Pasó un mes desde que 36 migrantes llegaron a Sacramento. Así es su vida

Acababa de pasar la hora de comer en la iglesia de San Antonio en Sacramento, y seis migrantes venezolanos jugaban un partido de basquetbol intenso pero torpe.

Un hombre gritó “entra, entra”, diciendo a su compañero más bajo que metiera la pelota. El compañero siguió el consejo y regateó hacia el aro. Perdió el control del balón al intentar un pase.

“Brinca, si tú brincas, tú lo agarras”, le respondió, diciéndole al más alto que saltara en busca del balón.

En los minutos siguientes, hubo más pases errados y tiros fallidos.

Pero las sonrisas en sus rostros aquella tarde de miércoles de finales de junio sugerían que a nadie le importaba. Cuando huyeron de Venezuela, no habían oído hablar de Sacramento, ni se imaginaban días jugando al basquetbol o conociendo al gobernador Gavin Newsom.

Había pasado casi un mes desde que el estado de Florida, por instrucciones del gobernador Ron DeSantis, fletó dos vuelos que recogieron a 36 migrantes. Los migrantes –principalmente procedentes de Venezuela y Colombia– no sabían entonces que se habían convertido en peones políticos.

A todos se les prometió que volarían a un lugar con abundante empleo y vivienda. A algunos les dijeron que los enviarían a Los Ángeles. En lugar de eso, a todos los dejaron en Sacramento.

A los pocos días, grupos locales y congregaciones religiosas se organizaron para proporcionarles alojamiento, comida y ropa. Y hoy, los migrantes disfrutan de una apariencia de normalidad mientras siguen buscando un empleo estable.

“Nunca se me pasó por la cabeza que yo pudiera hacer estas cosas”, dijo uno de los hombres, un venezolano de 34 años. “Estoy agradecido con la gente de Sacramento”.

Los inmigrantes siguen hablando bajo condición de anonimato, por temor a la violencia y otras represalias por su presencia en la región de la capital.

Gabby Trejo, directora ejecutiva de ACT, habla el jueves a los migrantes que fueron trasladados en avión a Sacramento por Florida durante una jornada de actividades en una iglesia local.
Gabby Trejo, directora ejecutiva de ACT, habla el jueves a los migrantes que fueron trasladados en avión a Sacramento por Florida durante una jornada de actividades en una iglesia local.

Encuentro con el gobernador Newsom y su esposa

El primer grupo de migrantes llegó el 2 de junio, y fueron llevados en autobús y dejados a las puertas de la Diócesis Católica Romana de Sacramento.

Miembros de la diócesis llamaron a Cecilia Flores, portavoz de Sacramento ACT, una colaboración de congregaciones religiosas de la zona de Sacramento. Flores llegó al estacionamiento de la diócesis con la esperanza de recabar más información sobre las circunstancias que rodeaban la llegada.

“No teníamos ni idea de lo que estaba pasando”, dijo Flores. “Pero en ese momento teníamos a este grupo de personas que iban a necesitar ayuda”.

Flores y otros miembros de Sacramento ACT reconstruyeron el viaje de los migrantes durante las horas siguientes. Pronto los trasladaron a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe y les dieron de comer.

Allí fue donde los migrantes empezaron a mostrar sus papeles de inmigración con las fechas de los próximos juicios en todo el país, y un hombre sacó un formulario de consentimiento sin firmar para participar en un programa de transporte voluntario financiado por el estado de Florida y contratado por Vertol Systems Co.

“Fue entonces cuando empezamos a ponernos en contacto con (funcionarios) electos para intentar averiguar cuál era el siguiente paso”, dijo Flores.

A la mañana siguiente, el gobernador; su esposa, Siebel Newsom, y el procurador general Rob Bonta se reunieron con los migrantes en el South Sacramento Christian Center. Los migrantes compartieron sus historias durante un desayuno a base de café y pan de Panera Bread.

Newsom habló con ellos usando a un empleado como traductor. Siebel acabó siendo la más popular de las tres personas debido a su habilidad para hablar español. Algunos migrantes recuerdan que lloró cuando le describieron sus viajes.

“Realmente se enamoraron de su compañera”, dijo Flores.

Uno de los migrantes, de 40 años, lleva una tarjeta de visita con un número de teléfono que le dio Siebel.

