Padres con Covid-19: los desafíos de mantener el vínculo con sus hijos recién nacidos

El primer encuentro de Macarena Díaz Gómez, de 38 años, con Juana, su bebé recién nacida, duró menos de cinco minutos. Su hija estaba en brazos de la partera y ella llegó a verla a unos dos metros de distancia. Díaz Gómez lloró, de alegría y de tristeza. Juana había nacido, pero no podía tocarla. Tampoco la iba a poder volver a ver por los siguientes diez días, hasta que ella y su marido obtuvieran el alta de Covid-19.

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Díaz Gómez y su esposo, Gabriel García, habían sido diagnosticados con coronavirus dos días antes de la cesárea. Por esa razón, se consideraba que su presencia era riesgosa para Juana, que había nacido antes de tiempo por complicaciones en el embarazo y necesitaba ser internada en neonatología.

"Me limité a mirarla y enseguida se la llevaron. Fue desgarrador. La imaginaba sola, sin sus papás durante sus primeros días de vida, y me parecía terrible", recuerda Díaz Gómez. En una situación promedio, ella y su marido podrían haberse instalado todo el día al lado de la incubadora de Juana para "hacerle mimos y hablarle", como su madre hubiera querido. Pero no fue posible. Durante la internación de su beba, en el Sanatorio Finochietto, Díaz Gómez permaneció en un cuarto del área de Covid-19 del centro médico, y García, aislado en su casa.

Situaciones como las que vivieron Díaz Gómez y García son frecuentes desde que empezó la pandemia. Actualmente, los padres y las madres con Covid-19 son quienes sufren las mayores restricciones para estar con sus hijos recién nacidos. Muchos de ellos deben permanecer separados de sus bebés durante sus primeros días o semanas de vida, y se enfrentan al desafío de mantener el vínculo sin poder tocarlos ni verlos.

Para los especialistas consultados por LA NACIÓN, la relación perdida durante los primeros días entre un hijo y sus padres puede recuperarse. Sin embargo, todavía no saben qué consecuencias tendrá este distanciamiento en el desarrollo a largo plazo de los recién nacidos.

Las medidas de distanciamiento entre padres con Covid-19 y sus bebés varían según el centro médico. Algunos, separan a los bebés de sus padres contagiados solo cuando el recién nacido necesita ser internado en neonatología, por prematurez o algún problema de salud; otros, los distancian sin importar si el recién nacido necesita o no internación.

Para los padres que son aislados, las videollamadas, los audios y las fotos de WhatsApp se convirtieron en los únicos medios para relacionarse con sus hijos, a través de los celulares del personal sanitario de neonatología.

"Le decía por audios que lo quería, que ya faltaba poco, que moría de ganas de estar con él. La enfermeras de neonatología se los hacía escuchar una y otra vez, y me contaban que él giraba su cabeza buscándome cuando oía mi voz", relata Evelin Sabán, quien pasó 25 días separada de su hijo recién nacido. Durante ese tiempo, la joven estuvo internada con neumonía y coronavirus en un cuarto del Hospital Central de San Isidro. De vez en cuando, recuerda, el personal de salud de neonatología le hacía videollamadas, para que ella y su novio -también aislado, pero en su casa- pudieran ver a su hijo en vivo y en directo.

"Estuve muy deprimida. Sabía que lo mejor era no verlo, más por la neumonía que por el coronavirus, pero la distancia era insoportable. Él nació a término, muy sano, y de todas formas estaba solo, en una sala de hospital", manifiesta.

El distanciamiento entre los bebés y sus padres no solo preocupa a los mismo progenitores, sino también a los profesionales de la salud. "Al principio, toda la neonatología estaba angustiada -señala María Marta Panizza, psicóloga perinatal-. Sabíamos que para el bebé era esencial estar con su mamá, por una cuestión de apego, vínculo y neurodesarrollo, pero no podíamos ponerlos en riesgo de contagio".

La neonatología en donde ella trabaja recibió los dos primeros casos de bebés con padres aislados por Covid-19 a mediados de abril. Pocos días después, Panizza y sus colegas empezaron a preocuparse. Con el pasar de los días, uno de los dos pacientes comenzó a desconectarse. "Le hablabas y no te miraba, y era cada vez peor. Decidimos contactar a su mamá por videollamada, y ella pudo hablarle y cantarle. Enseguida, el bebé empezó a responder de otra manera. Fue impresionante", afirma. Según sus propios registros, la neonatología en donde ella trabaja recibió unos 10 bebés que debieron permanecer separados de sus padres por Covid-19 durante una semana o más.

