Pese a su criticada gestión, Miguel Díaz-Canel será presidente de Cuba por un segundo término

A pesar de presidir sobre la peor crisis económica desde la década de 1990, uno de los éxodos más grandes en la historia de Cuba y una ola represiva contra los críticos del gobierno, Miguel Díaz-Canel fue designado para un segundo mandato como presidente de Cuba por los nuevos miembros de la Asamblea Nacional controlada por el Partido Comunista.

Él obtuvo 459 votos de los 462 parlamentarios que votaron. Ocho de los 470 diputados estuvieron ausentes. Para Díaz-Canel, estos cinco años en el cargo serán los últimos, pues la Constitución recién aprobada limita la presidencia a dos mandatos.

En medio de la turbulencia económica y las promesas incumplidas de mejorar la vida cotidiana de los cubanos, los diputados votaron a favor de mantener a los mismo funcionarios en puestos clave del país.

El miércoles también fueron reelegidos el vicepresidente del país, Salvador Valdés Mesa; el Primer Ministro, Manuel Marrero; el titular de la Asamblea Nacional, Esteban Lazo, y la vicepresidenta y secretario de la Asamblea. Los tres también se encuentran entre los 21 miembros del Consejo de Estado, que es el órgano ejecutivo de la Asamblea Nacional.

Incluso los criticados ministros de Economía, Alejandro Gil, y de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, mantuvieron sus cargos. El comandante Ramiro Valdés, de 90 años, continuará siendo vice primer ministro.

Quizás la mayor sorpresa del miércoles fue la sustitución de Rodrigo Malmierca, quien estaba a cargo del Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera. El cargo lo asumirá Ricardo Cabrisas, quien también seguirá ejerciendo como otro vice primer ministro. Cuando Díaz-Canel anunció el cambio, dijo que el país necesitaba a alguien “con más experiencia y capacidad de gestión”.

Dado que la toma de decisiones se ha trasladado del Consejo de Estado a otros órganos gubernamentales en los últimos años, el Consejo de Estado actualmente está compuesto por representantes de lo que se conoce como “organizaciones de masas” bajo el control del Partido, como los Comités para la Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y la Unión de Jóvenes Comunistas, entre otros.

Aproximadamente la mitad de los escaños del Consejo se renovaron con legisladores que no ocupan cargos políticos ni tienen un alto perfil público, pero que aseguran que se cumplan las cuotas de diversidad.

Todos los candidatos fueron seleccionados por una comisión controlada por el Partido o designados por Díaz-Canel como nuevo presidente electo. Y, como es habitual, los miembros de la Asamblea Nacional votaron a favor de todos los candidatos propuestos.

En un discurso en el que instó a los legisladores y funcionarios gubernamentales a luchar contra la burocracia y las ineficiencias, dijo que el gobierno debe centrarse en la producción de alimentos, aumentar los ingresos y la inversión extranjera para aumentar la producción y combatir la inflación. Pero dijo que los funcionarios no pueden producir un “milagro” porque el embargo estadounidense “nos ha atado de pies y manos”.

Si bien dedicó una larga sección a criticar a Estados Unidos, acusándolo de apoyar un “estallido social” que pondría fin a la revolución, en algunos temas, el tono fue diferente. El gobernante dijo que el país debe respetar y dar la bienvenida a los inmigrantes cubanos que todavía “aman a su país” y quieren que tenga éxito, aunque se aseguró de aclarar que los críticos del comunismo que “han vendido su alma al diablo” no serían bienvenidos. Y elogió a la juventud cubana sin dejar de reconocer que constituyen la mayoría de las personas que se van de la isla.

Un sentido de urgencia también trascendió en las declaraciones de Lazo luego de ser reelegido para dirigir la Asamblea Nacional.

“Nuestra primera tarea es la economía; ahí es donde debemos dirigir todos nuestros esfuerzos”, dijo, y agregó que encontrar soluciones para combatir la inflación y aumentar la supervisión del gobierno también era una prioridad.

