Por qué los ovnis pasaron de ser un fenómeno marginal a ser tomados muy en serio por el Pentágono
No sabemos demasiado de los extraterrestres. Si ya nos visitaron o esperan su momento, si son buenos o son malos, o si alguno se extravió como ET. Pero en estos meses se reactivó el interés por los ovnis, una fascinación siempre latente que ante el menor avistamiento dudoso desata las fantasías sobre viajeros intergalácticos.
Incluso en TikTok el llamado “mensajero del tiempo” presagió que habría una invasión alienígena el 23 de marzo. La profecía se hizo viral en las redes sociales, quizás debido a la precisión del anuncio. Pero el anuncio también se abrió paso, en buena medida, por todo lo que se venía diciendo sobre los ovnis. El ambiente estaba listo para semejante predicción.
Todo comenzó a principios de febrero, con el caso de los globos que volaban alegremente, como escapados de un cumpleaños, sueltos sobre el cielo de Estados Unidos. Nada inocentes, luego se supo que eran de procedencia china y que su función era compilar información sensible, vinculada a lo militar. Era otra cara de la enemistad entre las dos superpotencias y de la creciente sofisticación del espionaje chino.
Antes de que los cazas norteamericanos derribaran los globos y otros objetos, cuatro en total, la opinión pública saludaba la novedad con expectativa. ¿Serían fenómenos extraterrestres? La duda luego se disipó y los voceros del Pentágono desmintieron, en rueda de prensa, el posible origen del espacio exterior, desinflando la ilusión de encuentros extraterrestres igual que los cazas desinflaron a tiro limpio los globos chinos.
Ya entonces nada le quitaba a las autoridades la preocupación por un cielo transitado de objetos y fenómenos no identificados, es decir, de ovnis. Y no porque fueran extraterrestres: el verdadero riesgo era que fueran extranjeros, de una potencia rival. Si fueran extraterrestres sería el menor de sus problemas, en momentos en que crece la tensión con rusos y chinos, y cuando el paisaje internacional se llena de nubarrones.
“Creo que en los últimos cinco años en Estados Unidos el tema pasó de ser marginal a dominante”, dijo a LA NACION el analista británico Nick Pope, exfuncionario del Ministerio de Defensa del Reino Unido, donde en los años 90 dirigió el programa encargado de investigar los avistamientos no identificados.
“Teníamos que investigar los doscientos o trescientos avistamientos que nos reportaban por año y llegar a una evaluación sobre lo que estábamos tratando. En particular debíamos determinar si había alguna amenaza potencial para la seguridad nacional. Así es esencialmente cómo trabajábamos, y es esencialmente donde el gobierno de Estados Unidos está ahora, pero con muchas más cosas sucediendo”, dijo Pope, quien reside en California. Ahora es analista independiente, consultor y activo promotor del fenómeno ovni.
Para desilusión de los fans de las visitas interplanetarias, este tipo de investigaciones exhaustivas no conducen necesariamente a revelaciones alienígenas. Cientos de objetos circulan por los cielos sin que a primera vista se tenga la menor idea de qué puedan ser. Cuando se someten a escrutinio, el misterio se revela y se confirman con cierta certeza como fenómenos terrestres. Claro que quedan casos, también, sin resolver.
“En alrededor del 80% de los casos encontrábamos que eran objetos o fenómenos conocidos con un grado de confianza bastante alto. En el 15% de los casos los datos eran insuficientes para hacer una evaluación razonable, y el 5% de los casos seguían desconocidos”, dijo Pope. Y aclaró que el 5% de identificación negativa no significa que los fenómenos vengan de otro planeta.
This is one of the primary reasons I resigned from the Pentagon in 2017; no one was paying attention. Thanks to new legislation, we are now better prepared to monitor our skies. Keep in mind, the more we look up, the more we are going to see.
— Lue Elizondo (@LueElizondo) February 12, 2023
¿Pero por qué levantó vuelo el tema ovni en Estados Unidos? Eso mismo se preguntaba la prensa desde el affaire de los globos. Durante años, los informes se archivaban sin apenas investigación, y a falta de explicación daban lugar a teorías conspirativas de los aficionados. Los objetivos prioritarios y dignos de atención para el Pentágono eran los aviones y los misiles. Los objetos pequeños eran filtrados e ignorados.
Tras una serie de avistamientos sin resolución, el Pentágono, la NASA y otros decidieron ajustar sus lentes y mirar con más atención. Con globos, drones y quién sabe cuántos instrumentos sospechosos a la orden del día, debían extremar medidas. El Pentágono creó en 2012 el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales (AATIP, por sus siglas en inglés). Lo siguió el Grupo de Trabajo de Fenómenos Aéreos No Identificados (UAPTF), para profundizar en cientos de casos. Y frustrado por los magros avances, luego lanzó la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO).
