¿Padrón electoral inflado?

undefined
undefined

El pasado 21 de abril, el diario El Universal publicó una entrevista al investigador de la UNAM, Héctor Hernández Bringas, en la que llama la atención sobre la discrepancia entre el listado nominal de electores del INE y las proyecciones de población de CONAPO. Habría 4,7 millones de ciudadanos que no se habrían dado de baja del padrón. Dado que estamos a días de que el padrón electoral sea aprobado por el Consejo General del INE, vale la pena poner en contexto la nota.

Acaso lo primero que hay que decir es que las discrepancias entre las proyecciones de CONAPO y el censo de población son frecuentes; se trata de dos maneras distintas de aproximarse a un problema. También es una constante la diferencia entre las cifras del censo y el padrón. Al final del día son instrumentos de naturaleza distinta: mientras que el censo es una fotografía, las estimaciones de CONAPO una proyección que asume ciertos supuestos; el padrón es un instrumento vivo que sufre alteraciones a diario. Las diferencias son consustanciales y no necesariamente indican que el padrón no sea confiable.

¿Qué puede haber detrás de esos 4.7 millones que el investigador detectó? Primero, que a pesar de todo lo que se ha avanzado en los convenios del Registro Federal de Electores (RFE)) con los registros civiles, siempre hay un desfase entre los fallecimientos y su formalización registral. No todo el mundo hace el trámite del acta de defunción, ni todas las actas de defunción tienen los datos correctos. El INE emprende acciones correctivas cotidianas para subsanar esos registros. Segundo, acaso habría que sumar nuevos problemas como los desaparecidos y el COVID que pueden ayudar a explicar ese universo. Y por último hay un listado de electores en territorio nacional, pero también hay un universo muy relevante de ciudadanos que tramitaron su credencial para votar con fotografía en territorio nacional y hoy residen en el extranjero.

Más allá de las precisiones que tenga que hacer el comité técnico que cotidianamente supervisa los trabajos del padrón electoral, vale la pena recordar cómo se mide la calidad de un padrón electoral. Desde que se creó el nuevo padrón electoral en los años noventa, se hacen auditorías para medir su confiabilidad. Mediante robustos operativos de campo, se verifican básicamente dos cosas: su grado de cobertura, es decir, la no exclusión de quienes tienen derecho a estar en el padrón, y su nivel de actualización, es decir, que el padrón recoja de manera adecuada la dinámica demográfica (migración, defunciones).

Quiénes diseñan las muestras, evalúan los resultados y generan recomendaciones son comités técnicos integrados por especialistas de muy alto nivel, ajenos por supuesto a la estructura operativa del RFE. Estos ejercicios, denominados verificación nacional muestral, han servido para identificar nuevos problemas e implementar soluciones al RFE.

En resumen, la discrepancia entre los datos del padrón y las proyecciones de población no debieran ser materia de preocupación, hay que esperar los datos de la verificación para conocer cuál es el nivel de confiabilidad de nuestro padrón electoral.

* Rodrigo Morales M. (@rodmoralmanz) fue consejero electoral en el Instituto Electoral del Distrito Federal y en el Instituto Federal Electoral. Actualmente es consultor internacional en materia electoral.