El Panteón de Dolores donde descansan ilustres chihuahuenses

Mochilazo en el tiempo

Además de su propia historia, en este camposanto reposan cientos de famosos personajes y otros ya olvidados. Aunque su mayor atractivo son las tumbas de combatientes de la Revolución Mexicana, en él encontramos otras vidas destacadas, entregadas al crecimiento de su estado en varios aspectos.

Liza Luna

EL UNIVERSAL

El Panteón de Dolores en Chihuahua es un libro abierto de historia y legado mexicano. Al caminar por sus senderos llaman la atención los nombres de personajes revolucionarios, políticos, intelectuales y cotidianos; muchos de ellos perdidos en la memoria colectiva.

Sobre el famoso cementerio chihuahuense, de nuevo platicamos con Mario Alberto Trillo, asesor de asuntos históricos. Él es el único civil con permiso para realizar recorridos histórico-culturales en este camposanto.

Este importante cementerio tuvo conexión con otros panteones del municipio, los cuales sufrieron olvido y desaparición, a pesar de también albergar variadas memorias independentistas y revolucionarias.

Los entierros en templos religiosos representaban focos de infección y sobrecupo

De acuerdo con la investigación de Oscar Chávez Acosta, "Parques de Barrio y Desarrollos de Baja Densidad de Chihuahua", el primer cementerio establecido en la capital chihuahuense fue el Panteón de San Felipe, cuya fundación ocurrió en 1802.

Se abrió para detener los sepelios en templos religiosos, donde antes se enterraba a pobladores y representaban un posible foco de infección y sobrecupo. San Felipe se estableció lejos de la concentración de habitantes, pero en la actualidad es el céntrico Parque Abraham González.

Nuestro entrevistado y el texto de Parques de Barrio sostienen que, en el Panteón de San Felipe, se enterró a Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez y Mariano Hidalgo –hermano del "padre de la patria"–, junto con otros héroes desconocidos de la independencia nacional.

Para 1904, el cementerio de San Felipe se clausuró por lo reducido de su espacio. Aunque el texto de Chávez Acosta asume que todos los cuerpos –incluidos los insurgentes– fueron exhumados, Mario Alberto nos aseguró que decenas de independentistas y pobladores se quedaron debajo del Parque Abraham González, "para vergüenza de Chihuahua".

En 1833 abrió el Panteón de Nuestra Señora de la Regla. Según el artículo "El Cólera y el Cementerio de Regla", de América Malbrán y América Martínez, tal sitio se fundó para atender el incremento de mortalidad a causa de la epidemia de cólera que azotó Chihuahua durante el siglo XIX.

En ese camposanto construyó el general Francisco Villa su famoso mausoleo. "Si yo llegase a morir en alguno de los combates, […] harás las gestiones necesarias para traerme a la capilla que mandé construir en el Panteón de la Regla y que de antemano designé con ese objeto", recordó en sus memorias la entonces esposa del "Centauro del Norte", Luz Corral.

También ahí estuvo la capilla que el "Centauro del Norte" mandó levantar para sus generales, a un lado de su mausoleo. Esta construcción –y los restos que resguardó de villistas importantes– se retiró del que fuera Panteón de la Regla y ahora está en la Universidad de Chihuahua como monumento histórico, según nos compartió nuestro entrevistado.

El mausoleo de Villa es el único vestigio funerario que perdura del Panteón de la Regla, pues el camposanto se clausuró en 1957 para dar paso al actual Parque de la Revolución; el general jamás logró descansar ahí.

"[El cementerio] representa un peligro para la salubridad pública por el estado de abandono que ha determinado hundimientos en algunas tumbas, crecimiento de malezas y acumulación de basuras", fue el argumento que las autoridades municipales dieron para cerrar el panteón, de acuerdo con la investigación de Oscar Chávez Acosta.

"Ese panteón [de la Regla], si no lo hubieran quitado, sería una maravilla. Sería de los más importantes, como el San Fernando [en la Ciudad de México]", consideró Mario Alberto Trillo en entrevista con Mochilazo en el Tiempo.

Como el espacio ya estaba cerca de la mancha urbana, se optó por cerrarlo y redistribuir los cuerpos a otro sitio que estuviera lejos de la creciente población.

Para esa época, el Panteón de Dolores ya estaba en funcionamiento en la capital de Chihuahua. Fundado el 12 de septiembre de 1912 por José Rodríguez, este cementerio tiene más capacidad que los antiguos camposantos, con más de 40 mil espacios, según cálculos de Mario Alberto.

