Entre porras, ambulantaje y una “misión cumplida”, así fue como la inauguración del AIFA se convirtió en un mitin político

Vendedores en el AIFA
Vendedores en el AIFA

Este 21 de marzo, día del natalicio de Benito Juárez, el presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró la primera gran obra de su sexenio y eso se notaba en el ambiente.

Vestido de traje oscuro, camisa blanca y corbata roja, el mandatario apareció puntual a las 7:00 para ofrecer su habitual conferencia mañanera, pero esta vez desde uno de los salones del nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

Llegó a la improvisada sala de conferencias sonriente, relajado, escuchando de fondo el eco de los aplausos que estallaron minutos antes en una sala contigua, cuando el primer vuelo con dirección a Villahermosa, Tabasco, despegó de la terminal aérea de dos niveles y tres pistas.

Tras él, lo escoltaban en fila muchas personas vestidas de verde militar que se esparcieron por los asientos del templete. Luego entraron los civiles: los gobernadores priistas Alfredo del Mazo, del Edomex, y Omar Fayad, de Hidalgo; la jefa de gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum; la titular de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, y el canciller Marcelo Ebrard.

Ricardo Sheffield, titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), arrancó con su tradicional “Quién es quién en los precios de la gasolina”, pero pocos lo escucharon. La expectativa estaba puesta donde el presidente aguardaba meditativo junto a una imagen de Benito Juárez y una de Felipe Ángeles, general que da el nombre al nuevo aeropuerto.

Después de Sheffield, el presidente tomó de nuevo el atril y serio comenzó a hablar de las características del AIFA. Ante las primeras preguntas de la prensa, prefirió dar paso a los responsables militares encargados de la obra para que la presumieran: más de 3 mil 800 hectáreas de terreno, una previsión de 20 millones de pasajeros solo para el primer año, pistas aptas para cualquier avión, etcétera.

Pero pronto, López Obrador se mostró en estado puro.

Empezó afirmando que se había tardado menos de 40 minutos en llegar desde Palacio Nacional, en el Centro Histórico de la CDMX. “Claro, salí a las 5 de la mañana y en día festivo, pero nunca he hecho mucho tiempo para llegar hasta acá”, dijo encogiendo los hombros, restándole importancia a las críticas vertidas especialmente en Twitter, donde usuarios señalan que la distancia y los tiempos para llegar al AIFA —en algunos casos por encima de la hora y media— pueden desincentivar su uso.

Luego, el presidente comenzó a desempolvar tuits y ajustar cuentas pendientes con quienes considera sus adversarios y pusieron en duda que la obra estuviera terminada en solo dos años y medio. “Cuando dijimos que el 21 de marzo estaría terminado el aeropuerto, dijeron que era imposible. Bien, pues va un abrazo para ellos”, dijo riendo ante las cámaras que lo grababan y fotografiaban.

Entre las dedicatorias personales también estuvo el youtuber Chumel Torres, del que rescató varios tuits, como uno que descalificaba el AIFA como “central avionera” u otro que rezaba: “Quiero que nuestro amor sea como el Aeropuerto de Santa Lucía y que no termine nunca”. Tras leer ambos tuits, el presidente miró a las cámaras y de nuevo, con una sonrisa irónica, dijo: “¡Láaaaastima, Chumel!”.

“Dijeron que el aeropuerto no estaría terminado, ni la Refinería de Dos Bocas, ni el Tren Maya. Y pues ya va una gran obra de tres… y la refinería estará lista para este próximo mes de junio”, insistió el presidente, que no perdió la oportunidad para citar a su gran mentor: “A los retrógrados hay que hablarles fuerte y seguido porque no escuchan, decía el presidente Juárez”.

Finalmente, tras evadir una pregunta sobre el pleito entre Julio Scherer, su exconsejero jurídico; Olga Sánchez Cordero, extitular de Gobernación, y Alejandro Gertz Manero, actual fiscal general, luego de que Scherer los acusara de confabular en su contra para abrirle procesos judiciales, López Obrador dio por terminada la conferencia, y se dirigió a la nueva torre de control para presenciar la llegada de un vuelo procedente de Tijuana.

Precisamente ahí, en un acto privado sin presencia de la prensa, tuvo lugar la anécdota de la jornada.

Como consta en un video que se filtró y se hizo viral al instante, el presidente preguntó a un operador aéreo en cuánto tiempo llegaría el vuelo de Tijuana. El operador respondió que “no más de cinco minutos”, y casi al mismo tiempo, la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, bromeó “no, menos, como…” y soltó una carcajada al recordar una anécdota del entonces presidente Enrique Peña Nieto, cuando el priista dijo en septiembre de 2017, tras los sismos registrados ese año, que estaba por descender su avión en Oaxaca. “Estamos como a un minuto, no, menos, como a cinco minutos”, dijo en esa ocasión, para escarnio de las redes sociales por el manifiesto error.

De inmediato, Gutiérrez Müller se llevó la mano a la pañoleta que llevaba anudada al cuello y trató de restar importancia al momento incómodo, soltando otra carcajada y un “¡Ay, se me salió del alma!”, pero la broma evocando a Peña Nieto ya había causado un gesto serio en su esposo.

