Pospone la jubilación para cambiar escuela indígena

CHILPANCINGO, Gro., mayo 15 (EL UNIVERSAL).— Hace 11 años, el profesor Hipólito Hernández Ojéndiz planeaba jubilarse; le quedaban dos años de servicio para cumplir la antigüedad. En esos días recibió una invitación o más bien un reto: hacerse cargo de la primaria de la colonia multicultural Emperador Cuauhtémoc, en Chilpancingo.

El reto era inmenso, la primaria tenía cinco años de fundada, pero no tenía profesores ni aulas, ni el reconocimiento de las autoridades educativas. El trabajo que tenía enfrente era proporcional al desafío, pero había niños y niñas con la necesidad de ir a la escuela. Hipólito lo aceptó y se olvidó de su jubilación.

"Nos metimos en el trabajo, la dinámica nos envolvió y se fueron rápido los años y de hecho se nos están yendo", dice Hipólito sentado en el escritorio de la precaria aula.

Trabajo es lo que sobra en esta primaria. Cuando llegó, Hipólito era el único profesor que atendía a los niños de los seis grados. Se multiplicaba para poder estar con todos.

"Le dejaba un trabajo a un grupo mientras iba a ver al otro y cuando ya no podía, le pedía a los más avanzados que me ayudaran, fueron días muy cansados, de mucho estrés", recuerda el profesor.

En algunos días, cuenta, pobladores subían para ayudarle, sobre todo Edna Karime Abad Salgado y Carlos Hernández, dos jóvenes que contaban con licenciatura.

Todo esto lo hacía prácticamente sin nada. Daba clases en dos aulas de adobe, con techo de lámina y piso de tierra que los padres y madres de los estudiantes construyeron con sus manos y con su propio dinero.

También se tuvo que enfrentar al desconocimiento oficial. La escuela durante casi 15 años funcionó como un módulo de otras. Es decir: para la Secretaría de Educación en Guerrero (SEG) no existió hasta que tuvo clave, la cual obtuvieron en 2020, pero el camino no fue nada fácil, pues las autoridades, recuerda, pusieron más obstáculos que soluciones.

"Nos ponían cualquier pero en la SEG; hay un desprecio y un racismo por la educación indígena, venían a desmoralizarnos", interviene Hugo Juárez Ocampo, un integrante de la Comisión Colectiva de la colonia.

La colonia es habitada desde 2006 por pobladores de los cuatro pueblos originarios de Guerrero: los ñomndaa, na savi, me’phaa y nahuas que tuvieron que salir de sus comunidades para buscar sobrevivir en la capital.

La escuela ahora sí existe para las autoridades: el Instituto Guerrerense de la Infraestructura Física Educativa (IGIFE) en estos momentos construye dos aulas, los sanitarios y la dirección.

Ahora, en la primaria el panorama es distinto al de hace 11 años. A Hipólito le ayudan tres profesores que atienden a 54 niños que hablan el nahua y me’phaa.

Pese a todos estos logros, Hipólito no piensa en jubilarse aún. Dice que hay mucho por hacer.

"Estos niños tienen muchas ganas de salir adelante. No tenemos las condiciones adecuadas, pero yo me acuerdo que cuando era niño era igual, la gente que sufre es la gente que sale adelante", afirma el docente.