Su nombre original era Panteón Nacional, título que cambió al de Dolores en 1930, de acuerdo con datos del sitio "OchoOchenta". Tras el cierre del Cementerio de la Regla, las autoridades trasladaron varios cuerpos al nuevo camposanto, pero nuestro entrevistado aseguró que no se reubicó a todos.

Según estimaciones personales del asesor histórico, al menos 300 restos no reclamados o sin familiares permanecen debajo del Parque de la Revolución, olvidados en la historia, "sepultados y perdidos para siempre en las calles de Chihuahua".

"Sólo los familiares de los muertos que tuvieron oportunidad y dinero para salvar a su ‘muertito’, lo llevaron al Dolores. Por eso, a pesar de que tenga fecha de fundación de 1912, tiene tumbas de comienzos de siglo o de los 1800", sostuvo Mario Alberto Trillo.

Además del legado histórico del camposanto, tiene una melancólica anécdota sobre su apertura. "Es el único panteón que envuelve una historia de amor", mencionó el entrevistado, pues dos días después de su fundación llegó el primer sepelio, siendo Jacinta Zea, una joven de 25 años, la primera huésped del cementerio.

Durante el funeral, una pequeña niña de tres años lloró desconsolada, era la sobrina de la difunta. La menor no sabía por qué su tía estaba ahí y sus lágrimas evidenciaron el cariño que sentía por ella, a pesar de la corta edad.

"Esa niña, en 2007, regresó a llevarle flores a su tía. Tenía 98 años", nos compartió Mario Alberto. Meses después, la sobrina murió y su sepultura también está en el Panteón de Dolores.

Hermanos de Madero y Villa, entre elegantes mausoleos

Mario Alberto Trillo, quien ha visitado en repetidas ocasiones el cementerio, estima que hay 600 revolucionarios enterrados ahí, "pero es posible que sean miles. […] Era el principal de la ciudad para ese entonces, el más bonito, por encima del municipal. Sigue siendo el más concurrido y el más elegante", nos explicó.

Chihuahua fue una entidad clave durante la Revolución Mexicana, por lo que muchos combatientes podrían estar repartidos entre las tumbas del Panteón de Dolores. "Muy pocos tienen distintivo o grado militar [visible]", mencionó Mario Alberto durante la plática con EL UNIVERSAL.

Hay sepulturas que "todo el mundo sabe dónde están", pero no son las únicas relevantes, pues en el cementerio hay revolucionarios de todos los bandos y grados.

Evaristo Madero, hermano menor de Francisco I. Madero, y Antonio Villa, hermano del Centauro del Norte, tienen sus sepulturas en el Panteón de Dolores, ambos acompañados por sus viudas. Luz Corral, una de las esposas de Francisco Villa, también descansa en el camposanto chihuahuense junto a su madre, Trinidad Fierro.

Otro de los personajes que se encuentran en Dolores es el general Miguel Saavedra, antiguo artillero de la División del Norte, partícipe en numerosas batallas bajo órdenes de Felipe Ángeles y responsable de volar el brazo de Álvaro Obregón en Celaya.

De acuerdo con el texto "Los cuarenta ahorcados", testimonio de Gerardo Montaño en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, la esposa de Miguel Saavedra le reclamó su actividad villista, pues si seguía, "habrán de matarte como a un perro".

Para cuando las fuerzas carrancistas de Francisco Murguía capturaron a Saavedra junto con otros hombres en 1917, el general escribió para su esposa: "Te encargo a mis hijos. No llores, pues el que es perro, que lo ahorquen", según describió Montaño para El Gran Diario de México.

Nuestro entrevistado encontró en el Panteón de Dolores la tumba del ciudadano alemán-estadounidense, Otto Norwald, quien fuera sargento mayor de la octava compañía de artillería costera en la Primera Guerra Mundial y gran amigo de Pancho Villa. A él se le atribuye la máscara mortuoria del "Centauro del Norte", tras su asesinato en julio de 1923.

Silvestre Terrazas, uno de los principales colaboradores del villismo, también reposa en el camposanto chihuahuense. Él fue fundador del diario "El Correo de Chihuahua" en 1899, activo hasta 1935.