“Me dijo que llamara si necesitábamos ayuda, pero no he querido molestar”, dijo.

Dos días después, el 5 de junio, un segundo grupo de 20 migrantes aterrizó en Sacramento.

Cena en la Congregación B’nai Israel

Varias congregaciones religiosas de Sacramento han acogido a los migrantes desde su llegada. Entre ellas, la Congregación B’nai Israel, que organizó una cena para recaudar fondos el 16 de junio.

Las entradas para el evento se agotaron a los tres días de anunciarse y se recaudaron unos $5,000, dijo Sharon Rogoff, miembro del consejo de liderazgo femenino de la congregación.

En el salón social de la sinagoga, más de 200 personas disfrutaron de una cena cocinada por los migrantes. El plato principal consistió en plátanos, carne deshebrada, huevos fritos, frijoles, arroz y queso.

“No se trataba solo de ayudar a estas personas de América Latina, sino de conocer la cultura de la que procedían, experimentarla a través de la comida, de su generosidad y de su deseo de ser de ayuda”, dijo la rabina Mona Alfi.

Mientras comían juntos, los miembros de la congregación y los migrantes charlaban en las distintas mesas. Algunos pudieron comunicarse a través de personas cercanas que hablaban inglés y español, mientras que otros recurrieron a sus teléfonos para traducir.

Otros apenas charlaban, más bien dependiendo de los migrantes para que dirigieran la conversación con fotos y videos de su viaje, que incluye atravesar a pie el Tapón del Darién, el traicionero istmo selvático de Panamá, y viajar en tren a través de México.

El concejal de Sacramento Eric Guerra asistió a la cena y fue una de las personas que hicieron de traductores. Dijo que los miembros conectaron con los migrantes por las historias de migración de sus familias.

“Muchos de ellos tenían padres o abuelos que vinieron aquí debido a conflictos políticos ... y esta gente conectó con eso”, dijo Guerra.

Guerra asistió al partido del Sacramento Republic FC con un grupo de unos 20 emigrantes a la tarde siguiente.

Basquetbol, paseos en bicicleta y la promesa de un empleo

Aunque ninguno puede conseguir empleo legalmente debido a su situación migratoria, la prioridad de los migrantes sigue siendo encontrar trabajo. Algunos han empezado a realizar trabajos manuales ocasionales.

Para ayudar a acelerar el proceso, la directora ejecutiva de Sacramento ACT, Gabby Trejo, se ha centrado en ofrecer a los migrantes oportunidades para relacionarse con la comunidad. Por ejemplo, la tarde en que la iglesia de San Antonio acogió a los migrantes en una jornada de actividades. Solo quedan 31 migrantes en Sacramento, pues cinco de ellos fueron recogidos por familiares y amigos.

Gabby Trejo, directora ejecutiva de Sacramento ACT, habla con Diego, uno de los 36 migrantes trasladados en avión a Sacramento por Florida en junio, durante una jornada de actividades en una iglesia local la semana pasada.
Gabby Trejo, directora ejecutiva de Sacramento ACT, habla con Diego, uno de los 36 migrantes trasladados en avión a Sacramento por Florida en junio, durante una jornada de actividades en una iglesia local la semana pasada.

“Si pueden encontrar trabajo ustedes mismos, síganlo haciendo”, dijo Trejo a los migrantes ese día.

Mientras algunos migrantes jugaban al basquetbol en el interior, otro grupo regresaba de un paseo en bicicleta de cinco millas encabezado por Rich Fowler, miembro de la iglesia. Sus frentes chorreaban sudor mientras se quitaban los cascos.

Fowler dice que le sorprendió la energía de los migrantes, mientras desafiaban el clima de 95 grados.

“Lo que no dejaba de darme vueltas en la cabeza era lo que esta gente había pasado para llegar a montar en bicicleta conmigo, y lo fuertes que eran, lo vigorosos que eran, lo bien informados que estaban”, dijo.

Uno de los migrantes venezolanos tuvo un encuentro esperanzador mientras pedaleaba de vuelta a la iglesia. Conoció a un hombre que trabajaba en el jardín. El joven de 21 años explicó su situación y expresó su deseo de ganar dinero. El hombre le dio un número de teléfono y le dijo que podría tener trabajo próximamente.

“Le dije que podía empezar a trabajar mañana”.