¿Por qué somos tan malos verificando hechos? ¿No lo crees? Contesta estas dos preguntas

No cuestionamos automáticamente la información que leemos o escuchamos. Gaelfphoto/Shutterstock.com

Responde a este cuestionario rápido:

  • En la historia bíblica, ¿qué se tragó a Jonás?

  • ¿Cuántos animales de cada tipo se llevó Moisés en el arca?

Si respondiste “ballena” a la primera pregunta y “dos” a la segunda, eres como la mayoría de las personas. De hecho, muy pocos se dan cuenta de que no fue Moisés sino Noé quien construyó el arca en la Biblia.

Los psicólogos como yo denominamos a este fenómeno la ilusión de Moisés. Es tan solo un ejemplo que nos demuestra cuán malas son las personas detectando errores factuales en el mundo que les rodea. Aunque conozcamos la información correcta, a menudo no nos damos cuenta de los errores e incluso utilizamos esos datos incorrectos en otras situaciones.

Las investigaciones en el campo de la psicología cognitiva muestran que, por naturaleza, no somos muy buenos verificando hechos y que nos resulta muy difícil comparar las cosas que leemos o escuchamos con lo que ya sabemos sobre un tema. En medio de la llamada era de las “noticias falsas”, esta realidad tiene implicaciones importantes en la manera en que consumimos el periodismo, las redes sociales y cualquier otro tipo de información pública.

No notamos lo que sabemos que está mal

La ilusión de Moisés se ha estudiado en varias ocasiones desde la década de 1980 usando diferentes preguntas. El hallazgo clave indica que, aunque las personas conocen la información correcta, no se dan cuenta del error y responden a las preguntas.

En el estudio original, el 80 % de los participantes no notaron el error a pesar de haber respondido correctamente a la pregunta sobre quién llevó los animales al Arca. El fallo se mantuvo incluso cuando les advirtieron a los participantes que algunas de las preguntas tendrían algún error y les dieron un ejemplo de una pregunta incorrecta.

¿Quién alineó a los animales de dos en dos? Edward Hicks
¿Quién alineó a los animales de dos en dos? Edward Hicks

La ilusión de Moisés demuestra lo que los psicólogos denominan como abandono del conocimiento: es decir, las personas tienen un conocimiento relevante, pero no lo usan.

Mis colegas y yo hemos estudiado el abandono del conocimiento haciendo que las personas lean historias de ficción que contienen información verdadera y falsa sobre el mundo. Por ejemplo, una historia es sobre el trabajo de verano de una persona en un planetario. Parte de la información de la historia es correcta: “Por suerte, tuve que usar un enorme traje espacial viejo. No sé si se suponía que debía ser alguien en particular, tal vez se suponía que era Neil Armstrong, el primer hombre en la luna”. Pero también hay información incorrecta: “Primero tuve que revisar todos los hechos astronómicos regulares, comenzando por cómo funciona nuestro sistema solar, que Saturno es el planeta más grande, etc.”.

Más tarde, les aplicamos a los participantes un test de trivial con algunas preguntas nuevas (¿Qué piedra preciosa es de color rojo?) y algunas preguntas relacionadas con la información de la historia (¿Cuál es el planeta más grande del sistema solar?). Descubrimos con cierto grado de fiabilidad el efecto positivo de leer información correcta en la historia: es más probable que los participantes respondan correctamente a la pregunta “¿Quién fue la primera persona en pisar la luna?”. Pero también constatamos el efecto negativo de leer información errónea: los participantes tienen menos probabilidades de recordar que Júpiter es el planeta más grande y tienen más probabilidades de responder que es Saturno.

Los efectos negativos de leer información falsa se producen incluso cuando la información incorrecta contradice directamente el conocimiento previo de las personas. En otro estudio, mis colegas y yo les pedimos a las personas que se sometieran a un test de trivial dos semanas antes de leer las historias. Así podíamos saber qué información conocía o no cada persona. A pesar de ello, los participantes aprendieron información falsa de las historias que leyeron. De hecho, existía la misma probabilidad de recoger información falsa de las historias tanto cuando esta correspondía con su conocimiento previo como cuando lo contradecía.

¿Puedes mejorar tu habilidad para notar la información incorrecta?

A menudo las personas no notan los errores en sus lecturas y los usarán en situaciones posteriores. Pero, ¿qué podemos hacer para evitar la influencia de la desinformación?