Hora y media desde Santa Fe… y sin tráfico

Mientras esto sucedía a más de 80 metros de altura en la torre de control, en el segundo nivel del AIFA, en la zona de salidas, a las 10:30 de la mañana comenzaban a desfilar como en un hormigueo los primeros pasajeros que llegaban para subir a un vuelo. Y un nivel más abajo, llegaban con sus maletas y bolsos quienes recién habían aterrizado.

Los periodistas, ávidos por conocer las experiencias de los primeros pasajeros del AIFA, se abalanzaron sobre ellos.

Allan, un joven de unos 30 años, dijo con orgullo que era “de los primeros pasajeros”. Iba con destino a Cancún y compró el boleto cinco meses atrás por apenas mil 100 pesos, ida y vuelta. Aunque, eso sí, para evitar que un taxi desde Santa Fe le costara más caro que el propio boleto de avión, tuvo que tomar una camioneta tipo van en una central camionera, que tardó hora y media en llegar a la nueva terminal. “Sí se me hizo un viaje muy largo, la verdad. Y eso que veníamos sin tráfico porque es puente”, expuso.

La señora María Robles llegó procedente del vuelo inaugural de Tijuana, que fue recibido sobre la nueva pista con chorros de agua de colores. Cuestionada sobre por qué decidió tomar un avión con destino al AIFA, respondió que se trataba de un obsequio de sus hijos: “Siempre veo las mañaneras del presidente y me lo regalaron”.

Enrique Ramos, habitante de Tecámac, municipio vecino de Zumpango, donde está localizado el AIFA, fue al nuevo aeropuerto sin maletas, simplemente para visitarlo y conocerlo. “Es una obra muy importante para el país y, sobre todo, para quienes vivimos en el Estado de México”, dijo.

“La gente del Distrito (CDMX) se queja mucho de los tiempos de trayecto para llegar aquí, pero nosotros también tenemos que invertir hasta tres o cuatro horas para llegar a tiempo a nuestro vuelo en la Ciudad de México. En cambio, con el AIFA, vamos a tener más opciones”, agregó el mexiquense, que dijo que tardó solo 15 minutos en llegar.

Minutos antes de las 11:00, cuando estaba previsto que el presidente apareciera de nuevo para develar la placa de inauguración, cientos de personas, en su mayoría procedentes de localidades vecinas al AIFA, entraron al inmueble y prendieron el ambiente. Algunos llegaron en camiones privados, otros en transporte público y otros en sus vehículos.

De pronto, el evento en el AIFA comenzó a parecerse más a un mitin político que a la inauguración de una obra. Los gritos de apoyo al presidente se multiplicaron, como también las mantas, lonas y pancartas, que pedían votar el 10 de abril en la revocación del mandato a favor de López Obrador.

Incluso, entre el performance de la jornada, hubo quienes se presentaron disfrazados de “periodistas” con billetes falsos pegados a la ropa para mostrar su apoyo al presidente, mientras que otros mostraban su respaldo bailando o tocando instrumentos.

En la inauguración no faltó el ambulantaje dentro del mismo aeropuerto, donde se vendían pines de López Obrador a 30 pesos, muñequitos y libros, y se regalaban fotografías con una imagen de cartón de tamaño real del mandatario. Tampoco faltó la comida casera, como las doradas que, a falta aún de que los negocios y restaurantes comiencen a operar en la nueva terminal, fueron el hit de la jornada para quienes se acercaban con la mujer que se coló para venderlas a dos manos.

“Misión cumplida”

Finalmente, pasadas las 11:00 y pasado el desliz de Beatriz Gutiérrez Müller, López Obrador hizo de nuevo aparición por una de las salas de recogida de equipaje. Ahí lo esperaban bandas de música, diputados, gobernadores, senadores, ideólogos, gurús de la “4T” y muchos periodistas.

En esta ocasión, el presidente no tomó la palabra, argumentando la veda electoral con motivo de la revocación de mandato, aunque un par de horas antes ya se había explayado frente a las cámaras. Quien sí habló fue el gobernador Del Mazo, cuyo discurso —que no escatimó en alabanzas hacia López Obrador— levantó más de una ceja entre los asistentes.

“Este aeropuerto muestra la capacidad del presidente de México para cumplir sus retos y propósitos”, dijo Del Mazo con tono solemne.

“Hoy, el presidente ha demostrado que la ética, la austeridad, la honestidad y la constancia es el camino para obtener buenos resultados”, insistió el priista, primo de Peña Nieto.

Durante algo más de una hora, por el templete también pasaron Fayad y Sheinbaum, quien no se quedó atrás en alabanzas.

“Estoy profundamente emocionada por esta obra. Vivimos momentos extraordinarios. México está de fiesta. Y levanta el vuelo gracias al nuevo aeropuerto Felipe Ángeles”, aseguró la jefa de gobierno.

Y a continuación, lo que vino fue la repetición de las mismas palabras clave que se expusieron constantemente en la jornada: “inauguración en tiempo récord”, “magna obra”, “aeropuerto de talla mundial”, “sí se pudo” y, sobre todo, “misión cumplida”.

De hecho, con esta última frase fue con la que los militares dieron por terminado el evento, para entregar simbólicamente la obra a López Obrador, quien sonriente recibió la placa conmemorativa y selló así la inauguración del AIFA.

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