Para Claudia Lares, recibir fotos y videos de sus mellizos, Benicio y Bautista, no siempre era una alegría. "Al principio, uno de ellos estaba mal de salud. Me dolía tanto verlo así y no poder estar con él que no podía parar de llorar", expresa. Su marido tampoco pudo estar con los mellizos durante sus primeros 10 días de vida. Él no tenía coronavirus, pero al ser un contacto estrecho de su mujer, quien comenzó a presentar síntomas un día antes del parto, debió permanecer aislado en su departamento.

Según Soledad Arbio, pediatra y neonatóloga del Hospital Garrahan, todavía es muy temprano para saber si el distanciamiento de los bebés con sus progenitores durante sus primeros días de vida tendrá efectos a largo plazo en su desarrollo. "Todos tienen la capacidad de retomar el vínculo cuando lleguen a su casa", afirma. Los protocolos del Hospital Garrahan, dice, evolucionaron con el correr de la pandemia. "Notamos que lo mejor es tratar, dentro de las limitaciones, de mantener el vínculo de los bebés con sus papás. La mamá es una herramienta fundamental en la evolución de un bebé. Por eso, tratamos de integrarla inmediatamente, siempre que sea posible", afirma.

Neonatologías en cuarentena

Los padres que no tienen coronavirus sí pueden acompañar a sus hijos durante su internación en neonatología, pero deben cumplir con una serie de restricciones, ligadas al Covid-19.

Hasta el inicio de la cuarentena, el ingreso de los padres a las salas de neonatología era irrestricto. Ellos no eran considerados visitas, sino parte de la sala, y hasta se los dejaba permanecer al lado de sus hijos mientras se les hacían procedimientos médicos. A mediados de marzo, la situación cambió. Los hospitales y sanatorios definieron las medidas de higienización y distanciamiento social que se debían tomar para evitar la generación de focos de contagio de coronavirus dentro de sus establecimientos.

A pesar de que los protocolos varían según el centro médico -y en el caso de los hospitales públicos, según la jurisdicción-, en la mayoría de las neonatologías, los bebés solo pueden recibir una visita a la vez, y esta debe ser de uno de sus padres. Algunas de ellas también limitaron la cantidad de personas que pueden permanecer dentro de la sala, y, en ciertos casos, el número es menor a la cantidad de bebés.

Este es el caso del Sanatorio Otamendi, en donde estuvo internada Lucía, la hija de Verónica Benegas. Durante su internación, la neonatología tenía un total de seis bebés, y la cantidad máxima de padres que podían ingresar en simultáneo era cuatro. Por esta razón, muchas veces Benegas y su marido debían hacer fila afuera de la sala para poder ingresar a ver a su bebé, y se turnaban con el resto de los padres. A su vez, cada paciente podía recibir una sola visita a la vez.

"Como era tan chiquita, yo tenía que entrar a darle de comer bastante seguido. Eso hacía que el papá no tuviera tantas oportunidades para entrar a estar con ella. Muchas veces, intentábamos ir bien temprano o bien tarde para que no hubiera ningún otro padre y poder entrar juntos", recuerda.

"Me desespera que Felicitas no nos conozca sin barbijo. Ella ya nos mira, pero no nos puede ver la cara entera", comentó Marilina Conte, de 34 años, la semana pasada desde la sala de espera de neonatología del Hospital Italiano, en donde su hija estaba internada desde hace un mes.

Felicitas fue dada de alta ese mismo día, tras haber nacido prematura y con espina bífida. Mientras ella aún permanecía en el hospital y sus padres iban y venían de un departamento que habían alquilado a un par de cuadras, Conte dijo a LA NACIÓN lo extraña y difícil que había sido la internación de Felicitas. "Los médicos están constantemente con máscaras, barbijos y antiparras, y vos sentís que le estás dejando a tu bebé a gente que no conoces y a quienes además no les podés ver la cara", manifestó. Una de las cuestiones que más le costaba era que sus otros dos hijos, quienes están viviendo en el departamento que alquilaron, no pudieran conocer a su hermana. "Ellos están aislados ahí adentro y con muchísima ansiedad. Esta internación fue terriblemente difícil para todos", dijo.