La experiencia o un mayor conocimiento pueden ayudar, pero no resuelven el problema. Incluso los estudiantes de posgrado de Biología intentarán responder a preguntas distorsionadas como “El agua contiene dos átomos de helio, ¿cuántos átomos de oxígeno tiene?”. Aunque es menos probable que las respondan pasando por alto el error en comparación con los estudiantes de posgrado de historia. Ese patrón se invierte en el caso de las preguntas relacionadas con la historia.

Muchas de las intervenciones que mis colegas y yo hemos implementado para intentar reducir la dependencia de las personas a la información errónea han fallado o incluso han tenido efectos contraproducentes. Al inicio pensamos que los participantes tendrían más probabilidades de notar los errores si tenían más tiempo para procesar la información. Entonces presentamos las historias en formato de audiolibro y redujimos la velocidad de la presentación. Pero en vez de usar el tiempo extra para detectar y evitar los errores, los participantes eran aún más propensos a reproducir la información errónea de las historias en un test de trivial posterior.

Luego intentamos resaltar la información crítica usando una fuente roja. Advertimos a los lectores que se fijaran especialmente en la información presentada en rojo con la esperanza de que prestarle atención a la información incorrecta les ayudaría a notar y evitar los errores. En cambio, prestaron más atención a los errores y, por lo tanto, tenían más probabilidades de repetirlos en la prueba posterior.

Lo único que parece ayudar es posicionarse como un verificador de hechos profesional. Cuando los participantes reciben instrucciones de editar la historia y resaltar cualquier declaración inexacta, es menos probable que aprendan información errónea de lo que leen. Esos mismos resultados se producen cuando los participantes leen las historias oración por oración y deciden si cada oración contiene un error.

Es importante tener en cuenta que incluso los lectores enfocados en la “verificación de hechos” pasan por alto muchos de los errores y siguen aprendiendo información falsa de las historias. Por ejemplo, en la tarea de detección de oración por oración, los participantes detectaron alrededor del 30 % de los errores. Pero, dado su conocimiento previo, deberían haber sido capaces de detectar al menos el 70 %. Por lo tanto, este tipo de lectura cuidadosa ayuda, pero los lectores siguen pasando por alto muchos errores y los usarán en pruebas posteriores.

No tenemos una tendencia natural a rechazar críticamente toda la información que encontramos. hitesh014/Pixabay.com, CC BY

Las peculiaridades de la psicología nos hacen pasar por alto errores

¿Por qué los seres humanos somos tan malos notando los errores y la desinformación? Los psicólogos creen que depende de al menos dos factores.

Primero, las personas tienen un sesgo general que las lleva a creer que las cosas son ciertas. A fin de cuentas, la mayoría de las cosas que leemos o escuchamos son verdaderas. De hecho, existe cierta evidencia de que inicialmente procesamos todas las declaraciones como verdaderas y luego se requiere un esfuerzo cognitivo para marcarlas mentalmente como falsas.

En segundo lugar, las personas tienden a aceptar la información siempre que esté lo suficientemente cerca de la información correcta. El habla natural a menudo incluye errores, pausas y repeticiones. Por ejemplo: “Ella llevaba un vestido azul, quiero decir, negro, un vestido negro”. Un argumento es que, si buscamos mantener una conversación a la que tenemos que seguirle el hilo, aceptamos información que sea lo “suficientemente buena” y seguimos adelante.

De hecho, las personas no caen en esas ilusiones cuando es evidente que la información incorrecta es errónea. Por ejemplo, las personas no intentan responder a la pregunta: “¿Cuántos animales de cada tipo llevó Nixon en el Arca?” y la gente no cree que Plutón sea el planeta más grande después de leerlo en una historia ficticia.

En cualquier caso, detectar y corregir información falsa es un trabajo difícil y requiere luchar contra la manera en que a nuestro cerebro le gusta procesar la información. El pensamiento crítico por sí solo no nos salvará. Nuestras peculiaridades psicológicas aumentan el riesgo de que caigamos en la desinformación, los errores y la propaganda. Por eso, los verificadores de datos profesionales brindan un servicio esencial al rastrear la información incorrecta de acceso público. Son una de nuestras mejores esperanzas para detectar los errores y corregirlos, antes de que leamos o escuchemos información falsa y la incorporemos a nuestra concepción del mundo.

Este artículo fue publicado originalmente en Yahoo por The Conversation.