La pandemia mina los compromisos de las aerolíneas con el cambio climático

La industria de la aviación produce alrededor del 2,4% de todas las emisiones de dióxido de carbono generadas por el hombre y es responsable del 12% de las de todas las fuentes de transporte - en comparación con el 74% del transporte por carretera -, según el Grupo de Acción del Transporte Aéreo (ATAG, por sus siglas en inglés).

Aunque la huella de carbono de los viajes aéreos es relativamente pequeña, está creciendo rápidamente - un 10% entre 2013 y 2019 -. Tan solo el año pasado, los vuelos produjeron 915 millones de toneladas de CO2, lo cual atrajo la atención de muchos activistas climáticos, incluida la joven Greta Thunberg.

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Pero se suponía que 2020 sería un año crucial para la reducción de la huella de carbono de la industria, en base a un plan global de compensación que busca mitigar el impacto medioambiental de los vuelos, incluso cuando se preveía un aumento en el tráfico de pasajeros.

El plan, conocido como Programa de Compensación y Reducción de Emisiones de Carbono para la Aviación Internacional (Corsia, por su sigla en inglés), es el primero de este tipo para una industria determinada en respuesta al cambio climático.

Corsia fue creado por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), el organismo de Naciones Unidas que establece normas para el transporte aéreo internacional, en 2016, y su inicio estaba previsto para 2021. Para lograr un crecimiento neutro en cuanto a las emisiones de carbono después de 2020, las compañías aéreas comerciales participantes se proponían utilizar aviones más eficientes en cuanto al consumo de combustible, encontrar más rutas de vuelo directas mediante un mejor control del tráfico aéreo y sustituir el combustible convencional por biocombustibles más sostenibles.

Además, a partir de 2021, Corsia llevaría a las aerolíneas a comprar créditos de compensación de carbono para cubrir cualquier emisión de vuelos internacionales por encima de una línea base de emisiones promedio en 2019 y 2020.

El efecto de la pandemia

Sin embargo, llegó la pandemia de coronavirus y provocó la caída de tráfico más profunda en la historia de la industria: se espera que las aerolíneas pierdan 84.300 millones de dólares este año, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), con caídas en las reservas del 82% a esta altura en comparación con 2019.

De repente, el plan parecía demasiado agresivo. Y así, en abril, IATA le pidió a OACI que le diera un descanso y permitiera a las compañías contar solo 2019 como la línea de base de compensación, un pedido que la Unión Europea respaldó.

Finalmente, el 30 de junio, la agencia estuvo de acuerdo. Durante al menos los primeros tres años del programa, no se requerirán compensaciones para las emisiones que no excedan los niveles de 2019 (la agencia se reunirá nuevamente en 2022 para revaluar el estándar).

Un retroceso en la lucha contra el cambio climático

Es difícil predecir el impacto exacto de esta decisión, ya que depende de qué tan rápido se reanude el transporte aéreo global después de la pandemia. Pero según dijo a Quartz Dan Rutherford, director de envío y transporte del Consejo Internacional de Transporte Limpio, la mayor línea de base y la exclusión del plan de los viajes nacionales significa que aproximadamente el 90% de las emisiones totales de la aviación mundial no estarán cubiertas.

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Dependiendo de la velocidad de recuperación - acelerada por los más de 85.000 millones de dólares en fondos de rescate que los gobiernos han dirigido a las aerolíneas de todo el mundo según informó Bloomberg -, entre 50 y 200 millones de toneladas métricas de CO2 no se compensarán, dijo Rutherford a Quartz. "Toma un sistema que no era particularmente ambicioso en primer lugar y lo diluye aún más", señaló.

"El cambio no solo aumentará las emisiones actuales de la aviación, sino que también podría dificultar su disminución en el futuro. Cambiar las metas agrega una capa adicional de incertidumbre al incipiente mercado de créditos de compensación de aviación y combustibles alternativos", dijo a Quartz Annie Petsonk, una abogada de asuntos internacionales del Fondo de Defensa Ambiental que ayudó a desarrollar las pautas.

Con información de Reuters