Portugal acoge una muestra de maestros de la fotografía mundial en el municipio de Viana do Castelo
¿Cómo Vila de Punhe, una pequeña localidad del municipio de Viana do Castelo, se convirtió en el escenario de la que probablemente sea la exposición de fotografía más importante y completa de Portugal en estos momentos?
La respuesta está en Diamantino Quintas: La historia de los Encuentros Fotográficos de Neves, expuesta en el Fórum Cultural de Neves hasta finales de año, es ante todo la historia de un joven que dejó su pueblo por París, fundó un laboratorio fotográfico que hoy es referencia mundial, pero nunca olvidó de dónde venía.
A los 19 años, antes de marcharse a Francia, Diamantino tomó una fotografía de las orillas del río Neiva, donde solía bañarse con sus amigos. Más de 40 años después, durante una conversación, se le ocurrió la idea de ofrecer la foto a su ciudad natal, más concretamente al recién inaugurado Foro Cultural de Neves.
Del regalo de una sola fotografía, la idea pronto evolucionó hasta convertirse en una exposición que repasa los principales autores con los que Diamantino trabaja como revelador/ampliador. La muestra reúne más de 100 obras de 29 fotógrafos, desde monstruos sagrados como Gilles Caron y Agnès Varda hasta nombres emergentes como Karen Paulina Biswell o Michella Bredahl. El lote está compuesto en su mayoría por autores franceses o afincados en Francia, e incluye también a las portuguesas Silvy Crespo y Juliana Maar.
Vea una selección de las fotografías expuestas en la siguiente galería:
Guardián de un arte casi desaparecido
Diamantino Quintas, se relaciona con grandes nombres de la fotografía, las llama suyas desde hace muchos años: fue Robert Doisneau quien confió en él en sus últimos años para imprimir sus fotos para las exposiciones, una relación que continuó con la familia tras la muerte del fotógrafo en 1994. La familia de Gilles Caron, trágicamente desaparecido a los 30 años en 1970 mientras realizaba un reportaje en Camboya, también trabaja exclusivamente con él para imprimir fotografías. Pero no son los nombres lo que impresiona a este 'minhoense' de 63 años: "No me importa si son nombres importantes o no, lo que me interesa son las cualidades humanas de la persona. Ese es el aspecto que me gusta cultivar", afirma.
Uno de los aspectos de esta exposición que la diferencia de otras es precisamente que sitúa en el centro no la figura del fotógrafo, sino la del ampliador, normalmente a la sombra de los artistas para los que trabaja.
En un mundo casi 100% digital, Diamantino Labo Photo va a contracorriente y apuesta por lo 100% analógico: aquí todo parte del negativo y continúa con procesos exclusivamente artesanales y analógicos. Eso es lo que hace que este laboratorio sea único en el mundo: "Hay muchos artesanos haciendo copias fotográficas analógicas, a nivel individual. Pero a nivel profesional, con un equipo de varias personas, soy el único en el mundo que lo hace en este momento", afirma. Diamantino tiene cinco personas trabajando para él en su laboratorio de París.
Si el arte de la fotografía analógica estuvo a punto de desaparecer, él no lo deja morir e incluso le ha dado una nueva vida: "No veo lo digital como una amenaza. Quizá si no hubiera aparecido lo digital, mi laboratorio ya no existiría", añade.
Juliana Maar trabajaba solo con digital hasta que conoció a Diamantino. "Lo conocí a través de unos amigos fotógrafos franceses y me quedé maravillada con su trabajo", cuenta. La curiosidad se apoderó de ella y empezó a centrarse en la fotografía analógica, un trabajo que ha ido desarrollando en colaboración con el mentor de estos encuentros.
Aquí podemos ver una serie de fotografías centradas en el tema que es la principal constante en la obra de Juliana Maar: autorretratos y variaciones sobre el cuerpo femenino. "Mi trabajo es muy personal, es un trabajo de diarista. Intento transmitir mi mensaje a través del cuerpo, a veces de forma metafórica, otras rompiendo la idea de que el cuerpo desnudo es algo sexualizado", explica.
Si la planta inferior del foro está dedicada al trabajo de los 29 fotógrafos, la superior está decorada bajo el signo de la amistad: junto a la foto que Diamantino hizo del río Neiva, hay fotografías de tres amigos de la tierra con los que creció y que también se enamoraron de la fotografía, entre ellos el otro gran creador de estos encuentros, Domingos Jaques.
Porque la amistad y el compartir son las principales razones de este evento. Preguntado sobre la importancia de mostrar lo que hace a la gente con la que creció, Diamantino responde: "Más que mostrar, lo importante para mí es compartir. Ese es mi propósito".