La intimidación como herramienta para silenciar a los atletas en los Juegos Olímpicos de Beijing 2022

Patinadores estadounidenses practican en Beijing el miércoles 2 de febrero de 2022. Algunos equipos nacionales, entre ellos el de Estados Unidos y el de Canadá, han advertido a sus atletas de los posibles riesgos legales de alzar la voz. (James Hill/The New York Times)
Patinadores estadounidenses practican en Beijing. Algunos equipos nacionales, entre ellos el de Estados Unidos y el de Canadá, han advertido a sus atletas de los posibles riesgos legales de alzar la voz. (James Hill/The New York Times)

La conversación en el Centro Deportivo Wukesong se desvió peligrosamente del crecimiento y la velocidad del hockey femenino hacia la cuestión de las declaraciones políticas en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022. Hilary Knight, que justo terminaba el entrenamiento antes de su cuarta participación olímpica con Estados Unidos, hizo una pausa, miró a su alrededor y eligió sus palabras con cuidado.

“Creo que es importante poder darles valor a las cosas que aprecias más y eso es algo que es importante para mí”, comenzó Knight. Luego dio un cambio brusco en la conversación y afirmó que su prioridad era el juego inicial de su equipo.

“A partir de ahora”, sostuvo, “estamos oficialmente enfocadas en Finlandia”.

Al iniciarse las competiciones en unos Juegos Olímpicos de Invierno ensombrecidos por la controversia sobre el historial de China en materia de derechos humanos, la cuestión de lo que pueden y no pueden decir los participantes ha cobrado mayor importancia que en cualquier otra Olimpiada desde hace años.

Los atletas se encuentran acorralados entre los activistas que les instan a utilizar su fama para denunciar injusticias y las normas del Comité Olímpico Internacional que restringen lo que pueden decir y dónde.

El Partido Comunista de China también ha advertido a los atletas de que están sujetos no solo a las normas olímpicas, sino también a la legislación china. Las admoniciones han formado parte de una campaña de represión en las semanas previas a la ceremonia de inauguración del viernes. Según los críticos, esto ha tenido un efecto intimidatorio para los disidentes dentro y fuera de la burbuja olímpica.

Una panorámica de Beijing, desde el interior del centro principal de prensa en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
Una panorámica de Beijing, desde el interior del centro principal de prensa en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)

Los atletas tienen que ser responsables de lo que dicen”, declaró Yang Yang, funcionaria sénior del Comité Organizador de Pekín y campeona olímpica, en una conferencia de prensa esta semana.

Las advertencias de China han suscitado críticas fuera del país, incluso por parte del Departamento de Estado en Washington, pero, dentro, la respuesta hasta ahora ha sido una autocensura estudiada.

Algunos equipos nacionales, como los de Estados Unidos y Canadá, han advertido a sus atletas de que hablar en público puede suponer un riesgo legal, tanto por parte del Comité Olímpico Internacional como del sistema judicial chino.

Cuando tres esquiadores del equipo de Nueva Zelanda comparecieron en una rueda de prensa en Beijing, un portavoz, Lewis Hampton, interrumpió una pregunta sobre el tema de las normas sobre declaraciones políticas. Los atletas estaban allí para hablar de “rendimiento”, dijo, no para hacer una manifestación.

Sophie Richardson, directora para China de Human Rights Watch, señaló que unas dos docenas de atletas olímpicos se habían puesto en contacto con ella para comentar la falta de libertad de expresión en Beijing.

“Muchas personas que nunca habían estado en China antes o que sí han ido, pero no están seguras de las circunstancias o el entorno, nos han contactado con preguntas sobre qué pueden decir y hacer, qué les preocupa, cómo podrían reaccionar las autoridades”, contó.

Las interrogantes sobre la situación de los derechos humanos en China estuvieron latentes antes de los juegos, al igual que antes de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008. El otoño pasado parecieron cobrar mayor urgencia cuando Peng Shuai, tenista profesional y exatleta olímpica, acusó a un alto funcionario de forzarla a tener una relación sexual.

La publicación de Peng desapareció al poco tiempo de las redes sociales y su paradero fue un misterio, lo que provocó indignación mundial. Camisetas con el lema “¿Dónde está Peng Shuai?” fueron prohibidas fugazmente por el Abierto de Australia el mes pasado, antes de que los directivos cedieran y permitieran a los espectadores llevarlas.