La teatralidad de la sesión del miércoles incluyó a miembros de la Asamblea Nacional elogiando a los candidatos, invocando a Fidel y Raúl Castro y expresando su apoyo al proceso electoral como un ejemplo de “verdadera democracia”. Raúl Castro, quien fue presentado como “el líder de la revolución”, a pesar de no ocupar ningún cargo oficial más allá de un escaño en el parlamento, fue recibido con rondas de aplausos.

El segundo mandato de Díaz-Canel no sorprendió a nadie, ya que no había indicios de que las autoridades cubanas estuvieran considerando un candidato rival, y el sistema electoral de Cuba protege a los candidatos favorecidos por el Partido de variables típicamente decisivas en elecciones en países democráticos como el desempeño, la popularidad o cómo el partido del candidato ha manejado temas importantes como la economía o la política exterior.

Para el estricto control del Partido Comunista sobre el proceso electoral en Cuba es fundamental que el presidente no sea elegido por el voto directo de la mayoría de los ciudadanos del país. De hecho, solo un ínfimo porcentaje de la población pudo votar directamente por Díaz-Canel en un recinto de Santa Clara, cuando fue propuesto como miembro de la Asamblea Nacional, requisito previo para ocupar su escaño como presidente.

En el momento de la votación del miércoles, no enfrentó competencia. Como escribió el periodista cubano Reinaldo Escobar para 14ymedio, un medio independiente cubano, “en Cuba, los diputados no eligen al presidente de la República, votan por un candidato único”.

Las denuncias de irregularidades y una participación relativamente baja marcaron la votación el mes pasado para elegir la Asamblea de 470 miembros. Disidentes y activistas instaron a los cubanos a no participar, argumentando que el proceso no es justo, ni libre, y que solo sirve para proporcionar un velo de legitimidad a las autoridades cubanas. Según cifras oficiales que no pueden ser verificadas de forma independiente, un tercio de los alrededor de 8,1 millones de votantes se quedaron en casa y otro 10 por ciento anuló sus boletas o las dejó en blanco, todas señales que suelen interpretarse como una medida de descontento.

Díaz-Canel, quien este jueves cumplirá 63 años, fue elegido por Raúl Castro como su sucesor, primero como presidente en 2018 y luego como primer secretario del Partido Comunista en abril de 2021. Si bien la selección de un reemplazo más joven, que no forma parte de la familia Castro, inicialmente generó interés en el extranjero por su potencial papel como reformador, pronto Díaz-Canel abrazó el lema #somoscontinuidad para dejar claro que no seguiría ese camino.

En cambio, supervisó la emisión de una serie de decretos y leyes para suprimir aún más la libertad de expresión y otras libertades civiles. Y salió en vivo por televisión para dar una “orden de combate” a los revolucionarios para aplastar a los que salieron a las calles el 11 de julio de 2021 exigiendo la libertad.

Como resultado, Cuba se erige ahora como el país con más presos políticos de la región, 1006, según la organización con sede en Madrid Prisoners Defenders.

Pero quizás sean las caóticas políticas económicas y financieras de los últimos cinco años las que lo han convertido en el blanco de la ira de la gente, que estalló durante las protestas sin precedentes en toda la isla cuando muchos corearon su nombre seguido de una palabrota.

La televisión estatal cubana enmarcó el miércoles sus primeros cinco años en el cargo como particularmente difíciles debido a factores externos fuera de su control: una pandemia global y la administración de Donald Trump, que pasó a endurecer las sanciones contra el ejército del país, restringir los viajes y las remesas e incluir a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo.

Pero las decisiones tomadas por su gobierno empeoraron la situación.

Bajo Díaz-Canel, la inflación se disparó después de una unificación monetaria defectuosa llevada a cabo en 2021 cuando el país estaba siendo más golpeado por la pandemia. Su gobierno decidió vender alimentos en dólares, fuera del alcance de muchos cubanos cuyos salarios se pagan en pesos cubanos, en medio de un desabastecimiento generalizado. Y en el momento en que el sistema de salud colapsaba bajo la presión de la pandemia de COVID-19, las autoridades cubanas decidieron invertir significativamente en la producción de vacunas locales mientras el ejército continuaba canalizando millones para construir hoteles.

