Los pastores migrantes vascos dejaron sus huellas en los álamos temblones del Oeste americano
A lo largo de las montañas del Oeste americano, tallas ocultas en los troncos de los álamos temblones cuentan las historias de los pastores que las hicieron al pasar con sus rebaños. La mayoría de los hombres que grabaron estos arborglifos en los árboles vivos eran vascos que, a partir de la fiebre del oro de la década de 1840, emigraron desde el País Vasco.
Nuestra experiencia en la documentación de arborglifos –lertxun-marrak en euskera– se ha ido profundizando con el tiempo. Al principio, simplemente intentábamos averiguar qué había en el árbol. Puede ser difícil distinguir entre una corteza con cicatrices y una talla. Poco a poco, fuimos descifrando mejor las tallas y ahora esperamos descubrir las más antiguas y ornamentadas.
También pudimos apreciar los diferentes estilos y temas, como en las firmas y la escritura. Un pastor graba su nombre, la fecha y su ciudad natal; otro se adentra en política; y otro esculpe a una esperada compañera.
Al contemplar las tallas de décadas de antigüedad, nos rodea la tranquilidad y la soledad de la alta montaña, ya sea en Sierra Nevada, las montañas Ruby o los montes Sawtooth. Seguimos literalmente los pasos del pastor que creó el arborglifo.
Estos pastores dejaron sus huellas en los álamos temblones, y ahora nosotros formamos parte de una colaboración en la investigación que pretende documentar y catalogar el mayor número posible de sus arborglifos y las experiencias que registran antes de que desaparezcan. A lo largo del tiempo se han documentado unos 25 000 arborglifos, y es probable que queden al menos otros tantos por registrar antes de que se pierdan.
¿Quiénes fueron los pastores que dejaron su huella?
Desde hace casi 200 años, los vascos emigraron al Oeste americano en busca de oportunidades económicas, para escapar del servicio militar obligatorio o de la persecución política, o por razones personales. La mayoría eran de clase baja, de origen agrario, con poca o ninguna educación o conocimientos de inglés. A medida que la industria del pastoreo crecía en Occidente, ofrecía a estos inmigrantes un trabajo estable, y los vascos se convirtieron en sinónimo de pastoreo hasta la década de 1970, cuando la economía mejoró en el País Vasco.
Los inmigrantes vascos practicaban el pastoreo de trashumancia. Durante la primavera y el verano, los pastores llevaban a las ovejas a las altas montañas para que pastaran y, en otoño, regresaban a los valles donde pasaban el invierno. Este ciclo anual significaba que los pastores vascos pasaban los veranos solos en las montañas.
En euskera, español, francés e inglés, tallaban en álamos vivos para expresar sus pensamientos, sueños, deseos y desafíos. Sus arborglifos abarcan un amplio espectro de temas: sus ciudades natales, deportes, mujeres, amor, trabajo, religión, política y mucho más.
Por ejemplo, tallaron lemas políticos como “Gora Euskadi” (“Arriba Euskadi”) por los que podrían haber sido detenidos en su país. Hay tallas de cruces que señalan las fiestas de determinados santos, barcos hechos por los que procedían de pueblos pesqueros, y conocidos versos y poemas sobre el anhelo de volver a su país.
A veces uno se ríe cuando entiende el chiste o el refrán que comparten. Otras veces, puede ser bastante conmovedor cuando describen sus vidas y anhelos. Estas tallas reflejan una variedad de emociones y experiencias humanas, en las que la nostalgia desempeña un papel destacado.
Recogida virtual de las tallas
Para documentar estos artefactos culturales en vías de desaparición, formamos Lertxun-Marrak - The Arborglyph Collaborative, compuesta por Boise State University, California State University, Bakersfield, y la University of Nevada, Reno en colaboración con el Kern County Museum, el Basque Museum, y el Northeastern Nevada Museum, con el apoyo de la National Historical Publications & Records Commission.
También queremos establecer vínculos con quienes se interesaron por las tallas: familiares y amigos de quienes abandonaron el País Vasco en busca de oportunidades en el Oeste americano; personas de las comunidades locales que desean comprender la experiencia de estos inmigrantes; artistas que ven los álamos temblones como un lienzo y las tallas como un arte distinto; investigadores y organizaciones gubernamentales, excursionistas, cazadores y corredores que se topan con ellas en el campo, y el público en general.
Por desgracia, la edad, las prácticas de pastoreo, los incendios más frecuentes e intensos y el cambio climático en su conjunto amenazan estas tallas. El objetivo de la Arborglyph Collaborative es documentar el mayor número posible de tallas de árboles antes de que desaparezcan.
