Analicemos las ventajas e inconvenientes del plan para exterminar a los mosquitos

Mosquito tigre, Aedes albopictus
Mosquito tigre, Aedes albopictus

Esta semana la plataforma Live Science destacaba una interesante cuestión entre sus noticias: ¿Deberíamos aniquilar a todos los mosquitos del planeta? Durante los últimos años esta pregunta se ha convertido en tema recurrente porque los avances científicos, tecnológicos y sobre todo, genéticos nos están acercando al momento en que esa posibilidad pronto será una realidad. En apenas unas décadas hemos pasado de las tímidas propuestas y discretos experimentos de laboratorio y empezamos a ponernos manos a la obra con diferentes planes ya en marcha. Florida aprobó un plan para liberar 750 millones de mosquitos modificados genéticamente, Australia inició un estudio piloto liberando 3 millones y hasta Google, mediante su filial científica Verily, ha anunciado su propio proyecto tras años de experimentación. Después de tantos estudios, de ensayos y noticias en medios de comunicación, lo cierto es que estamos alcanzando el punto en el que realmente podemos llevarlo a cabo.

Por un lado las ventajas son fáciles de intuir. Los mosquitos son vectores de diferentes enfermedades, especialmente el omnipresente Aedes aegypti, una especie portadora del virus del dengue, de la fiebre amarilla, del zika, la chikunguña o el virus mayaro. Otra especie, dentro de este mismo género Aedes, es el fastidioso mosquito tigre, Aedes albopictus, vector destacado en la propagación del dengue y, en menor medida, de la transmisión del virus del Nilo Occidental. Pero sobre todo no podemos olvidarnos de los terribles mosquitos dentro del género Anopheles, responsables de transmitir los parásitos del género Plasmodium​ causantes de la malaria humana. La cantidad de enfermedades que podríamos reducir, o incluso acabar, es verdaderamente extensa y podríamos hacerlo con una sola jugada.

Las muertes y el sufrimiento que causan todas estas enfermedades, especialmente en las personas más desprotegidas de nuestro planeta, como niños y ancianos, dejan cifras realmente impactantes. Cada año los mosquitos infectan con diferentes enfermedades a más de 450 millones de personas, incluyendo 240 millones de casos de malaria, 60 millones con dengue, etc. Uno podría pensar que el avance de la Medicina y las condiciones higiénicas, aplicada sobre todo a países menos desarrollados, habría mejorado la situación, pero lo cierto es que la tendencia no es nada buena. Según el último Informe mundial sobre la malaria, hubo 241 millones de casos de malaria en 2020 en comparación con 227 millones de casos en 2019. El número estimado de muertes por malaria fue de 627.000 en 2020, un aumento de 69 000 muertes con respecto al año anterior. La pandemia de COVID-19 seguro que influyó en este aumento, pero aun así son datos muy negativos.

Los daños que el mosquito ha desplegado en el ser humano a lo largo de la historia superan con mucho las bajas de todas las guerras, batallas y conflictos que han existido. E incluso un artículo publicado en Nature, titulado “Retrato de un asesino en serie” apunta a que casi la mitad de de todos los humanos que han vivido durante los últimos 50.000 años deben su muerte a los mosquitos y su capacidad de transmitir enfermedades.

En 2020, el journal Proceedings of the National Academy of Sciences publicaba un estudio analizando los futuros escenarios en el que muestra una predicción del rango de expansión de diferentes especies de Anopheles e identifica las poblaciones que correrán un mayor riesgo. El panorama con el cambio climático no es positivo y PNAS califica al mosquito Anopheles gambiae, muy común en África, como "la especie animal más peligrosa de la Tierra".

En definitiva la extinción de estos mosquitos supondría un beneficio para la humanidad que tan solo se puede calificar como histórico. Ahora bien, necesitaríamos saber también qué consecuencias indirectas dejaría una eliminación a escala global.

Ciclo de vida del parásito causante de la malaria
Ciclo de vida del parásito causante de la malaria

Curiosamente, la respuesta a la cuestión es… no demasiadas. A diferencia de otras especies de insectos, los mosquitos han evolucionado para parasitar y no para establecer relaciones simbióticas. A pesar de su número, su papel en la naturaleza es muy limitado y sus repercusiones positivas se cuentan con los dedos de una mano. De hecho, la inmensa mayoría de las especies animales que también sufren las enfermedades que los mosquitos transmiten nos lo agradecerían.

Por supuesto, no deberíamos olvidar que desde un punto de vista ambiental, la extinción de ciertas especies de mosquitos puede desarrollar consecuencias inciertas que deberían valorarse y estudiarse con mayor profundidad. No obstante, los mosquitos no son una pieza clave en la cadena alimentaria y la mayoría de los depredadores de los mosquitos tienen otras fuentes de alimento y puede que su desaparición apenas los afectase, aunque como recuerda el biólogo Antonio Torralba, es difícil de predecir el efecto concreto en las redes tróficas. Sabemos que existen numerosas especies, como murciélagos, pájaros, ranas y peces que se alimentan de mosquitos, pero en tiempos de escasez han demostrado su capacidad para adaptar sus dietas a otra clase de presas. Por ejemplo, las libélulas son grandes consumidoras de mosquitos (llegan a comer hasta 100 mosquitos en un solo día, es probable que ellas sí tengan que cambiar un poco sus dietas.

Por otra parte, los mosquitos tampoco despliegan un papel demasiado importante en la polinización, como sí puede suceder con otros insectos como abejas, mariposas o abejorros, por lo que tampoco supondría un gran problema en este sentido. Además tampoco necesitamos exterminar a todos los mosquitos. Existen más de 3.500 especies diferentes de mosquitos de los que tan solo los más conflictivos (unas 50 especies) estarían en nuestro punto de mira.

Se estima que el 99% de todas las especies de animales que alguna vez han vivido sobre la Tierra se han extinguido, y el mundo sigue girando. Cada día se extinguen docenas de especies, muchas de ellas ni siquiera las hemos conocido, y otras tantas desaparecen a causa de la acción humana. Esta sería la primera vez que extinguimos a propósito una especie en busca de mejorar la vida de la nuestra.

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