Esfuerzos sincronizados
La misión de la AARO es sincronizar los esfuerzos entre el Departamento de Defensa y otros departamentos y agencias federales “para detectar, identificar y atribuir objetos de interés”, según explicó el Pentágono en un comunicado. Y las zonas de vigilancia son las “instalaciones militares, áreas de operación, áreas de entrenamiento, uso especial del espacio aéreo y otras áreas de interés”.
El material analizado viene de videos de los pilotos de la fuerza aérea y de otros sistemas de recolección. “Ahora debemos confiar en la capacidad de las fuerzas militares y de inteligencia para recopilar datos y luego interpretarlos”, dijo Luis Elizondo, un exoficial de inteligencia que dirigió la AATIP. “No estamos hablando de una abuelita que vio unas luces de colores en el patio”.
La nueva oficina de ovnis se tomó su trabajo en serio y recolectó 510 reportes de objetos voladores no identificados, muchos de ellos en espacios aéreos de importancia militar. La lista incluye 144 casos que fueron reportados previamente y 366 casos nuevos.
La NASA también entró al ruedo, seleccionando 16 científicos para el estudio de ovnis. Son expertos en disciplinas como astrobiología, ciencia de datos, oceanografía, genética, política y ciencia planetaria. “Los funcionarios de la NASA han estado pensando en cómo estudiar los fenómenos aéreos no identificados de manera formal durante mucho tiempo, pero querían asegurarse de abordarlo de la manera correcta”, dijo Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA.
Con el cambio de actitud, cambió la etiqueta. Como los ovnis se asocian con platos voladores, planetas rojos y enanitos verdes, la comunidad de inteligencia dejó la palabra ovni de lado. En vez de UFO (las siglas in inglés para “objeto volador no identificado”), prefieren llamarlos UAP (“fenómeno aéreo no identificado”). La sutil transición les sirve, por ejemplo, a los administradores o legisladores que quieren ser tomados en serio a la hora de pedirle financiamiento al Congreso de nuevos programas de investigación.
During today's Senate Intelligence Committee hearing I got a commitment from our intel leaders to ensure that the UAP office I established will be fully funded, and that they'll keep working to reduce the stigma for reporting unidentified aerial phenomena. pic.twitter.com/iX4TD5Elbx
— Sen. Kirsten Gillibrand (@gillibrandny) March 8, 2023
Los analistas dan la bienvenida a la jerarquización del problema, que implica más dinero y un examen más atento. El expiloto militar Ryan Graves saludó en una columna del sitio Politico que haya aumentado la atención de las autoridades a los avistamientos. Y celebró también que el Congreso haya tomado medidas “para obligar a las agencias militares y de inteligencia a hacer mucho más para llegar al fondo de estos misterios”.
Graves sostuvo sin embargo que falta mucho por hacer. “¿Dónde está la transparencia y la urgencia por parte de la administración y el Congreso para investigar objetos altamente avanzados en el espacio aéreo restringido que nuestros militares no pueden explicar?”, preguntó.
“Siguen produciéndose casos de UAP en espacios aéreos restringidos o sensibles, lo que pone de manifiesto posibles preocupaciones por la seguridad de los vuelos o la actividad de recolección de información por parte de adversarios”, advirtió por su parte la Agencia Nacional de Inteligencia en un informe. “Algunos UAP parecían permanecer inmóviles en vientos en altura, moverse contra el viento, maniobrar bruscamente o moverse a una velocidad considerable, sin medios discernibles de propulsión”.
Mientras tanto, ningún investigador, y mucho menos los fans, pierden la esperanza de contactar verdaderos extraterrestres, aunque la mano viene difícil.
El astrónomo Seth Shostak, del instituto de investigaciones SETI, dijo que debido a la renovada atención por estos fenómenos, con los sistemas de radares ajustados a una mayor sensibilidad, sin duda se encontrarán más objetos voladores, aunque advirtió que no vale ilusionarse con su procedencia. “A la pregunta de dónde proceden estos globos, yo sugeriría que Shenzhen es una apuesta mejor que Sagitario”, escribió.
El espionaje, con sus urgencias, sus necesidades y su extremo realismo, chino, ruso o de cualquier parte, amenaza con quitar la ilusión y la fantasía que generan los aliens. Pero ellos van a esperar su momento. Quizás el “viajero del tiempo” ya tenga noticias de la nueva fecha de encuentro.