¿Qué pasó en los disturbios de la ultraderecha en Reino Unido y qué puede ocurrir ahora?

Londres (CNN) -- Los disturbios de ultraderecha arrasaron el Reino Unido durante el fin de semana, con brotes de violencia contra los inmigrantes en varias ciudades y pueblos, dejando al nuevo gobierno británico luchando por controlar los peores disturbios en más de una década.


Multitudes de agitadores ultraderechistas incendiaron hoteles en los que se alojaban solicitantes de asilo, dejando atrapados y aterrorizados a quienes se encontraban en su interior, mientras que en otras ciudades multitud de agitadores dañaron edificios públicos y se enfrentaron a la policía, arrojando objetos a los agentes y destrozando sus vehículos.

Las protestas estallaron por primera vez a finales del mes pasado, después de que una campaña de desinformación antiinmigración avivara la indignación por un ataque con arma blanca en el que murieron tres menores en Southport, en el norte de Inglaterra.

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El primer ministro Keir Starmer presidió el lunes por la mañana su primera sesión COBRA, una reunión de emergencia de los organismos nacionales y los poderes del Estado, para debatir la respuesta a los desórdenes. "Esto no son protestas", dijo el domingo, y añadió: "Es matonismo organizado y violento, y no tiene cabida en nuestras calles ni en internet".

Los disturbios son la primera crisis para Starmer, que se convirtió en líder británico hace un mes después de que su Partido Laborista desbancara a los conservadores en unas elecciones generales. Sus próximos pasos serán seguidos de cerca por los legisladores y la opinión pública.

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¿Qué ocurrió en las calles británicas?

A lo largo del viernes, sábado y domingo, manifestantes violentos se congregaron en el centro de ciudades y pueblos de todo el Reino Unido, muchos de ellos aparentemente decididos a enfrentarse a la policía y causar estragos.

Las concentraciones comenzaron aparentemente como marchas contra la inmigración, organizadas en las redes sociales como X y en grupos de WhatsApp y Telegram. Rápidamente se volvieron desordenadas y violentas.

Los manifestantes incendiaron dos hoteles Holiday Inn, en la ciudad de Rotherham (norte de Inglaterra) y en Tamworth (Midlands, centro del país), donde se creía que se alojaban solicitantes de asilo a la espera de una decisión sobre sus solicitudes.

El hotel de Rotherham estaba en ese momento "lleno de residentes y personal aterrorizados", según una declaración de Lindsey Butterfield, ayudante del jefe de policía de South Yorkshire.

Un automóvil arde durante una protesta contra la inmigración en Middlesbrough el domingo. Crédito: Owen Humphreys/PA

En Tamworth, los agitadores lanzaron proyectiles, rompieron ventanas y provocaron incendios, hiriendo a un agente de policía, según las autoridades locales. En Rotherham, lanzaron tablones de madera, utilizaron extintores contra los agentes, prendieron fuego a objetos cercanos al hotel y rompieron ventanas para entrar en el edificio, según la policía.

También se produjeron actos violentos en Sunderland, Middlesbrough, Stoke-on-Trent y varias ciudades más, en su mayoría de las Midlands y el norte de Inglaterra. El Ministerio del Interior dijo el domingo que se estaba ofreciendo a las mezquitas del Reino Unido "mayor protección con nuevas medidas de seguridad de emergencia".

En total, más de 100 personas fueron detenidas durante el fin de semana. Muchos más sospechosos aún no han sido identificados, y las autoridades han prometido utilizar el reconocimiento facial y otras tecnologías para localizarlos.

"La gente de este país tiene derecho a estar segura y, sin embargo, hemos visto cómo se atacaba a comunidades musulmanas, a mezquitas, a otras comunidades minoritarias, saludos nazis en la calle, ataques a la policía, violencia sin sentido y retórica racista", dijo Starmer en Downing Street.

"Así que no, no voy a evitar llamarlo por su nombre: vandalismo de ultraderecha", añadió.

¿Qué hay detrás de los disturbios?

El desencadenante más inmediato de la violencia fue el apuñalamiento de varios menores en Southport, en el noroeste de Inglaterra a principios de semana, un incidente insólito y estremecedor que causó la muerte de tres niñas y conmocionó al país.

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La ultraderecha aprovechó y difundió una oleada de desinformación sobre ese incidente, incluidas falsas afirmaciones de que el presunto agresor era inmigrante, para movilizar protestas antimusulmanas y contra la inmigración. La policía afirma que el sospechoso nació en Gran Bretaña.

Pero la retórica antimigrante se ha extendido cada vez más en el Reino Unido en los últimos años, y los críticos afirman que esa tendencia ha envalentonado a los simpatizantes de la ultraderecha y ha contribuido a escenas como las del fin de semana.

La policía y manifestantes ultraderechistas se enfrentan en Manchester. Crédito: Christopher Furlong/Getty Images

En las elecciones generales del mes pasado, Reform UK, un grupo populista de derecha que se presenta con una plataforma de confrontación contra la inmigración, fue el tercer partido más votado, tras una campaña en la que el tema de la inmigración ocupó un lugar destacado.