Ahora la pregunta es si esas playeras —u otras formas de protesta— surgirán en los juegos de Pekín.

Dentro de la comunidad del olimpismo, los límites de la declaración política son cada vez más controvertidos. Es un debate que se ha intensificado con la celebración de los juegos en China, país que suele figurar entre los más represivos del mundo en las encuestas sobre libertades políticas, religiosas y de otro tipo.

Lo que está en juego es la regla 50 de la Carta Olímpica, que prohíbe a los atletas u otros participantes hacer manifestaciones o exhibir “propaganda política, religiosa o racial” en los eventos olímpicos. Un caso muy conocido en el que se invocó fue durante los Juegos Olímpicos de 1968 en Ciudad de México. Los velocistas estadounidenses John Carlos y Tommie Smith fueron expulsados de los juegos tras poner el puño en alto cuando estaban en el podio de medallas durante la interpretación del himno nacional de Estados Unidos.

Ling Zhi de China durante el juego de curling contra Canadá 2022 en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022. (Foto: Reuters)
Ling Zhi de China durante el juego de curling contra Canadá 2022 en los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022. (Foto: Reuters)

La norma se ha relajado últimamente y se permite a los atletas expresar sus opiniones en las villas olímpicas y sus alrededores, así como en las ya omnipresentes redes sociales, pero no durante las competiciones mismas o las ceremonias de entrega de medallas. El Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos fue más allá en 2020, al decir que ya no castigaría a los atletas que participaran en protestas pacíficas.

El activismo político ha hecho acto de presencia en muchos eventos internacionales, incluidos los Juegos Olímpicos de Tokio del pasado verano, pero ninguna otra nación anfitriona ha sido tan estricta como China a la hora de patrullar la disidencia política.

El Estado del Partido Comunista chino ha aplastado las libertades políticas en Hong Kong y el Tíbet y ha llevado a cabo una campaña de detención y reeducación masiva contra los musulmanes uigures de la región occidental de Sinkiang, lo cual ha sido declarado por Estados Unidos como genocidio.

Los críticos de China han pedido a los atletas, patrocinadores y anunciantes que se pronuncien al respecto. Algunos han sugerido protestas silenciosas, como saltarse la ceremonia de inauguración.

“Exhortamos a los atletas olímpicos a que aprovechen todas las oportunidades que se les presenten para ejercer su derecho a la libertad de expresión, reconocido a nivel internacional, y a que se pronuncien en contra del genocidio actual de los musulmanes uigures por parte del Partido Comunista chino”, afirmó en un comunicado el Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses, un grupo de defensoría.

El grupo invocó el legado de los Juegos Olímpicos de verano celebrados hace 86 años en la Alemania de Adolf Hitler. “La comunidad mundial debe evitar que se repitan los Juegos Olímpicos de 1936, que fueron utilizados de forma similar por una dictadura brutal para encubrir sus crímenes contra la humanidad”.

De hecho, es raro que los atletas olímpicos realicen alguna manifestación política, incluso los que podrían simpatizar con las causas de los derechos humanos. La mayoría de los atletas están concentrados con celo en su deporte, pues han dedicado años de entrenamiento para tener la oportunidad de competir al más alto nivel.

Una encuesta realizada el año pasado por el Comité Olímpico Internacional informaba que aproximadamente dos tercios de los atletas creían que “no era apropiado” hacer demostraciones en el podio de las medallas. Aún más personas se oponían a las protestas durante la ceremonia de inauguración o durante las competencias mismas.

EU Athletes, una federación que dice representar a más de 25.000 atletas de élite en Europa, criticó la encuesta y dijo que la regla 50 era “incompatible con los derechos humanos de los atletas”.

“La idea de que una organización deportiva pueda restringir o redefinir los derechos humanos de los atletas es sencillamente inaceptable”, afirmó el grupo.

Los organizadores de Beijing 2022 se han comprometido a respetar el espíritu de la Carta Olímpica de permitir la libertad de expresión. Dentro de las burbujas de “circuito cerrado” erigidas alrededor de las sedes olímpicas, las autoridades han creado un internet abierto que no está restringido por la censura china.

“Los atletas son ejemplos a seguir para el mundo y se les presta mucha atención”, dijo Yang, la funcionaria olímpica de Pekín. “Tienen sus opiniones y, si quieren compartirlas, eso es importante”.

VIDEO: Comenzaron los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022