Para ello, seguimos los senderos de los pastores a través de las montañas. Es fácil caminar por un bosquecillo de álamos y no darse cuenta de que la corteza de los árboles es un lienzo. Conocer la zona de pastoreo nos ayuda a identificar las arboledas en las que los pastores grabaron en los álamos. Los bosquetes de álamos maduros con manantiales cerca son los mejores candidatos para contener lertxun-marrak. Si encontramos un arborglifo, podemos suponer que habrá otros, ya que suelen encontrarse en grupos en zonas con mucho tránsito de pastores.
Las técnicas empleadas para capturar y reproducir los grabados arbóreos han evolucionado a la par que las tecnologías disponibles. La Colección Earl de calcos de tallas de árboles, depositada en la Biblioteca Vasca Jon Bilbao de la Universidad de Nevada, Reno, representa un ejemplo de los primeros esfuerzos.
Jean y Phillip Earl, residentes en Reno, oyeron hablar por primera vez de los arborglifos durante una conferencia en la universidad en la década de 1970. Intrigados, empezaron a buscar activamente lo que primero llamaron “galerías vivientes” y a experimentar con métodos para conservar las imágenes que encontraban; la muselina y la cera negra para frotar demostraron ser las mejores herramientas para el trabajo. Los Earls dedicaron 40 años a crear un archivo con unos 150 calcos de las tallas que más les llamaban la atención por su atractivo visual.
Además de los calcos, los investigadores utilizaron bocetos, fotografías fijas y, más tarde, grabaciones de vídeo para documentar la corteza grabada de los álamos temblones. Otra colección de investigación de la Biblioteca Vasca Jon Bilbao fue recopilada por uno de los primeros estudiosos interesados en los arborglifos, Joxe Mallea-Olaetxe. De hecho, fue él quien acuñó el término lertxun-marrak –literalmente “líneas/dibujos en los álamos temblones”–, nombre con el que se conoce a los arborglifos en euskera, la lengua vasca.
Desde la década de 1970 hasta la de 2000, documentó miles de arborglifos, incluyendo descripciones detalladas, fotografías y grabaciones de vídeo, proporcionando una visión completa de estos artefactos culturales.
Ahora podemos documentar los arborglifos con fotogrametría, que crea un modelo tridimensional con detalles realistas. También podemos recrear la talla y su entorno en realidad virtual, lo que permite al visitante sumergirse en un bosquecillo sin necesidad de desplazarse. Los teléfonos inteligentes y las tabletas permiten a casi todo el mundo interactuar con los arborglifos desde cualquier lugar y en cualquier momento, lo que incluye la creación y el acceso a modelos 3D de las tallas.
Los árboles y los vascos
La necesidad de preservar estas experiencias humanas transformadas en artefactos se ve reforzada por encuentros como el que tuvo lugar en un reciente viaje de documentación a las montañas de las afueras de Idaho City, Idaho.
Una estudiante que ayudaba a hacer fotos y vídeos y anotaba las ubicaciones con GPS reveló que su padre llegó a Estados Unidos procedente del País Vasco para trabajar como pastor de ovejas. Se había unido a nuestro equipo de investigación para conocer mejor su experiencia. Cuando encontró las tallas hechas por su padre, que había muerto cuando ella era joven, las lágrimas corrieron por sus mejillas mientras experimentaba un torrente de emociones.
Historias como ésta demuestran el valor de conservar estos artefactos que reviven las voces y los recuerdos de estos inmigrantes en el Oeste americano. Hoy en día, una mayor disponibilidad tecnológica y unos socios fiables son fundamentales para lograr este objetivo. Nos queda mucho trabajo por hacer, más arborglifos que recoger, formas de hacerlos accesibles al público y más comunidades con las que colaborar.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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John Bieter recibe financiación de la Comisión Nacional de Publicaciones y Registros Históricos. En 2023, el grupo de investigación Lertxun-marrak/The Arborglyph Collaborative del que forma parte el autor recibió 25.000 dólares de la National Historical Publications and Records Commission para apoyar el proyecto.
Iñaki Arrieta Baro recibe financiación de la Comisión Nacional de Publicaciones y Archivos Históricos. En 2023, el grupo de investigación Lertxun-marrak/The Arborglyph Collaborative del que forma parte el autor recibió 25.000 dólares de la Comisión Nacional de Publicaciones y Archivos Históricos para apoyar el proyecto.
Cheryl Oestreicher no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.