Nigel Farage, líder del partido, condenó el lunes los violentos disturbios, pero añadió que "persisten problemas más profundos a largo plazo", criticando lo que consideró la "blanda" actuación policial en anteriores disturbios antirracistas y la "fractura de nuestras comunidades como consecuencia de la inmigración masiva y descontrolada".

Algunos legisladores del Partido Conservador, que a lo largo de sus 14 años en el poder ha desplazado su retórica y su política hacia la derecha, sobre todo en cuestiones de inmigración, contraatacaron con calificativos como los de Farage.

En un ataque apenas velado a Farage y a otros diputados reformistas, la exministra conservadora del Interior Priti Patel escribió: "La violencia y el vandalismo son siempre inaceptables. No hay calificativos ni excepciones. Y los políticos de todos los bandos deben estar dispuestos a dar la cara y decirlo".

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Y Diane Abbott, la primera parlamentaria negra británica y la mujer que más tiempo lleva en la Cámara de los Comunes, escribió el lunes: "Nigel Farage debe estar contento esta mañana. Marchas antiinmigración por todo el país y negros y morenos viviendo con miedo". Un portavoz de Farage declinó hacer comentarios.

Los lugares y horarios de los disturbios se compartieron con días de anticipación en las redes sociales y en servicios de mensajería como WhatsApp y Telegram, lo que arrastró a las empresas de medios sociales a la conversación nacional británica sobre cómo abordar la violencia.

En particular, la plataforma X de Elon Musk ha sido criticada por personalidades de todo el espectro político por permitir que figuras del movimiento ultraderecha como Tommy Robinson volvieran al servicio, donde ha publicado una serie de mensajes alentando las protestas, al tiempo que criticaba los ataques violentos.

Joe Mulhall, director de investigación de Hope Not Hate, una organización benéfica contra el racismo y el fascismo con sede en el Reino Unido, declaró a CNN durante el fin de semana que el regreso de Robinson y figuras similares a X ha "dado lugar a que los simpatizantes de la ultraderecha puedan llegar de nuevo a millones de personas con su propaganda peligrosa y divisiva".

En Internet se difundió información errónea sobre la identidad y nacionalidad del sospechoso del espeluznante apuñalamiento de varios menores en Southport el mes pasado, lo que desencadenó la primera oleada de protestas. Crédito: Peter Powell/AFP/Getty Images

La decisión de Starmer el domingo de reafirmarse en su mensaje de principios de semana de que los manifestantes eran "vándalos de ultraderecha" fue contundente; esa declaración inicial fue criticada por cuentas de ultraderecha en Internet, lo que llevó a la circulación del hashtag #FarRightThugsUnite en X.

Musk escribió en X durante el fin de semana que "la guerra civil es inevitable", en respuesta a una publicación en la plataforma que culpaba de los disturbios a "la migración masiva y las fronteras abiertas".

El lunes, el portavoz del primer ministro dijo a los periodistas que "no hay justificación para comentarios como ese", y añadió que Starmer "no compartiría esos sentimientos".

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La última vez que el Reino Unido se enfrentó a un malestar social de esta magnitud fue en 2011, cuando un tiroteo mortal de la policía contra un británico negro en el norte de Londres provocó protestas que se convirtieron en días de disturbios en la capital.

El encargado de llevar a esos delincuentes ante la justicia era Keir Starmer, entonces director de la Fiscalía británica. Starmer se enfrenta a una crisis similar apenas un mes después de asumir el cargo.

Starmer ordenó que los tribunales abrieran 24 horas para procesar rápidamente a los agitadores y saqueadores en 2011, y al año siguiente atribuyó a esta rapidez en la tramitación de los casos el haber desempeñado "una pequeña parte en el retorno de la normalidad". Ahora ha respondido de forma similar, haciendo uso de los poderes gubernamentales para permitir que los tribunales permanezcan abiertos más tiempo.

Pero Starmer también se enfrenta a retos únicos en 2024, tras una década en la que los servicios públicos británicos se han quejado de falta de financiación y se han acercado a la paralización.

El viernes había menos de 1.500 plazas disponibles en las cárceles de Inglaterra y Gales, según informó el Ministerio de Justicia del Reino Unido el 2 de agosto, antes de un fin de semana en el que cientos de personas fueron detenidas. En julio, el secretario de Estado de Justicia del Reino Unido dijo que las prisiones británicas estaban "a punto del colapso", funcionando habitualmente al 99% de su capacidad desde principios de 2023.

La crisis ha puesto fin abruptamente a la luna de miel poselectoral de Starmer y ha causado que diputados de todo el espectro político le insten a convocar al Parlamento, que se encuentra en su receso de verano, para celebrar un debate sobre los disturbios. El portavoz de Starmer dijo que el Gobierno se está centrando en responder a los disturbios.

El Parlamento ha sido convocado seis veces en la última década, según PA Media, pero sólo una para responder a una crisis no relacionada con la pandemia del covid-19: la caída de Afganistán en manos de los talibanes en 2021.

-- Catherine Nicholls, Sarah Dean, Radina Gigova, Duarte Mendonca, Mia Alberti y Sophie Tanno de CNN contribuyeron con este reportaje.

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