El periódico de Terrazas tuvo severos problemas financieros durante los años 30, según reportes de EL UNIVERSAL, hasta que colapsó el 12 de septiembre de 1935, cuando la Comisión Monetaria en Liquidación clausuró el diario y embargó toda la maquinaria. Según su fundador, el cierre se debió a la "mafia política que pisotea las libertades públicas"; él murió en 1944.

Mario Alberto Trillo también nos confirmó que Eulogio Ortiz, otro general revolucionario, se encuentra en el Panteón de Dolores; su tumba es una de las más llamativas del camposanto, con un busto del militar y un gran mausoleo de mármol.

A diferencia de otros generales, Ortiz murió años después de la Revolución Mexicana, por complicaciones tras ser atropellado. Falleció en Querétaro, el 10 de abril de 1947.

EL UNIVERSAL reportó las intensas maniobras que se hicieron para mantener a Eulalio Ortiz con vida, incluso se consiguieron doctores especializados en neurocirugía para solucionar su caso, pero murió antes de recibir atención médica.

Su familia solicitó el traslado inmediato al norte para enterrarlo en el Panteón de Dolores. Antes de enviarlo en aeronave a su tierra natal, se le rindieron honores y se despidió a uno de los líderes más importantes del ejercicio militar; de ese nivel son los huéspedes del camposanto chihuahuense.

Hombres inocentes que murieron por injusticias también descansan en el Panteón de Dolores

El legendario panteón también alberga nombres no revolucionarios que merecen mención. El más conocido fue el Padre Pedro de Jesús Maldonado, religioso y mártir chihuahuense, primero de la entidad en recibir una canonización del Vaticano.

Tras su muerte en 1937, los restos del Padre Maldonado descansaron en el cementerio de Dolores, pero se exhumaron tiempo después para llevarlos a la Catedral de Chihuahua; su tumba permanece en el camposanto, donde fieles exponen sus respetos.

Mario Alberto Trillo nos compartió más nombres que engalanan el cementerio, como el escritor y exrector de la Universidad de Chihuahua, José Fuentes Mares, fallecido en 1986. El también investigador colaboró con opiniones históricas y sociales para EL UNIVERSAL en los años 40 y 50.

Otra presencia poco recordada del Panteón de Dolores es la de Atilano Escandón, quien tiene un tema de Los Tigres del Norte en su honor. "El Avión de la Muerte", canción de 1989, relata la muerte del chihuahuense, quien se dedicó a pilotear aviones para fumigar parcelas.

Su deceso ocurrió en un percance aéreo, luego de que agentes militares –sin motivo o pruebas– lo detuvieron para acusarlo de narcotráfico. Los oficiales torturaron a Atilano por varias horas, hasta que lo obligaron a pilotear un vuelo de reconocimiento. Escandón aprovechó esta situación para vengar su martirio y estrelló la aeronave, muriendo él y los militares.

Juan Cereceres es otra historia escondida del Panteón de Dolores. Según reportes de EL UNIVERSAL, este taxista chihuahuense desapareció el 28 de noviembre de 1954, en circunstancias extrañas; sus familiares, con nulo apoyo de las autoridades, encontraron su vehículo con un impacto de bala y un charco de sangre, sin rastros del conductor.

En las calles chihuahuenses se dijo que el culpable era Gaspar Máynez Jr., hijo del entonces inspector de la policía estatal, Gaspar Máynez, y sobrino del gobernador, Oscar Soto Máynez. Debido a tal posición de poder, el sospechoso nunca declaró y las investigaciones siguieron "pruebas falsas".

Las principales anomalías surgieron a finales de 1954, cuando se encontró el cuerpo inerte de Cereceres a un lado de la carretera municipal. Se afirmó que tenía un mes en ese sitio, a la intemperie, pero sus restos estaban en perfectas condiciones, sin descomposición.

Los inconformes aseguraron que alguien mantuvo el cuerpo en un congelador y que las autoridades lo sabían y mintieron al dictaminar que siempre estuvo a un lado de la carretera.

Para el 10 de agosto de 1955, el gobernador Soto Máynez solicitó licencia a su cargo. Su argumento fue la falta de respaldo del gobierno federal y, según se entiende en su comunicado, por la agitación "injusta y con tintes políticos" que desató el asesinato del Juan Cereceres.

Los chihuahuenses acusaron a la policía de enturbiar las cosas y desorientar a la sociedad, según se expuso en El Gran Diario de México. También se culpó a la administración de Soto Máynez de tráfico de influencias para librar a su sobrino de la responsabilidad en el crimen.