En última instancia, él habló sobre la necesidad de mejorar la productividad y acelerar las reformas, pero no pudo marcar el comienzo de una nueva era de crecimiento económico.

Como resultado de tales políticas, la ya baja calidad de vida de los cubanos se desplomó. Los hospitales nunca se recuperaron y muchos medicamentos y suministros básicos aún escasean en la isla.

Su gobierno también ha sido percibido como lento e ineficiente en la respuesta a varios accidentes, desde el derrumbe de un hotel en La Habana hasta el incendio que devastó una importante instalación de almacenamiento de petróleo en Matanzas.

Más de 300,000 cubanos huyeron a Estados Unidos el año pasado en una señal de rechazo a su gobierno.

No hubo duda desde el principio de que el poder de Díaz-Canel iba a estar limitado por el Partido, los militares y la vieja guardia, cuando debía navegar una transición difícil de un gobierno gobernado por un Castro -Raúl Castro tiene 91 años- a uno todavía comprometido con el comunismo pero sin un líder central y todopoderoso.

Pero diplomáticos extranjeros, miembros de la comunidad empresarial, fuentes de la Iglesia Católica y activistas han compartido con el Herald sus dudas sobre el verdadero papel de Díaz-Canel, ya que ven que el Ministerio del Interior y las fuerzas armadas adquieren un rol exagerado en el día a día. En particular, los observadores de Cuba están desconcertados por la renuencia del gobierno a liberar a los presos políticos, un factor que causa irritación en las relaciones con Estados Unidos y Europa. Esa posición, según algunas fuentes, muestra que Díaz-Canel carece de la influencia política para convencer a los intransigentes de los beneficios de hacerlo

Las relaciones con Estados Unidos siguen siendo un tema importante para su segundo mandato. Si bien se han restablecido algunos contactos oficiales con la administración de Biden, en particular, para discutir la migración, las perspectivas de mejores relaciones son sombrías ya que los presos políticos y el apoyo continuo de la isla a Rusia después de su invasión de Ucrania se interponen en el camino. De hecho, se espera que el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, llegara el miércoles a la isla, una parada en una gira para reunir apoyo entre los aliados en la región.

En una rara muestra de franqueza, los comentaristas de la televisión estatal cubana señalaron el enorme desafío que enfrentan Díaz-Canel y el nuevo parlamento, no solo en términos de la crisis económica sino también políticamente, reconociendo que el país se ha vuelto más “plural, cada vez más parecido al mundo en cuanto a conflictos [políticos]”, dijo un periodista que incluso mencionó de pasada las protestas del 11 de julio. También destacaron la presencia de representantes de la empresa privada en el parlamento. “Es el 2023”, dijo un comentarista.

La crisis migratoria también se coló durante la sesión en un giro inesperado.

Un diputado mencionó a Elián González, quien de niño fue el centro de una disputa internacional entre Miami y La Habana por su custodia y recientemente se convirtió en miembro de la Asamblea, lo que provocó una ovación de pie para González, quien estaba presente en la sesión del miércoles.

Pero el hombre añadió algo más.

“Uno de mis hijos, dentro de cinco años, estará llegando a la edad de 18 años y le tocará tomar las decisiones que estime con su vida”, dijo Edelso Perez Fleitas, presidente de la Unio de Juristas de Cuba en la provincia de Ciego de Ávila. “Cuenten conmigo, a brazo partido, como con todos los diputados, y yo cuento con ustedes compañeros ministros y ministras, para que dentro de cinco años, cuando a mi hijo le toque tomar esa decisión, hayamos podido fortalecer y construir un país en el que él quiera quedarse y seguir durmiendo en el mismo cuarto en el que duerme hoy.”