La Pequeña Manila recibe en Miami a miles de trabajadores filipinos de cruceros

Julio César Ang dejó su bandeja llena de pescado seco, cerdo en adobo, frijoles negros y arroz blanco en Manila Kantina, en downtown Miami. Era su momento favorito de la semana, la ventana de dos horas en la que puede “sentirse normal, como un ser humano”.

Alrededor de las 9:30 a.m. de un día reciente, Ang pudo desembarcar en PortMiami del crucero Royal Caribbean, donde trabaja de ayudante de camarero, mientras el barco se preparaba para regresar al Caribe con un nuevo grupo de pasajeros.

“Es mi momento de felicidad estar aquí. Tengo la oportunidad de probar la comida auténtica que siempre me ha encantado. Es reconfortante, un sabor a casa”, dice sobre Manila Katina, uno de los 12 negocios filipinos y del sudeste asiático repartidos por una manzana del downtown Miami, entre Flagler Street y NE 1 Street.

Es un pequeño y poco conocido vecindario —una Pequeña Manila— que atiende a los miles de trabajadores filipinos que hacen funcionar el mundialmente famoso negocio de los cruceros en Miami.

Aunque Miami no tiene una población asiática significativa, los trabajadores de Filipinas, Indonesia, India y de todo el mundo acuden a la ciudad para realizar trabajos contratados en los cruceros. Pero, como Ang, que trabaja en un turno de noche de 11 horas durante siete meses en los restaurantes de Royal Caribbean, la mayoría de los tripulantes suelen tener solo unas horas entre crucero y crucero para pisar el suelo de Miami.

Durante esas preciosas horas, muchos tripulantes se dirigen a Flagler Street, donde pueden degustar auténtica cocina filipina, comprar sus aperitivos filipinos favoritos para llevarlos al barco, usar WiFi para llamar a casa, recoger paquetes de productos estadounidenses para sus familias en Filipinas y, lo más importante, enviar remesas a casa para mantener a sus familias.

El cocinero de Royal Caribbean Melvin Reyes compra chocolate estadounidense para regalar a su familia en la tienda filipina Filtrip en Miami, el lunes 10 de octubre de 2022.
El cocinero de Royal Caribbean Melvin Reyes compra chocolate estadounidense para regalar a su familia en la tienda filipina Filtrip en Miami, el lunes 10 de octubre de 2022.

Judith Blasco es la propietaria de Manila Kantina, que ofrece un bufé filipino de 12 dólares. Blasco, una inmigrante filipina que abrió el local en 2012, solía trabajar en un restaurante de sushi en el centro de la ciudad antes de ver una oportunidad única para usar sus habilidades culinarias filipinas para servir al flujo constante de tripulantes filipinos que pasan por Miami.

“Intentamos ser una ventanilla única para los tripulantes”, dijo.

Los paquetes de Amazon y Walmart que esperan ser recogidos por los tripulantes están apilados detrás de su caja registradora y en la parte trasera de su tienda. Tiene artículos de higiene como champú, cepillos de dientes y desodorante detrás de una vitrina y una pared con una serie de ramen instantáneo y aperitivos como pasteles y galletas de ube (ñame púrpura), y chicharrón filipino, cortezas de cerdo fritas con orígenes en España que se abrieron paso en la cocina local de muchas antiguas colonias españolas.

Judith Blasco, propietaria de Manila Kantina, posa en su restaurante. Además de su buffet libre, Blasco vende una serie de aperitivos asiáticos para que los miembros de la tripulación los lleven a bordo.
Judith Blasco, propietaria de Manila Kantina, posa en su restaurante. Además de su buffet libre, Blasco vende una serie de aperitivos asiáticos para que los miembros de la tripulación los lleven a bordo.

A unos doscientos pies de Manila Kantina se encuentra Aklan Filipino Buffet, otro restaurante familiar filipino ubicado en el centro comercial abierto entre Flagler y NE 1 Street. Matt Cardano está empezando a hacerse cargo del negocio que puso en marcha su madre en 2012, y su hermana es dueña de la tienda de comestibles filipina que hay al otro lado del pasillo. Además de las tripulaciones de los cruceros, espera atraer a su bufé a más miamenses.

“No vamos a tener éxito, si solo vienen filipinos”, dijo Cardano. “Nuestro problema es que tenemos que informar al público local sobre nuestra cocina, pero es muy difícil introducirla aquí.

“El objetivo es cambiar de marca. Intento comercializarla como ‘cocina isleña’”, dijo, explicando que Aklan es la provincia de la que procede su madre, en una de las más de 7,000 islas de Filipinas. Cardano cree que puede atraer a los paladares latinoamericanos de Miami.

Matt Cardano explica las diferentes comidas filipinas en el buffet del Aklan Philippine Buffet en Miami, Florida, el lunes 10 de octubre de 2022.
Matt Cardano explica las diferentes comidas filipinas en el buffet del Aklan Philippine Buffet en Miami, Florida, el lunes 10 de octubre de 2022.

“Fuimos colonizados por los españoles, así que tenemos influencia hispana. También fuimos colonizados por los norteamericanos, así que nos encantan las cosas con queso. Hay mucho sabor y mucho dulce y picante”, dice.

Piense: picante, agridulce, avinagrado. Al igual que en otros países del sudeste asiático, el marisco y la salsa de pescado son básicos. Pero la influencia española es innegable. Además de los productos básicos latinos, como el chicharrón, los filipinos tienen su propia versión del lechón asado y sirven un guiso de sangre de cerdo llamado dinuguan, que recuerda a la morcilla. En Aklan se elabora un chorizo filipino similar al español, pero con un fuerte toque dulce.

