Por qué es tan peligroso que EEUU le dé la espalda al Acuerdo de París
El Acuerdo de París es uno de los más importantes esquemas de cooperación internacional de los tiempos recientes y uno que tiene un objetivo crucial en el futuro de la humanidad: reducir la emisión de gases de efecto invernadero que, como lo ha mostrado abrumadoramente la evidencia científica, contribuyen de modo sustantivo al cambio climático y al calentamiento del planeta.
Pero Donald Trump ha decidido finalmente dar la espalda al resto del mundo en un equívoco afán de poner a ‘Estados Unidos primero’ y ha sacado al país del Acuerdo de París.
En realidad, si la humanidad no logra frenar la emisión de esos gases y el calentamiento resultante continúa, el futuro de los estadounidenses también estará en elevado riesgo. Por ello, sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París implica, pese a lo que arguye la Casa Blanca, un severo y peligroso detrimento para el país y el mundo.
Pero eso al parecer no es prioridad para Trump, si bien aún no están claros los detalles, procedimientos y alcances de la decisión tomada por el presidente estadounidense.
El panorama, con todo, es ominoso. En 2012 Trump dijo en Twitter que “el concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos para volver a las manufacturas estadounidenses no competitivas” y con reiterada insistencia, incluso durante los pasados debates presidenciales, ha debatido la validez de la evidencia científica al respecto del cambio climático.
The concept of global warming was created by and for the Chinese in order to make U.S. manufacturing non-competitive.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 6, 2012
Y existe también la posibilidad de que su animadversión a ese acuerdo tenga raíces en su afán de rechazar y desmantelar el ‘legado’ de Barack Obama, del cual la negociación y firma del Acuerdo de Paría es una de sus piezas centrales. Serían la víscera o la revancha, y no solo la estrategia y la visión de largo alcance, factores que también estarían influyendo en este aspecto.
Trump está convencido de que la permanencia del país en ese acuerdo frenaría la creación de empleos en ciertas áreas, como los Apalaches y el Oeste, sedes de industrias de extracción de carbón, petróleo y gas. Es de suponer, partiendo de ello, que el presidente considera que el Acuerdo de París tiene implicaciones negativas para la economía estadounidense y en particular para los habitantes de esas regiones del país, que votaron por él en grandes números, y que dependen de las industrias energéticas tradicionales y más contaminantes.
Esa noción es desde luego debatible, e incluso concediendo que la reducción de emisiones prevista en el Acuerdo de París merme la actividad de sectores contaminantes, en el balance a gran escala los beneficios (y la reducción de otros riesgos) de ese marco para el país y los estadounidenses en general serían sustancialmente mayores y duraderos.
Si el calentamiento global continúa y rebasa los niveles críticos, que se han situado en 2 grados centígrados por encima del promedio general, las consecuencias podrían ser terribles para la humanidad. Lluvias devastadoras, sequías interminables, subida de los niveles del mar e inundación de multitud de ciudades y áreas costeras, pérdida de inmensas áreas para la agricultura, carencia de agua potable y ampliación de epidemias (por ejemplo, las causadas por mosquitos que podrían colonizar áreas mucho más al norte que hasta ahora) son posibilidades severas que podrían desatarse.
El Acuerdo de París busca, justamente, evitar que se rebase el límite de los 2 grados centígrados de calentamiento y se propone propiciar que éste se quede en no más de 1.5 grados.
Además, en lo político y militar el calentamiento del planeta también implica otros peligros. Como lo indicó el propio secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, el cambio climático es visto por militares en todo el mundo “como una amenaza global a la paz y la seguridad…. Todos estamos conscientes de la convulsión política y las tensiones sociales que han sido generadas por los movimientos masivos de refugiados”, según informó la televisora CNBC.
Si el calentamiento global desatara crisis como las antes mencionadas, es previsible que ingentes masas de personas, mucho más que las que se han visto hasta ahora, que son de por sí una cantidad considerable, trataría de salir de las zonas más afectadas para migrar a los países desarrollados. Un flujo que, dada la actitud de Trump hacia los refugiados, no estaría en el interés de su política pero que sería una posible y dolorosa consecuencia de un calentamiento global incontrolado.
Pero al parecer a Trump esas posibilidades no le convencen, o quizá piensa que son falsas o controlables de modo unilateral. En ese sentido, otra consecuencia importante de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París es una nueva ratificación del proceso de aislamiento internacional que, al parecer, la Casa Blanca tiene previsto y que se expresa en su distancia de la OTAN y, ahora, de los mecanismos internacionales sobre el cambio climático.
I will be announcing my decision on the Paris Accord over the next few days. MAKE AMERICA GREAT AGAIN!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) May 31, 2017
Trump quizá clame que todo ello es parte de su política de ‘Estados Unidos primero’ pero, como se ha dicho, en realidad implica una pérdida de liderazgo internacional y un trastocamiento de balances y alianzas que, aunque han sido controversiales, han estado en la base de la hegemonía estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Con todo, no todos en la administración estarían a favor de abandonar el Acuerdo de París y el propio secretario de Estado, Rex Tillerson, estaría abogando ante Trump a favor de seguir dentro de ese mecanismo. De acuerdo a CNN, el secretario de Energía, Rick Perry, también estaría a favor de continuar con el acuerdo.
Pero otras voces de peso, entre ellas las de importantes legisladores republicanos, Steve Bannon (cercano consejero de Trump) y el titular de la Agencia de Protección Ambiental, Scott Pruitt (un intenso opositor a las regulaciones de protección del medio ambiente), han estado promoviendo que el presidente haga buenas sus promesas de campaña de sacar al país del Acuerdo de París y de abatir al máximo las regulaciones medioambientales.
Y, ciertamente, el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París no significa que la catástrofe global esté ya sentenciada o que todos los otros países firmantes (sobre todo China, India y Rusia, grandes emisores de gases) vayan a salir también o incumplan lo pactado. Pero sí añade incertidumbres y obstáculos a un instrumento internacional muy necesario que, por su potencial, debería tener vía libre para desarrollar en todo lo posible su labor de mitigación y prevención de la emisión de gases de invernadero.
Trump acompañó el anuncio del retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París con la propuesta de una renegociación, de modo que el presidente pueda decir que a la vez que cumple sus promesas de campaña está dispuesto a crear políticas públicas medioambientales a la medida de los estadounidenses y sin ataduras con el extranjero. Pero países como Italia, Francia y Alemania ya le han avisado de que no hay nada que renegociar y que el acuerdo parisino se queda como está, aunque Estados Unidos lo haya abandonado.