Piel natural vs. piel sintética: la amenaza para nuestro planeta

Son maravillosas o esperpénticas, de acuerdo a quien las mire, pero la actitud de millones de consumidores es que se trata de prendas deseadas, que pueden llegar a ser muy atractivas y caras, y que otorgan a quien las viste un look distintivo. Tan solo en Estados Unidos los ingresos de la industria de la piel (prendas y equipajes) generaron en 2013 unos 4,000 millones de dólares, de acuerdo al portal Statista.

Una chaqueta de piel, unos guantes para los tiempos fríos y, para los más intensos, pantalones, faldas u otras prendas echas de piel constituyen un guardarropa singular detrás del cual existe una tremenda industria dedicada a la producción de la materia prima y a la manufactura y venta de las prendas finales.

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Chaquetas de piel y otras prendas de ese material son muy gustadas en el guardarropa de millones. (Reuters)

Aquí es donde se desata el debate, como comentó el portal Vocativ, sobre la benevolencia o improcedencia de las prendas fabricadas con pieles animales o sintéticas, por lo general productos plásticos que emulan el natural.

Y no se trata meramente de lo económico, en donde una prenda de piel sintética –ampliamente usada- resulta para el consumidor mucho más barata que la de origen animal, o de la repugnancia que produce en personas que se abstienen de consumir productos animales, sean estos alimentos o retazos para el vestido, la mera noción del sacrificio y proceso de seres vivos para arrancarles, literalmente, la piel. Además de ello, el debate se enfoca en cuál de esos productos, animal o sintético, resulta más dañino o pertinente en el contexto de la preservación de la naturaleza, del cambio climático y demás.

La pregunta es qué piel es más verde en términos de la ética de la sustentabilidad medioambiental. O, si uno lo ve en términos más ásperos: ¿prefiere ponerse sobre el cuerpo el pellejo curtido de animales criados y liquidados a escala industrial o el subproducto plástico de la refinación y procesamiento de hidrocarburos?

Según Vocativ, desde el punto de vista de la salud humana inquieta que ciertos productos presentes en los materiales para elaborar pieles sintéticas, sobre todo el PVC, contienen sustancias que han mostrado alta toxicidad o, desde otra perspectiva, no resultan biodegradables cuando son desechadas. Además, sus mismos procesos de fabricación resultan contaminantes.

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La crueldad de la matanza (como esta planta en Nebraska) y la contaminación inherente son denunciadas por los críticos de la industria de la piel. (AP)

En contrapartida, la insaciable hambre de pieles animales (y otros productos) ha causado deforestación a gran escala para crear espacios para la ganadería y mecanismos de singular crueldad en el manejo y la matanza de esos animales. El curtido de la piel, además, es también fuente de gran contaminación por el uso intensivo de solventes y el gran consumo de agua.

La organización defensora de los animales PETA, por ejemplo, explica las lacras que “la industria de la piel no quiere que usted vea”, entre ellas que produce cada año la muerte de miles de millones de animales, gran parte de ellos en China e India, en muchos casos con terrible crueldad, e implica el uso de peligrosos químicos que causan graves enfermedades, por ejemplo una incidencia mayor de leucemia, entre los trabajadores de las curtidurías y las poblaciones cercanas, incluso en Estados Unidos.

En contrapartida, se ha criticado que las pieles sintéticas (o ‘pieles veganas’) aunque no provienen de animales no por ello son más gentiles con la naturaleza, pues están en la mayoría de los casos elaborados de poliuretanos, poliéster y otros productos sintéticos cuya base son los hidrocarburos (con todo lo que eso implica en términos medioambientales) y son difícilmente biodegradables o no lo son de plano en ciertos casos.

La balanza para ciertos analistas parece inclinarse a las pieles de origen natural, pues aunque su tratamiento implica el sacrificio animal con su componente de crueldad y no está exento de factores contaminantes, la cadena industrial y de reciclaje de los productos sintéticos resulta más agresiva (depende del petróleo y los plásticos) y menos sustentable.

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Materiales muy comunes en las pieles artificiales o veganas son subproductos del petróleo, producidos en plantas como esta de poliuretano en Louisiana. (AP)

Otros alegan que, en realidad, las prendas de pieles sintéticas (‘veganas’ si se quiere) no son peores para el medio ambiente que las de pieles naturales, como indicó el portal Ecorazzi, pues los químicos usados en el curtido son tan contaminantes y tienen fuentes tan poco verdes como los poliuretanos y que, a fin de cuentas, la industria de la piel implica la muerte de los animales y la preservación de la ganadería intensiva que es una fuente de devastación ecológica sustantiva.

De acuerdo a un reporte de un panel especializado de la ONU en el tema de la industria de la piel, el 8% de toda el agua usada para humanos se destina a la ganadería y ese sector genera el 18% de los gases de invernadero. Por el otro lado, la industria del petróleo y la petroquímica, de la que surgen los materiales de las pieles sintéticas, son presumiblemente el máximo foco de contaminación y cambio climático en el planeta.

Ambas son, con todo, industrias torales para la civilización con implicaciones que van mucho más allá de la discusión sobre qué vestir o con qué abastecer el guardarropa. La polémica tiene mucha tela por dónde cortar y no es, desde luego, sencilla de dilucidar.

Pero siempre queda la opción, no exenta de críticos, de decirle no a la parafernalia de las prendas de piel real o de imitación y vestirse simplemente de algodón, de lino o para los más osados andar como Dios los trajo al mundo tanto como se pueda.