursaran álgebra. Sin embargo, los estudiantes de secundaria con peores resultados suelen tener dificultades cuando se les obliga a matricularse en esta asignatura, según demuestran las investigaciones. Más tarde, San Francisco dejó de ofrecer la clase en octavo curso. Pero la prohibición no sirvió para reducir las diferencias de rendimiento en las clases de matemáticas más avanzadas, según estudios recientes.

Mientras el péndulo oscilaba, la única constante era la ira. Algunos destacados académicos de la zona de la bahía menospreciaron las investigaciones de los demás. Un grupo de padres incluso demandó al distrito la primavera pasada. “Negar a los alumnos la oportunidad de adelantarse en matemáticas cuando es evidente que su capacidad intelectual lo permite perjudica enormemente su potencial para logros futuros”, decía su demanda.

La ciudad vuelve al punto de partida: el álgebra en secundaria —para algunos, no necesariamente para todos— volverá en agosto. La experiencia ha puesto de relieve los riesgos que entraña cada postura.

“Las escuelas realmente no saben qué hacer”, dijo Jon R. Star, un psicólogo educativo de Harvard que ha estudiado la enseñanza del álgebra. “Y eso está provocando mucha tensión”.

En Cambridge, Massachusetts, el distrito escolar eliminó el álgebra en secundaria antes de la pandemia. Pero algunos argumentaron que la medida había sido contraproducente: las familias que podían permitírselo simplemente pagaban para que sus hijos cursaran matemáticas aceleradas fuera de la escuela.

“Es el peor de los mundos posibles para la equidad”, dijo Jacob Barandes, un padre de Cambridge, en una reunión del consejo escolar.

En otros lugares, muchos estudiantes carecen de opciones para cursar la asignatura antes: una de las preparatorias más prestigiosos de Filadelfia exige que los alumnos aprueben álgebra antes de matricularse, lo que impide que muchos niños de bajos ingresos soliciten el ingreso porque asisten a centros de enseñanza media que no ofrecen la clase.

En Nueva York, de Blasio trató de abordar las disparidades cuando anunció un plan en 2015 para ofrecer álgebra —pero no exigirla— en todas las escuelas medias de la ciudad. Más de 15.000 alumnos de octavo grado no tenían la clase en sus escuelas en ese momento.

Desde entonces, el número de escuelas medias que ofrecen álgebra ha aumentado a alrededor del 80 por ciento de un 60 por ciento. Pero los alumnos blancos y asiaticoestadounidenses siguen aprobando los exámenes estatales de álgebra en mayor proporción que sus compañeros.

En la Escuela de Enseñanza Media 50 de Brooklyn, donde todos los alumnos de octavo año cursan álgebra, los profesores reescribieron los planes de estudios de sexto y séptimo año para que sentaran las bases de la asignatura.

El director de la escuela, Ben Honoroff, dijo que esperaba que algunos alumnos tuvieran que repetir la asignatura en la preparatoria. Pero después de poner en marcha un pequeño programa piloto de álgebra hace unos años, llegó a la conclusión de que exponer a los niños a esta asignatura a una edad temprana podía beneficiar a todos, siempre que los alumnos lleguen bien preparados.

Mirando a su alrededor, a los alumnos que no se matriculaban en la clase, Honoroff dijo: “Nos preguntamos: ‘¿hay otros niños que destacarían en esto?’”.

“La respuesta fue 100 por ciento, sí”, añadió. “Eso no era algo con lo que pudiera vivir”.

c.2024 The New York Times Company