“Miami es la cuna de la industria moderna de los cruceros y a veces la gente solo piensa en el glamur de estos enormes y asombrosos barcos, pero la realidad es que se necesita mucho para que esta industria funcione”, dijo Rolando Aedo, director de Operaciones del Centro de Convenciones y Visitantes del Gran Miami.

“Negocios como estos muestran el espíritu emprendedor de los inmigrantes en Miami: Vieron una oportunidad, tienen una conexión étnica con sus clientes, y están apoyando esta industria crítica de Miami”.

¿Por qué tantos tripulantes de cruceros filipinos?

Siendo Miami la capital mundial de los cruceros, un lugar tan lejano como Filipinas no es un lugar obvio para reclutar tripulantes de cruceros. William Terry, profesor de Historia de la Universidad de Clemson, especializado en migración laboral y turismo, dijo que los trabajadores de ultramar son una piedra angular de la economía filipina. Explicó que bajo la dictadura de Ferdinand Marcos, de 1965 a 1986, la alta concentración de trabajadores educados y de habla inglesa en Filipinas se convirtió en una exportación.

“El régimen de Marcos recurrió a un sistema de emigración para usar sus recursos humanos y creó todo un aparato del sistema de emigración, promoviendo su mano de obra y facilitando su traslados al extranjero”, dijo Terry. “Crearon ventanillas únicas para la contratación, donde el papeleo y el trabajador eran enviados por la puerta y directamente al extranjero”.

Los trabajadores de los cruceros envían sus remesas en Manila Kantina en Miami, Florida, el lunes 10 de octubre de 2022.
Los trabajadores de los cruceros envían sus remesas en Manila Kantina en Miami, Florida, el lunes 10 de octubre de 2022.

En la actualidad, las remesas tienen un peso grande en la economía filipina. En 2019, antes de la pandemia, se enviaron a Filipinas $35,000 millones en remesas, que representaron el 9.3% del Producto Interno Bruto del país ese año, según el Banco Mundial. Muchos de esos pagos proceden de los sueldos de los marinos —que trabajan en cruceros y buques de carga— y también de trabajos en tierra en hostelería y enfermería.

“En términos de contratación de tripulación, las líneas de cruceros buscan un punto dulce donde haya una alta concentración de angloparlantes y salarios bajos”, dijo Terry.

Filipinas, antigua colonia de Estados Unidos, tiene dos lenguas oficiales, el tagalo y el inglés. Las antiguas colonias británicas del Caribe y la India también tiene un papel importante en la mano de obra del sector de los cruceros, junto con los europeos del este y otras nacionalidades del sudeste asiático, como indonesios y malayos.

Aunque muchos trabajadores de cruceros ganan más de lo que ganarían en su país, los salarios suelen estar muy por debajo del salario mínimo en Estados Unidos. Por ejemplo, el salario promedio anual en 2019 para los trabajadores de los cruceros propiedad de Carnival Corporation, la mayor compañía de cruceros del mundo, fue de solo $15,429 dólares, según un análisis del Wall Street Journal de 275 empresas del índice S&P 500.

Contratos de siete meses

Muchos miembros de la tripulación de Royal Caribbean y Disney Cruise Line entrevistados para este reportaje confirmaron que ganan mucho más trabajando en los cruceros que en Filipinas. Sus remesas alimentan a sus familias, pagan las cuentas y las colegiaturas escolares. Pero algunos trabajadores, como Romeo, que pidió no usar su nombre completo por miedo a las represalias de su empleador de la línea de cruceros, dicen que están desesperados por conseguir mejores condiciones de trabajo.

“Ojalá hubiera algún senador estadounidense o alguien que abogara por nosotros. Trabajamos con contratos de seis o siete meses sin un solo día de descanso”, dijo. “¿Por qué otros que trabajan en Estados Unidos tienen un día libre y nosotros no? Somos trabajadores como ellos. Nuestros cuerpos necesitan un descanso. Nadie nos protege con ningún tipo de ley laboral.

“Pero venir a Miami y comer la comida de Judith [Judith Blasco] es como un cumpleaños para nosotros”, dijo de Manila Kantina. Lo espero con ansias cada vez que venimos. Es nuestro sabor de casa, en una escala de 10, su comida es un 11”.

"Nanay" Linda Blanco prepara chiles en Manila Kantina en Miami, Florida, el lunes 10 de octubre de 2022.
"Nanay" Linda Blanco prepara chiles en Manila Kantina en Miami, Florida, el lunes 10 de octubre de 2022.

Cocineros venezolanos en la cocina filipina

Aunque los miembros filipinos de la tripulación juran que la comida de Manila Kantina es lo más auténtico que hay, puede que se sorprendan al saber que los cocineros son venezolanos. Carlos Domínguez, de Valencia, Venezuela, llegó recientemente a Estados Unidos con su primo. Fueron de puerta en puerta por downtown Miami en busca de trabajo. Blasco los contrató y les enseñó los entresijos de la cocina filipina, hablando un “espanglish” entrecortado y usando el traductor de Google.

Al igual que los tripulantes de los cruceros a los que sirven, trabajan muchas horas en la cocina para poder enviar remesas a Venezuela. Con el costo de vida en Miami, solo pueden enviar unos $40 semanales a sus familias.

“Nunca pensé que estaría cocinando comida filipina”, dijo Domínguez con una risa, admitiendo que todavía se está acostumbrando a algunos de los sabores. “Pero es el comienzo de una vida aquí”.