EL UNIVERSAL informó el 24 de octubre de 1955 sobre la aprehensión del gobernador con licencia "para hacer justicia sin miramientos y sin contemplaciones en el asesinato de Juan Cereceres". Al final, el proceso no avanzó y tampoco se incriminó a Gaspar Máynez Jr. por el homicidio.

Juan Cereceres todavía yace en el Panteón de Dolores, casi 70 años después de que su muerte quedara como uno de los crímenes más polémicos de la entidad.

Otro de los nombres del Panteón de Dolores que nos compartió Mario Alberto Trillo fue Rafael Revilla Romero "El Gitano", primer entrenador de atletismo de Chihuahua que falleció en 1970 después de una prolífica carrera de promoción deportiva.

Algunas de sus actividades aparecieron en EL UNIVERSAL, incluida una pequeña entrevista que dio a esta casa editorial en 1948 sobre su perspectiva del equipo olímpico mexicano del momento.

Durante varios años fue director de Educación Física de Chihuahua, lo que le permitió intervenir en eventos deportivos de gran escala, como la ahora extinta Carrera de la Unidad Nacional que pasaba por varios estados de la República para conmemorar los aniversarios de la Revolución Mexicana. "El Gitano" es uno de los nombres que no deben olvidarse del Panteón de Dolores.

En el cementerio de la capital chihuahuense también están los restos del coronel y exgobernador Miguel Ahumada, quien, de acuerdo con nuestro entrevistado, "trajo la modernidad al estado, luz eléctrica y mejoró la educación". Su mandato abarcó de 1892 a 1903, en tiempos del Porfiriato.

"Gracias a él, Chihuahua presume de ser el único estado que tuvo su policía escolar", afirmó Mario Alberto. Los agentes vigilaban a estudiantes para evitar "fugas" en horas de escuela; cuando algún menor estaba fuera de clases, se aplicaban multas a la escuela y encarcelamiento a los padres.

Ahumada falleció en 1916, en Estados Unidos. Su cuerpo se trasladó al Panteón de Dolores, donde tiene una bella sepultura y una placa de la Gran Logia Masónica "Cosmos", pues él fue su Gran Maestro y Fundador en Chihuahua.

"El Panteón de Dolores es un museo al aire libre"

De acuerdo con un artículo de Juan Gómez para el sitio "La Jiribilla", el Panteón de Dolores quedó en manos de Manuel Rodríguez después de la muerte de su fundador, José Rodríguez. Para los años 50, Enrique Jaurrieta asumió la dirección, durando 48 años al frente hasta su fallecimiento en 2004.

"Vienen a dejarnos lo que más quieren", decía Jaurrieta a sus trabajadores cuando se atendía un sepelio, según testimonios que recuperó nuestro entrevistado en el Panteón de Dolores. En la actualidad, el camposanto está bajo la administración de Alejandra Jaurrieta.

Aunque el panteón chihuahuense no corrió con la mala fortuna de los demás camposantos en la entidad, no siempre tuvo momentos adecuados.

Esta casa editorial reportó, el 4 de septiembre de 1932, sobre el embargo del cementerio y de la Agencia "La Nacional" para inhumaciones, ambos establecimientos propiedad de José Rodríguez, debido a adeudo de impuestos.

Aunque las autoridades estatales intentaron cobrar por diferentes vías y plazos la deuda de mil 700 pesos que tenía pendiente el camposanto, el dueño no cumplió con los acuerdos y embargaron los inmuebles por varias semanas.

En la actualidad, el panteón se mantiene como el más importante de la capital chihuahuense. Nuestro entrevistado lo considera "un museo al aire libre", por las personalidades que resguarda y la belleza de sus sepulturas.

Algunas se mantienen relucientes y con flores, mientras que otras ya sufren el paso del tiempo, con grietas irreparables en el mármol y sin letras legibles que anuncien a sus huéspedes.

No existe proyecto o intención por destacar el contexto histórico del Panteón de Dolores, ni por iniciativa pública o privada. "Se paran a una estatua [para homenajear] y olvidan dónde está el cuerpo verdadero", lamentó Mario Alberto.

"Estaría muy bien ir al Mausoleo [de Francisco Villa en el Parque de la Revolución], pasar al Museo de la Revolución y terminar en el Panteón de Dolores. Sería bueno hacer ese paseo de los tres lugares revolucionarios", recomendó nuestro entrevistado para Mochilazo en el Tiempo.