El privilegio del que hacen caso omiso los liberales

Ezekiel Hausfather sostiene la mano de su hija Octavia Kent en Oakland, California, el 28 de mayo de 2021. (Carolyn Fong/The New York Times)
Ezekiel Hausfather sostiene la mano de su hija Octavia Kent en Oakland, California, el 28 de mayo de 2021. (Carolyn Fong/The New York Times)

Desde la época de Franklin Roosevelt, los estadounidenses liberales han encabezado la campaña para disminuir la pobreza infantil, y esto es un orgulloso legado. Pero, desde hace mucho tiempo, hemos tenido un punto débil.

Con frecuencia, nos rehusamos a reconocer uno de los motores importantes de la pobreza infantil —la desintegración familiar generalizada— por temor de que, si lo hacemos, esto sea condescendiente o racista. Es, ante todo, un problema de los blancos, los negros y los latinos de la clase obrera, aunque es más común entre los afroestadounidenses. Sin embargo, así como no podemos tener un debate serio sobre la pobreza sin hablar de la raza, tampoco podemos participar sin considerar los hogares monoparentales. Después de todo:

— Es cinco veces más probable que las familias encabezadas por madres solteras vivan en la pobreza que las familias de matrimonios.

— Es menos probable que los niños en hogares de madres solteras terminen el bachillerato o tengan un título universitario. Lo más seguro es que también se conviertan en padres solteros y perpetúen el ciclo.

— Ahora, casi el 30 por ciento de los niños estadounidenses viven con un solo padre o no tienen ninguno. Una razón de lo delicado del tema es la gran desigualdad racial: la monoparentalidad es menos común en los hogares de blancos y de asiáticos, pero solo el 38 por ciento de los niños negros viven con padres que están casados.

“Los datos nos presentan algunas realidades incómodas”, escribe una economista de la Universidad de Maryland, Melissa Kearney, en un importante libro sobre este tema que se publicará la próxima semana. “Las familias de dos padres son positivas para los niños”, añadió. “Los lugares que cuentan con más familias de dos padres cuentan con tasas más elevadas de ascenso social. No hablar de estos hechos resulta contraproducente”.

Los liberales casi siempre percibimos el mundo a través de prismas de privilegios, pero pocas veces hablamos de uno de los privilegios más importantes de todos, que es el título del libro de Kearney: “The Two-Parent Privilege” (El privilegio de tener dos padres).

Permítanme interrumpir esta columna con una serie de salvedades. A muchos niños que fueron criados parcialmente por madres solteras les va extraordinariamente bien; uno de ellos fue presidente en dos periodos en la década de 1990 y otro cumplió dos términos hasta 2017. Además, creo que el gran motor para el surgimiento de hogares monoparentales son las malas decisiones de los legisladores que llevaron al encarcelamiento masivo y al desplome de ingresos para los varones de la clase obrera.

Sin embargo, sigue siendo demasiado doloroso hablar de ello.

Eso se remonta a 1965, cuando Daniel Patrick Moynihan escribió un premonitorio informe acerca de la disminución de matrimonios entre los afroestadounidenses. Moynihan, quien, él mismo, había sido criado en la pobreza por una madre soltera, advertía que la desintegración familiar agravaría los problemas sociales, pero los liberales lo acusaron de racismo y culpabilización de las víctimas.

Los académicos se protegieron de inmediato. Ayudó mucho que el destacado sociólogo afroestadounidense de la Universidad de Harvard William Julius Wilson posteriormente encabezara una investigación en esta área y calificara el trabajo de Moynihan como “profético”. Pero, incluso hoy en día, hay una gran incomodidad en los círculos liberales cuando se reconocen estas realidades.

Una organización académica en este campo publicó una convocatoria en 2021 para “desmontar el privilegio de la familia” (como defender las familias de dos padres), lo cual estaba arraigado en la “sociedad supremacista blanca”, según advirtió. Y, de acuerdo con un informe del Instituto para los Estudios de la Familia que se publicará la próxima semana, aunque el 91 por ciento de los conservadores con título universitario están de acuerdo en que los “hijos se ven beneficiados si sus padres están casados”, solo el 30 por ciento de los liberales con título universitario concuerdan con esto.

De hecho, en promedio, a los hijos les va mejor en la escuela y casi siempre tienen mejores ingresos en la edad adulta si sus padres están casados, y esto es cierto sobre todo en el caso de los varones. Parece que no es importante si los dos padres son hombre y mujer o una pareja del mismo sexo.

Una ventaja de la familia biparental es sencillamente una cuestión de aritmética: dos padres son capaces de tener dos ingresos, lo que implica menos pobreza.

Parece que los hogares biparentales no solo benefician a sus propios hijos, sino también al vecindario. El grupo Opportunity Insights de la Universidad de Harvard reveló que la movilidad social ascendente era más probable para los niños negros que crecen en vecindarios donde hay un mayor porcentaje de padres negros que viven con sus hijos.

Este es un indicador asombroso y deprimente de la desigualdad racial en Estados Unidos: el estudio reveló que el 62 por ciento de los niños blancos viven en áreas de baja pobreza con padres que están presentes en la mayoría de los hogares, mientras solo el cuatro por ciento de los niños negros viven en esas mismas condiciones.

El desplome del matrimonio ha ocurrido principalmente entre los estadounidenses con menor escolaridad, entre ellos los blancos, negros o latinos. Pese a que, en teoría, muchos egresados de la universidad aceptan todo tipo de relaciones familiares, en su comportamiento personal siguen siendo tradicionales, en su mayoría tienen hijos después de casarse y los crían en hogares biparentales. Brad Wilcox, un sociólogo y especialista en la familia de la Universidad de Virginia, le llama a esto “discurso de izquierda, conducta de derecha”.

Estados Unidos es un caso atípico de desintegración familiar. Un estudio de Pew de 130 países reveló que era más probable que los niños estadounidenses vivieran con un solo padre que los niños de cualquier otro país. En ocasiones, los conservadores alegan que los incrementos de las prestaciones sociales debilitaron el matrimonio, pero parece que esto no es un factor importante, en parte debido a que en los países europeos hay tanto programas de bienestar social sólidos como más familias biparentales.

De igual manera, las soluciones que proponen los conservadores, como las iniciativas de fomento al matrimonio emprendidas en el gobierno de George W. Bush, han tenido poco impacto. Lo que parece que sí fortalece el matrimonio es aumentar los ingresos de los varones que no cuentan con mucha escolaridad. Según los investigadores, esto hace que sean más “dignos de casarse”.

Los liberales ven la solución en el aumento de los ingresos: sindicatos fortalecidos, respaldo de colegios comunitarios, iniciativas para el desarrollo de aptitudes como las academias de carreras en el bachillerato y grupos que ofrezcan capacitación técnica, como Per Scholas.

Tal vez sea incómodo hablar de la desintegración familiar, principalmente entre los estadounidenses de bajos ingresos, pero es parte del mecanismo de desigualdad de Estados Unidos. No nos ayuda apartar la vista, hacer caso omiso de los datos ni negar la existencia del privilegio de tener dos padres.

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