Un pez que pesca otros peces vive su vida de cabeza

Un pez anzuelo de cabeza avistado por investigadores japoneses en el occidente del océano Pacífico norte en 2011. (Agencia Japonesa para la Ciencia y Tecnología Marítimo-Terrestre vía The New York Times).
Un pez anzuelo de cabeza avistado por investigadores japoneses en el occidente del océano Pacífico norte en 2011. (Agencia Japonesa para la Ciencia y Tecnología Marítimo-Terrestre vía The New York Times).

Por lo general, un pez que está panza arriba no suele estar vivo, pero los videos de las profundidades oceánicas sugieren que algunas especies de rape, los horripilantes peces de aguas profundas con señuelos bioluminiscentes, viven toda su vida de cabeza.

“Justo cuando crees que no pueden ser más extraños, los rapes se superan a sí mismos”, afirmó Pamela Hart, profesora adjunta de la Universidad de Alabama, quien investiga los peces que viven en condiciones extremas.

El comportamiento, documentado a principios de este mes en la revista Journal of Fish Biology, va “más allá de la imaginación de cualquiera”, señaló Elizabeth Miller, quien estudió la evolución de los peces de aguas profundas como becaria posdoctoral en la Universidad de Oklahoma. (Ni Miller ni Hart participaron en el descubrimiento).

Los peces anzuelo son pequeños monstruos marinos con un apéndice parecido a una caña de pescar en la cara. Su cuerpo no es más grande que el de un gato doméstico, pero tiene una púa larga y flexible que le sale de la nariz y se extiende hasta cuatro veces la longitud de su cuerpo. Los peces tientan a sus presas con bacterias bioluminiscentes que viven en la punta del señuelo. (Esto se presenta en las hembras, explicó Andrew Stewart, curador de peces del Museo de Nueva Zelanda y autor del estudio. Los machos de la especie son “tristes renacuajos” de una fracción del tamaño de las hembras y no tienen señuelo).

Durante casi un siglo, los científicos supusieron que los peces anzuelo tendían sus señuelos delante de la cara, como hacen muchos rapes con señuelos más cortos, pero ahora, videos de misiones submarinas en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico indican que estos pasan sus días a oscuras de cabeza, con sus largos señuelos colgando hacia el fondo marino.

Según Stewart, los videos confirman una observación prometedora de hace más de 20 años.

En 1999, un vehículo teledirigido (ROV, por su sigla en inglés) captó atisbos de peces anzuelo flotando inmóviles y, sobre todo, de cabeza, a medio camino entre Hawái y California. Los investigadores sospechaban que estaban buscando presas en el fondo marino, pero no podían descartar la posibilidad de que se tratara de un pez bobo que se comportaba de manera anómala, explicó Hart, un riesgo de los estudios del comportamiento animal.

Si ese pez anzuelo era un bobo, entonces todos lo eran, según las imágenes captadas por submarinos remotos y los vehículos tripulados. En un video grabado cerca de la fosa de Izu-Ogasawara, frente a Japón, una hembra de pez anzuelo se deja llevar por la corriente, con el cuerpo paralelo al fondo marino, la boca abierta y cientos de dientes diminutos que brillaban en la luz.

De repente, se pone en movimiento, utilizando su cola poderosa para nadar en un círculo cerrado, todavía de cabeza. Al final, se calma y vuelve a flotar a la deriva hasta chocar con el aparato de iluminación del ROV, lo cual es probable que haya sido un shock para una criatura acostumbrada a vivir en las profundidades marinas. A continuación, utiliza las diminutas aletas de su costado para retroceder en la oscuridad.

En otros videos, “las hélices y la potencia del sumergible hicieron que el pez se diera la vuelta hasta quedar derecho”, explicó Stewart, pero este no se iba a quedar así y “rápidamente volvió a ponerse panza arriba”.

Aunque a los humanos les cueste trabajo tomarse en serio a un depredador panza arriba, nadar al revés puede hacer que el rape sea más letal. Los investigadores sospechan que, al mantener los señuelos más alejados de la boca, el pez anzuelo puede capturar presas más grandes y rápidas sin morderse por accidente. Stewart asegura que un ejemplar disecado de esta especie tenía un calamar gonátido en el vientre, una gran recompensa.

“Los calamares son en gran medida el Ferrari de las profundidades oceánicas”, señaló Stewart, y añadió que los peces anzuelo “deben ser extremadamente rápidos y eficientes para atrapar a un gonátido”.

Este nuevo conocimiento del comportamiento de los peces anzuelo subraya cuán revolucionarias han sido las imágenes de los ROV para la biología de los fondos marinos, según Stewart. Antes de utilizar esta tecnología, los científicos dependían de los especímenes muertos extraídos de las profundidades por las redes de arrastre y conservados en vinagre para preservar sus delicados tejidos, que con frecuencia se dañan debido al cambio de presión drástico. No había nada en la anatomía del pez anzuelo que explicara su extraño comportamiento.

“Estos videos son sumamente valiosos”, aseveró Miller. “Incluso un video corto de un minuto nos dice mucho sobre cómo vive su vida el rape, información que no podemos obtener de otra manera”.

c.2023 The New York Times Company