"Perdón por reventar la burbuja mágica": el mensaje de un legislador de Florida sobre la hidroxicloroquina mientras lucha contra el COVID-19
POR Alessandro Marazzi Sassoon-. Después de dos semanas de lucha contra el COVID-19, el representante republicano estatal por Palm Bay, Randy Fine, publicó en Facebook que necesitaba hacerse una radiografía pulmonar ya que sus síntomas ahora incluyen fiebre recurrente y tos torácica, y comentó que el tratamiento con hidroxicloroquina que había estado siguiendo fue ineficaz.
“He tenido resfriados en innumerables ocasiones. Nunca había lidiado con algo como esto. Y para aquellos que quieren creer que la hidroxicloroquina es algún tipo de solución mágica, también la he estado tomando y no me opongo a su uso, pero estoy cansado de que la gente crea que es mágica”, escribió en la publicación.
Las imágenes de los rayos X mostraron un daño pulmonar tan grave que los médicos le pidieron a Fine que se quedara para mantenerlo en observación, pero en ese momento ya se había desencadenado el debate sobre la hidroxicloroquina en su página de Facebook.
“La hidroxicloroquina, como afirman muchos médicos aquí y en el extranjero, es muy efectiva. Si te la hubieran dado al inicio quizá ahora estarías pensando que es mágica...”, escribió un usuario.
“Me la prescribieron el mismo día en que me dieron los resultados de la prueba”, respondió Fine. “Perdón por reventar la burbuja mágica”.
Más adelante, los internautas comentaron que seguramente Fine no tomó el medicamento “según lo prescrito” o siguiendo el “protocolo”, aunque no existe ningún protocolo establecido por una autoridad médica.
“Ya no me importa”, escribió Fine en un mensaje de texto a FLORIDA TODAY desde la cama de hospital que ocupa en el Centro Médico Regional Holmes, el lunes. “Las personas deberían poder tomarlo si lo desean. Pero la gente también debería dejar de creer que es una especie de poción mágica. Si necesitan pruebas, mírenme”.
Desde los primeros días de la pandemia, el entusiasmo por la posibilidad de que medicamentos baratos y ampliamente disponibles pudieran ser utilizados para combatir el nuevo coronavirus ha provocado una avalancha de investigaciones y ensayos clínicos. Pero un estudio clínico no revisado por pares de Francia, que ha recibido un amplio rechazo por la mala calidad de su metodología, incluida la eliminación aleatoria de sujetos de la prueba sin explicación y el pequeño tamaño de la muestra, promocionó la eficacia de la hidroxicloroquina, un fármaco antipalúdico que se usa desde hace décadas, junto a la azitromicina, un antibiótico que se suele vender como Z-Pak.
El fervor por una posible cura milagrosa alcanzó niveles estratosféricos, impulsado por informes anecdóticos de que los pacientes se recuperaban repentinamente después de tomar el medicamento. Antes de que la ciencia pudiera validar los resultados del estudio, el presidente Donald Trump se apoderó de la droga y, junto con aliados como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, compró grandes cantidades de la “cura” no probada a expensas del contribuyente.
Sin embargo, los nuevos ensayos clínicos que han seguido el método científico estándar no han podido replicar los resultados promocionados por los estudios defectuosos que defendieron el tratamiento. El consenso científico es que no existe un impacto medible al tomar el medicamento, ya sea solo o con otros fármacos.
Las autoridades de salud de Estados Unidos comenzaron a desaconsejar el uso de ese tratamiento fuera del entorno controlado de un ensayo clínico debido al riesgo de efectos secundarios adversos.
El 22 de julio, la respetada revista Nature publicó el primer estudio de este tipo que analizó células pulmonares humanas vivas y comprobó definitivamente que la cloroquina no tiene propiedades antivirales sobre el virus que causa la COVID-19.
La discusión parecía resuelta.
Sin embargo, la semana pasada, el presidente Trump promocionó de nuevo la hidroxicloroquina después de que un grupo de médicos que se autodenominan “Médicos en primera línea de Estados Unidos” organizara una conferencia de prensa frente al edificio de la Corte Suprema en Washington D.C.
