Pensaba que la polio era una enfermedad devastadora del pasado. Por desgracia, no es así | Opinión

Aprendí sobre la polio en la facultad de medicina, como una enfermedad que había quedado en la historia. Cuando estaba en su apogeo, en los años 40 y principios de los 50, a los padres les aterrorizaba que sus hijos estuvieran entre las decenas de miles de personas que cada año quedaban discapacitadas de forma permanente. Miles de niños murieron cuando la parálisis inmovilizó sus músculos respiratorios.

Gracias a la gran eficacia de las vacunas, los casos de parálisis por polio se redujeron a menos de 100 en la década de 1960. El último caso de polio de tipo natural que se originó en Estados Unidos fue en 1979. Mi generación de médicos pensaba que nunca nos encontraríamos con esta enfermedad.

Eso ya no es cierto.

Debido a las bajas tasas de vacunación, la poliomielitis ha vuelto y parece estar extendiéndose en al menos una parte del país. Otras enfermedades prevenibles por vacunación también reaparecerán a menos que adoptemos medidas urgentes para invertir esta trágica tendencia.

En julio, a un hombre de 20 años no vacunado que residía en el Condado Rockland, Nueva York, se le diagnosticó poliomielitis, que le produjo parálisis en las piernas. No había viajado al extranjero durante el presunto periodo de exposición, lo que significa que contrajo el virus localmente.

Mary T. Bassett, comisionada del Departamento de Salud del Estado de Nueva York, dijo que su dependencia está “tratando el único caso de polio como la punta del iceberg de una propagación potencial mucho mayor”. Esto se debe a que la mayoría de las infecciones de polio son leves o asintomáticas. Los síntomas, si están presentes, imitan a muchas otras enfermedades virales, incluyendo fiebre, fatiga, diarrea y dolor de garganta. Y como se creía que la polio estaba erradicada, los médicos no la buscan.

El único caso diagnosticado lo suficientemente grave como para causar parálisis suscita la preocupación de que pueda haber docenas incluso cientos de otras personas infectadas que transmitan el virus a otros sin saberlo.

La buena noticia es que las vacunas antipoliomielíticas son al menos 99% eficaces para prevenir la poliomielitis paralítica. Estas vacunas protegen durante muchos años, probablemente toda la vida. Esto es lo que hizo posible la erradicación de la polio; se estima que alcanzamos la inmunidad de grupo cuando el 80% de la población desarrolló la inmunidad. En todo el país, las cifras son buenas: el 92% de los niños han recibido al menos tres dosis de la vacuna antipoliomielítica antes de los 2 años (las tres primeras dosis se administran a los 2 meses, a los 4 meses y entre los 6 y los 18 meses; una cuarta dosis se administra entre los 4 y 6 años).

La mala noticia es que algunas comunidades están muy por debajo del umbral del 80%. En el Condado Rockland, solo el 60% de los niños de 2 años han recibido las tres primeras dosis de la vacuna hasta este mes, lo que supone un descenso respecto al 67% de julio de 2020. En algunos códigos postales, la cobertura es de apenas el 37%.

Es casi seguro que hay un brote de polio en Nueva York que se está extendiendo entre los no vacunados. Esto es una emergencia de salud pública y debería ser un llamado urgente a la acción en todo el país para que aquellos que no están vacunados comiencen a inocularse ahora.

Es fundamental que los niños completen su serie de cuatro dosis de vacunas. Y los adultos que nunca fueron vacunados deben hacerlo para prevenir la parálisis permanente para ellos mismos, así como para ayudar a detener la propagación a otros, incluyendo a los niños que son demasiado jóvenes para estar completamente vacunados.

La reaparición de la poliomielitis también debería ser un catalizador muy necesario para revertir las preocupantes tendencias de la vacunación infantil rutinaria. Según los CDC, la cobertura nacional de vacunación se redujo en un punto porcentual en el año escolar 2020-2021 en comparación con el año anterior, con 35,000 niños adicionales que ingresan al jardín de niños sin documentación de vacunación completa contra enfermedades como el sarampión, la varicela y la difteria.

A nivel mundial, millones de niños no han sido vacunados en los últimos 2 años, un descenso que Naciones Unidas ha calificado como el “mayor retroceso en la vacunación infantil en una generación”.

Gran parte de esto puede atribuirse a la interrupción de los servicios médicos relacionada con la pandemia. También me preocupa el efecto insidioso de la desinformación sobre las vacunas, y que la reacción a las restricciones del COVID haya empeorado la confianza en la salud pública. Además, la mayoría de los padres de niños pequeños nunca experimentaron el terror de la polio de primera mano y podrían no apreciar la importancia de prevenir la enfermedad.

A medida que Estados Unidos sale de la fase de emergencia de la pandemia, debemos desviar los recursos que antes se destinaban al coronavirus hacia otras áreas desatendidas, especialmente la vacunación infantil. Las personas mayores que llegaron a la edad adulta antes de que se erradicara la poliomielitis deberían recordar a las generaciones más jóvenes lo mucho que temían sus padres, año tras año, que sus hijos fueran los próximos afectados por una parálisis incurable o la muerte.

No tiene por qué ser así. Ya hemos detenido la polio antes. Podemos hacerlo de nuevo.

Leana S. Wen, columnista colaboradora de The Washington Post, es profesora de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington.

©The Washington Post

Wen
Wen