Lo que pasó la última vez que un presidente de EEUU visitó Cuba

Cuando Barack Obama aterrice en La Habana el próximo 21 de marzo habrá cerrado un extraordinario arco histórico cuyo extremo más distante se remonta a 1928. Aquel año otro presidente estadounidense desembarcó en la capital cubana: Calvin Coolidge. Pocos recordaban ese hecho hasta el reciente anuncio de Washington. Un olvido comprensible porque “Cal, el silencioso” no dejó huellas demasiado profundas en la memoria americana.

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En los rankings de presidentes estadounidenses Calvin Coolidge (izq.) no aparece nunca entre los 20 más populares o recordados. (Wikimedia Commons)

En rigor, otros presidentes norteamericanos habían pasado por la isla antes, pero ninguno en funciones de mandatario. Theodore Roosevelt combatió en la Guerra Hispano-Americana de 1898, mientras William H. Taft actuó como gobernador provisional del país caribeño en 1906. Ambos ocuparon la Casa Blanca posteriormente.

A pesar de las diferencias entre Obama y Coolidge, y las disímiles circunstancias que envuelven sus viajes a Cuba, podemos trazar algunas líneas convergentes. La historia no suele ser mezquina en coincidencias.

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El presidente de EEUU, Calvin Coolidge, izq., y el mandatario cubano Gerardo Machado, der., durante su visita a la isla en 1928. (AP Photo/Paramount News)

Los bienamados enemigos

En la historia oficial cubana, esa versión de los hechos que aprenden los chicos en la escuela, el pueblo de la isla tiene razones de sobra para odiar a los presidentes estadounidenses. Estados Unidos frustró la independencia plena de la antigua colonia española en 1898 y luego, en 1962, impuso un embargo económico que ha causado pérdidas superiores a los 100.000 millones de dólares, de acuerdo con cifras del gobierno cubano.

Pero la gente no vive ni piensa según los libros de texto. Coolidge fue recibido en La Habana por una multitud entusiasta, que abarrotó los alrededores del puerto para observar la entrada del acorazado USS Texas. Los cañones del buque saludaron a los habitantes y la fortaleza de La Cabaña devolvió el gesto atronador, seis aviones de guerra sobrevolaron el imponente convoy, integrado por otros tres destructores y tres cruceros. Ya en tierra, los habaneros lanzaron flores y besos al visitante, que no pudo ocultar su emoción y se quitó su sombrero de copa. Así lo describieron los cronistas estadounidenses.

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Coolidge, segundo de izq. a der., y su esposa Grace Coolidge (tercera de izq. a der.), caminan con el presidente Gerardo Machado y Morales (der.) y su esposa Elvira Machado (primera de izq. a der.). (AP Photo)

Obama probablemente será acogido con idéntico frenesí. “El mandatario estadounidense será bienvenido por el Gobierno de Cuba y su pueblo, con la hospitalidad que lo (sic) caracteriza”, ha dicho una funcionaria de la cancillería. Esto significa, si nos remitimos a la tradición del régimen, masas organizadas y sonrientes, agitando banderitas de Cuba y Estados Unidos, donde quiera que se mueva la comitiva presidencial. La alegría no será forzada: los cubanos adoran al político demócrata.

Encuentros difíciles

Durante su único período en la Casa Blanca, Coolidge visitó un país extranjero: Cuba. ¿Por qué el mandatario, poco interesado en los asuntos internacionales, hizo un viaje de 32 horas en tren hasta la Florida y luego en barco hasta La Habana? En la Sexta Conferencia de Estados Americanos se fraguaba una rebelión diplomática contra Washington.

Transcurría la época de las intervenciones militares de Estados Unidos en América Latina. Tropas estadounidenses permanecían acantonadas en República Dominicana, Nicaragua, Haití y el Canal de Panamá. Pero la política del Gran Garrote alcanzaba el crepúsculo y una nueva era de buena vecindad se avizoraba. El encuentro concluyó sin condena a la injerencia militar norteamericana y con la promesa de un cambio en la política hacia la región.

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Los presidentes de Cuba y EEUU y sus esposas en la hacienda del mandatario cubano en 1928. (AP)

Obama consumará su visita en tiempos de transición para la isla de régimen comunista. Raúl Castro ha prometido traspasar el poder en 2018 y las reformas económicas, aunque lentas, parecen irreversibles. Como ha afirmado un editorial de The New York Times, el viaje del presidente norteamericano “tiene el potencial de hacer más para plantar las semillas de un cambio dramático que cualquiera de sus predecesores”.

En febrero de 1928, “Cal, el silencioso” se reunió con Gerardo Machado, un gobernante elegido democráticamente que enmendó la constitución semanas después para garantizar su reelección. El tirano terminó por perder el favor de Washington y huyó en 1933, asediado por una revuelta popular. Meses antes de la caída de Machado, Coolidge fallecía en Vermont a los 60 años.

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Calvin Coolidge en 1928/AP.

El actual inquilino de la Casa Blanca reencontrará en La Habana a Raúl Castro, quien accedió al poder según las reglas de sucesión de la Constitución cubana, pero jamás se ha expuesto a unas elecciones democráticas. Obama ha prometido que se reunirá también con la oposición y representantes de la sociedad civil. El Secretario de Prensa, Josh Earnest, ha descartado una visita a Fidel Castro, quien rigió los destinos de la isla entre 1959 y 2006.

Los cronistas narraron con picardía cómo Coolidge evitó consumir alcohol en público durante su breve estancia en Cuba. La llamada Ley Seca había entrado en vigor en 1920. Seguramente los corresponsales escrutarán las apariciones de Obama en busca de algún gesto “pecaminoso”, como fumar un habano o beber un mojito preparado con ron Havana Club.

Anécdotas aparte, Obama trascenderá como el político que desató uno de los nudos diplomáticos más enconados de la historia contemporánea. Los cubanos difícilmente olvidarán a este mulato esbelto, que camina como cualquier basquetbolista de un barrio habanero, cuyas palabras el 17 de diciembre de 2014 abrieron un surco luminoso en cinco décadas de oscuridad.