Un video de uno de los médicos, Stella Immanuel, en el que afirma que una combinación de hidroxicloroquina, azitromicina y un suplemento nutricional de zinc son una cura se hizo viral. A pesar de que las redes sociales intentaron eliminar el video por todos los medios para contener sus afirmaciones falsas y engañosas, el presidente Trump, las principales personalidades de la derecha y Donald Trump Jr. lo volvieron a publicar.
Las credenciales de la doctora Immanuel han sido objeto de escrutinio, junto con sus afirmaciones anteriores de que ciertas enfermedades de la vida real se deben a mantener relaciones sexuales con demonios.
Esto llevó al subsecretario de Salud y Servicios Humanos, el almirante Brett Giroir, quien fue nombrado miembro de la fuerza de trabajo de coronavirus de la Casa Blanca para coordinar los esfuerzos de los tests, a decir en “Meet the Press” el domingo que era hora de “seguir adelante” y que el gobierno no recomienda el tratamiento.
“Los estudios mejor diseñados que se han realizado hasta el momento, que no son anecdóticos sino estudios reales, han indicado que el uso de la hidroxicloroquina no parece aportar ningún efecto beneficioso”, afirmó Jay Wolfson, experto en políticas de salud pública y decano principal asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad del Sur de la Florida (USF).
A pesar de ello, algunas personas siguen creyendo en la eficacia del tratamiento.
“No usó la HCQ correctamente”, indicó un comentario en la página de Randy Fine. “Debes tomar zinc con la hidroxicloroquina. El zinc es la bala mágica y la hidroxicloroquina la transporta para evitar la replicación viral. Por curiosidad, ¿también tomaste el zinc?”.
“Sí. Perdón por reventar la burbuja mágica”, le respondió Fine.
De hecho, Fine dijo que tomó los medicamentos por recomendación y prescripción de su médico. También subrayó que, en contra de las afirmaciones de que el público no tiene acceso al medicamento, no tuvo problemas para comprarlo con su receta en CVS.
Ciertos estados han restringido el acceso a la hidroxicloroquina para evitar el acaparamiento que estaba poniendo en peligro su disponibilidad para los pacientes con lupus que también necesitan el fármaco. Pero en teoría, cualquiera que tenga la receta de un médico dispuesto a prescribirlo para la COVID-19 tiene acceso al medicamento.
Ahora Fine ha dejado de responder a los comentarios que le preguntan si está siguiendo la terapia.
“Estaba cansado de que cada vez que actualizaba mi estado, las personas me dijeran que si tomaba la hidroxicloroquina me curaría como por arte de magia, eso fue particularmente frustrante porque la estaba tomando”, le dijo a FLORIDA TODAY en un mensaje de texto.
“Muchas de las cosas que rodean la COVID se han convertido en política en lugar de ciencia”, dijo Wolfson, de la USF. “Ese es un viejo problema de la ciencia, que en algunos círculos sociales se ve como antitética a los sistemas de creencias”.
Tanto durante la epidemia de polio como de viruela, Wolfson dijo que la resistencia a la ciencia y la experiencia en salud pública, a pesar de las campañas concertadas de información pública, siempre ha sido un problema.
“Tuvo que pasar mucho tiempo y tuvieron que morir o enfermar muchas personas, para que tanto los individuos como las comunidades y los sistemas políticos tomaron medidas. Solo llevamos siete meses con esto en el país”.
Solo entonces se derrumbarán los muros que los sistemas de creencias del individuo han erigido, afirmó Wolfson.
A Fine, la situación le recuerda la polarización respecto al uso de mascarillas. “Es como si la gente ya no pudiera aceptar que alguien no está de acuerdo con su punto de vista”.
Cabe señalar que Wolfson ha sido contratado como testigo experto por el condado de Hillsborough, que está luchando contra una demanda para derogar la obligación de usar mascarilla presentada por el representante estatal republicano por Howey in the Hills, Anthony Sabatini.
Fine, por su parte, piensa que todo se resume a que las personas necesitan consuelo durante un momento difícil.
“Creo que quizás algunas personas se están aferrando a esto para controlar psicológicamente la ansiedad que les produce la enfermedad”, y agregó: “si una pastilla puede hacer que desaparezca como por arte de magia, ¿por qué vas a preocuparte?”.
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