Polarización política retumba tras coronación de la nicaragüense Sheynnis Palacios en Miss Universo
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — La victoria de la joven nicaragüense Sheynnis Palacios como Miss Universo 2023 pasó en cuestión de días de ser “un lindo y merecido momento de orgullo y celebración” a “golpismo destructivo”.
Las palabras son de la vicepresidenta Rosario Murillo, esposa del mandatario Daniel Ortega, pero también una muestra del clima de polarización y resistencia que hay en el país contra el gobierno de Nicaragua.
La condecoración entró casi desde el primer momento en el plano político cuando miles de personas se lanzaron a las calles de Managua y otras ciudades la noche del sábado para celebrar a su primera Miss Universo, pese a que las protestas están prohibidas por la policía nicaragüense desde hace cinco años.
Y desde entonces, no han parado de surgir detalles o gestos sobre la vida, perfil y opinión de Palacios que dejan en evidencia cuestionadas decisiones y actuaciones del gobierno contra sus críticos.
La nueva Miss Universo no ha hecho pronunciamientos desde la ceremonia de coronación más allá de hablar de su pasado y de su vocación. Tampoco se ha divulgado su agenda y se desconoce si regresará próximamente a Nicaragua. Al día siguiente de su coronación Sheynnis Palacios viajó a Miami y el martes se trasladó a Ciudad de México, sede de Miss Universo 2024, donde dentro de un año entregará su reinado.
Pero las autoridades nicaragüenses sí han lanzado críticas y cuestionamientos.
Además de los comentarios del miércoles de la vicepresidenta Murillo ante la incesante proyección de Sheynnis Palacios en los medios críticos al gobierno —a los que llamó “vampiros”, “víboras” y “golpistas fracasados”—, voceros del oficialismo criticaron a la Miss Universo 2023 refiriéndose a ella como “la golpista”.
La descalificación sobrevino tras la divulgación de fotografías en redes sociales el mismo día del concurso de belleza que mostraban a la joven participando en protestas contra el gobierno de Daniel Ortega en 2018.
Activistas de la oposición la reivindicaron como “un símbolo de esperanza” y su reconocimiento en el certamen de belleza celebrado el sábado en San Salvador causó euforia y júbilo en Nicaragua.
Palacios, de 23 años, piel morena y 1,80 metros de estatura, es la primera centroamericana en ganar el certamen mundial de belleza.
Carismática y sencilla, se graduó en 2022 en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Centroamericana (UCA, jesuita), donde obtuvo una beca por su excelencia académica. Aún entonces, vendía buñuelos a sus compañeros de clase para cubrir otros gastos en sus años de universitaria, según ha relatado en entrevistas de prensa.
En las redes circuló también otra foto suya, presumiendo orgullosa su título de comunicadora social emitido por la UCA en 2022. La foto fue tomada en el campus de la universidad jesuita, que Ortega clausuró y confiscó en agosto de este año tras ordenar el bloqueo de sus cuentas bancarias y acusarla de ser un “centro de terrorismo”.
“¡Sheynnis Palacios, Miss Universo 2023, muchas felicidades! (…) ¡Gracias por llevar alegría a nuestro sufrido pueblo! ¡Gracias por hacernos tener esperanza en un futuro más hermoso para nuestro país!”, escribió en su cuenta de X monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua y primer religioso forzado por Ortega al exilio, en 2019.
En medios de prensa independientes nicaragüenses circuló esa misma noche la versión de que el gobierno de Nicaragua había ordenado impedir el ingreso de la joven al país pero que luego se retractó. Sin confirmar ni desmentir la información, el gobierno publicó un comunicado saludando su elección como un “reconocimiento de la gracia, la inteligencia y las luchas cotidianas” de Nicaragua.
En las celebraciones en las calles, hubo largas caravanas de vehículos sonando sus bocinas y personas de a pie que no temieron ondear la bandera nacional azul y blanco, que fue satanizada por el gobierno de Ortega después de que se convirtiera en símbolo de las manifestaciones de 2018. Su exhibición pública le ha costado la cárcel a decenas de opositores.
Los colores de la bandera nicaragüense se lucieron también en el traje que usó Palacios la noche de su coronación: un vestido blanco decorado con perlas sobre el cual caía una túnica azul turquesa. Hubo quienes también vieron en ella la imagen de la virgen María, la Purísima nicaragüense venerada en un país mayoritariamente cristiano y donde el gobierno ha prohibido las procesiones católicas y tiene preso a un obispo, monseñor Rolando Álvarez, condenado a 26 años de cárcel en febrero pasado.
La elección de la nicaragüense como reina universal de belleza no parece algo casual. En los últimos años el certamen ha buscado mujeres con el perfil de Palacios: seguras, inteligentes, feministas, con licenciatura o posgrado, e interesadas en apoyar una o varias causas sociales.
En Managua, Sheynnis fue presentadora de televisión y creó un podcast llamado “Entiende tu mente”, para ayudar a jóvenes o niñas con problemas de ansiedad. Ella misma estuvo a punto de quitarse la vida. “Me hice daño en los brazos, me arranqué mi cabello”, ha dicho al confesar que padeció esa enfermedad y que la ha superado con terapia y ejercicios de respiración.
Nacida en un hogar humilde de la ciudad de Diriamba, a 42 kilómetros al sur de Managua, aprendió de su abuela a preparar nacatamales, un plato típico hecho a base de maíz y carne, y los deliciosos buñuelos, postre de yuca, queso y miel.
“Cualquier trabajo honrado enaltece y dignifica”, repite Palacios al referirse a su origen. Dice que lo aprendió de su madre, Raquel Cornejo, que crió sola a sus dos hijos y que no hace mucho se mudó a Estados Unidos aprovechando las facilidades otorgadas por el gobierno del presidente Joe Biden a inmigrantes nicaragüenses y venezolanos.