¿Y la paz, Apá?

“La paz solo se logra con buena política, hijo”. Vivimos una guerra de baja intensidad, la Violencia criminal juega el papel principal. Empero, la política no está sintonizada en el cerebro de los dirigentes. Requiere invertir mucho, conocimiento, humildad, saber escuchar, pensar de manera renovada cada día, transformar los valores en virtudes, comportarse frente a los “Otros” con un compromiso de vida compartida… En la antigua Grecia, Según Tucídides, las guerras parecían interminables, la del Peloponeso duró veintisiete años. “El quid” de la guerra y la violencia se basaban en la codicia y el temor, connaturales en aquella época, parecida a ésta.
El valor instrumental de la guerra lo encontramos hasta Maquiavelo, un nuevo despliegue de la violencia y de la conciencia frente a la misma; identificamos la inteligencia como recurso estratégico, la violencia se aparta de su condición óntica para formar su expansión como arma en poder del Estado. (Óntico es un demostrativo de ente, a diferencia de ontológico que es un demostrativo de ser). La violencia es peligrosa pero no es objetiva hasta que comete el delito y, consecuentemente daña. Una perversa cartografía para lograr un poder ilegal, absurdo, obsceno… peligrosidad de malas intenciones que tiene como antídoto: cultura y formación de la sociedad, por ello son anuladas. Recordemos a Hegel: “un código penal pertenece a su época y a la situación general de la sociedad” …
Uno de los males más agresivos que vivimos hoy en día es la violencia criminal, quizá el más grande enemigo de nuestra sociedad y de sus gobiernos, aunque éstos se resistan a reconocerlo. Se puede demostrar ante la ausencia de un impulso colectivo para entender y enfrentar la criminalidad. Los gobiernos, en el sentido multicolor, no han podido o no han querido, establecer límites a la violencia; lo que podemos comprobar cada día es que las narrativas políticas tienden a normalizar la idea de la violencia. Como lo dice Roy Campos, palabras más palabras menos, la violencia se normaliza en el discurso; pero también en las repeticiones, “antier 10 asesinatos, ayer, 15, hoy 20…” En la geometría política todos han hecho de la violencia su principal aliado, no han podido poner en su lugar a “los traviesos” a través de la violencia legítima del Estado. Tenemos noticias, imágenes, notas…, de “servidores públicos” de excelentes relaciones con el crimen organizado, apretones y defensas mediáticas incontables…
Mucho se discute sobre la presencia del Ejército Nacional en este tema, a estas alturas podemos decir que no se corrige la violencia criminal, entendemos que fue la urgencia, no una planeación seria como política pública. En la lógica elemental, ninguna estrategia de lucha contra la violencia criminal podrá tener éxito si las autoridades legales para combatirlo no quieren hacerlo. Con ello se muestra un Estado débil infectado en todos los niveles… no le demos vuelta, lo que pende, depende, una auténtica metamorfosis de Estado demanda una reforma política sin titubeos con las discusiones necesarias, tan ríspidas como sean necesarias, pero siempre bajo la tutela de la ética política en un diálogo sano y conciliador, que haga caso omiso de las lealtades e intereses que se gestan desde amorales servidores públicos en el Estado.