Los tres posibles escenarios que ofrece el coronavirus a partir de ahora

Precauciones frente al coronavirus en el aeropuerto de Cracovia con pasajeros procedentes de Milán | imagen Omar Marques/Getty Images
Precauciones frente al coronavirus en el aeropuerto de Cracovia con pasajeros procedentes de Milán | imagen Omar Marques/Getty Images

Era difícil, francamente difícil, y no ha podido ser. Contener una epidemia de un virus, con un alto R0, que según las últimas estimaciones se sitúa o incluso supera el 3, era una minuciosa y delicada labor que China, a pesar de sus esfuerzos multitudinarios, no ha conseguido llevar a cabo. Las actualizaciones se suceden diariamente y en estos momentos ya hay 34 países afectados, incluyendo a España, y algunos focos estables, además de China, como el Norte de Italia, Corea del Sur o Japón. Técnicamente estamos ya ante una pandemia y si la Organización Mundial de la Salud aún no la ha declarado oficialmente es, posiblemente, por cautela ante la reacción sobredimensionada que obtuvo en anuncios similares en el pasado (todos recordamos casos de gripe aviar o la pandemia de influenza N1H1 en el año 2009).

Pero cuidado al usar términos científicos de manera coloquial, porque la imagen popular de esta palabra se ha malinterpretado, tergiversado y exagerado hasta la saciedad, en gran parte por su frecuente uso en la literatura y cine de ciencia ficción, por lo que debemos tener en cuenta que el término pandemia tiene un significado concreto y específico que se utiliza en el ámbito científico cuando se dan determinadas circunstancias.

Una epidemia ocurre cuando la cantidad de personas que experimentan una infección es mayor que la cantidad que se espera dentro de un país o parte de un país. Si una infección se generaliza en varios países al mismo tiempo, entonces se denomina pandemia siempre que un virus nuevo (que no haya circulado con anterioridad) afecte de manera sostenida (no importada), eficaz, simultánea y continua, a tres regiones del entorno de la OMS.

Las seis regiones de la OMS
Las seis regiones de la OMS

Con las noticias más recientes, y contando con varios focos estables de infección en diferentes regiones OMS, ya se podría hablar técnicamente de pandemia, de hecho muchos expertos esperan una calificación oficial a no mucho tardar. La pregunta ahora es qué puede ocurrir con el coronavirus a partir de aquí…

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Haciendo un hueco en su apretada agenda mediática, agradecemos la ayuda de Ignacio López-Goñi, experto microbiólogo y uno de los más conocidos divulgadores en este campo, para dibujar algunos de los posibles panoramas que se despliegan ante nosotros.

“Se plantean tres posibles escenarios, es muy difícil prever qué ocurrirá en las próximas semanas o meses, y mucho menos asegurar cuál de estas tres opciones será la que suceda realmente”, explica el microbiólogo.

El primer escenario, y el más favorable, sería que este nuevo coronavirus se terminara desinflando y desapareciendo como ocurrió con el SARS en 2003. Por aquel entonces, un coronavirus similar al actual SARS-CoV-2, surgió en China, se extendió a diferentes países afectando a 8000 personas y causando la muerte de 765 de ellas. Aquel SARS de 2003 tuvo un punto máximo entre mayo y junio, y finalmente fue desapareciendo. Actualmente, no hay transmisión conocida de SARS en ninguna parte del mundo, y eso también podría suceder con el nuevo coronavirus.

Evolución del SARS en 2003
Evolución del SARS en 2003

El segundo escenario posible es que el virus se convirtiera en estacionario. Con frecuencia las epidemias ocurren en ciclos u oleadas en los que se suceden periodos de baja actividad con nuevos auges. Los diferentes tipos de gripe son un ejemplo de este tipo de pandemias. La característica más definida de los virus es su capacidad de mutar y podríamos encontrarnos un escenario en el que el nuevo coronavirus se estableciera como virus común y actuara de manera cíclica. Es un escenario preocupante porque, a pesar de que las estimaciones actuales de mortalidad asociada al nuevo coronavirus lo sitúan en un rango parecido al de otras infecciones respiratorias serias causadas por virus, significaría añadir un nuevo problema grave de salud de manera global.

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En estos días, y para quitarle hierro al asunto, muchos están comparando el nuevo virus con la gripe. Se ha hecho muy popular el vídeo del periodista Lorenzo Milá intentando desdramatizar la mortalidad del virus y, aunque tiene algo de razón, también podemos caer en la tentación de infravalorar la cuestión. “Es un poco más grave que una gripe”, he escuchado en diferentes medios, y aunque posiblemente lo digan con buena intención, lo cierto es que no es una gripe, es una neumonía, y en todo caso la gripe es la causante de más de medio millón de muertes al año… no parece conveniente tener un nuevo virus estacional “un poco más grave”.

El tercer escenario posible es el más serio de todos, pero afortunadamente también es el más improbable, y consiste en que el virus termine siendo endémico. La malaria en África es un ejemplo de enfermedad endémica y, aunque no tiene el mismo origen, nos puede dar una idea de lo que representa. Las enfermedades endémicas son aquellas enfermedades infecciosas que afectan de forma permanente, o en determinados períodos a una región. Si la pandemia del coronavirus se extendiera, de manera constante en el tiempo y por todo el planeta, podría convertirse en enfermedad endémica afectando a cientos de millones de personas.

Como suele suceder, en estos tres posibles escenarios hay noticias buenas y noticias malas. Empezamos por las buenas: se hace poco hincapié en el esfuerzo científico que se está desarrollando. Desde la aparición del coronavirus en diciembre de 2019 se ha realizado muy buena ciencia que ha llevado a un importante número de estudios. Los investigadores están realizando su trabajo de manera rápida y eficaz, y ya se ha catalogado el virus, se ha obtenido el genoma, se han obtenido grandes avances en sistemas de detección y diagnóstico, y es probable que pronto contemos con una vacuna.

Las malas noticias también nos muestran un precedente. En 2009, un nuevo virus apareció en escena y fue imposible de contener. Se denominó gripe A (H1N1) y se ha convertido en un virus estacional, un camino que parece seguir el actual coronavirus. En un artículo publicado en The Atlantic, el profesor de epidemiología de Harvard Marc Lipsitch no parece muy optimista: "Creo que el resultado probable es que, en última instancia, no se podrá contener". En esa misma publicación el segundo escenario es el que cuenta con más aceptación: “El consenso emergente entre los epidemiólogos es que el resultado más probable de este brote es una nueva enfermedad estacional. Con los otros cuatro, no se sabe que las personas desarrollen inmunidad duradera. Si este sigue su ejemplo, y si la enfermedad sigue siendo tan grave como lo es ahora, la temporada de resfriados y gripe podría convertirse en la temporada de resfriados y gripe y COVID-19”.