Opinión: Este es el plan trascendental, audaz y sorpresivo de Biden para una transición a las energías limpias (eso espero)

Aunque es importante que Estados Unidos mantenga su antigua alianza con Arabia Saudita, desearía que el presidente Joe Biden hubiera usado Zoom para su reciente reunión con la dirigencia saudita. No dio una buena impresión y fue una mala política energética que el presidente de Estados Unidos fuera hasta Arabia Saudita para suplicar una mayor producción de petróleo cuando todo lo que tenía que hacer era ir a Houston.

En cuestión de política energética actual, Biden está haciendo un diagnóstico poco realista de nuestros problemas y no está ofreciendo una solución integral. (El Partido Republicano tampoco lo ha ayudado en nada). Cancelar el impuesto federal a la gasolina y consumir nuestras reservas estratégicas de petróleo no es una estrategia. Son señales de que no contamos con ninguna. Estados Unidos es el mayor productor de petróleo en el mundo —no lo es Rusia ni Arabia Saudita— y tenemos que organizarnos rápido al unificar tres prioridades.

A corto plazo, tenemos que lograr que se produzca más gas y petróleo de las maneras más limpias y con la menor fuga de metano posible a fin de que disminuyan los precios en las gasolineras y así ayudar a amortiguar la inflación. También a corto plazo, tenemos que producir más gas y petróleo para exportar a nuestros aliados de la OTAN en Europa que se han comprometido a abandonar el petróleo de Rusia, ya que, si los europeos hacen esto sin tener una alternativa significativa, este invierno, el precio del petróleo a nivel global podría llegar a 200 dólares por barril y obligaría a sus ciudadanos a elegir entre tener calefacción o comer.

Lo más importante, a corto y largo plazo, es que tenemos que producir tanta energía renovable y rendimiento como sea posible para ayudar a mitigar el cambio climático, el cual, este mes está contribuyendo a que se disparen peligrosamente las temperaturas altas en todo el mundo, entre muchos otros fenómenos meteorológicos extraños y alarmantes.

En otras palabras, necesitamos una estrategia para lograr una TRANSICIÓN A ENERGÍAS LIMPIAS.

Estas tres palabras son muy importantes. No podemos abandonar los combustibles fósiles como si apagáramos un interruptor, lo cual me gustaría muchísimo. Yo sigo estando comprometido a llegar a esa meta, pero sencillamente todavía no hay suficiente energía renovable, ni está cerca. Así que tiene que haber una TRANSICIÓN. Eso significa que hoy tenemos que promover más la producción de gas y petróleo, pero una producción más limpia —además de políticas que aceleren de manera drástica nuestra producción de energías renovables confiables, abundantes y asequibles, y sistemas de eficiencia energética— a fin de sustituir los combustibles fósiles lo más que se pueda y tan pronto como sea posible.

Por lo tanto, en vez de ir a Arabia Saudita, Biden debería reunir en una habitación a los mayores productores de petróleo de Estados Unidos y a sus principales expertos en medioambiente y energía y no dejarlos salir hasta que pacten una estrategia para aumentar al máximo la producción de gas y petróleo, de la manera más limpia posible, con el mejor impuesto al carbono, con las medidas de conservación de energía más inteligentes, con los planes más realistas para la captación de carbono y con el plan más confiable para expandir considerablemente y de manera rápida nuestra gama de energías renovables.

Con el fin de ayudar a iniciar el debate sobre un “Plan de Biden para la transición a energías limpias”, acudí a Ryan Lance, director general de ConocoPhillips. Lance dirige una de las empresas de gas y petróleo más grandes del mundo y es una persona a quien siempre he considerado un interlocutor juicioso para hablar de energéticos. Yo quería saber si era, al menos, remotamente posible un acuerdo de este tipo, y sí, las respuestas que dio a mis preguntas, las cuales envió por correo electrónico y que les presento a continuación de manera editada para fines de precisión, fueron esperanzadoras.

Friedman: ¿Cómo afectará al mercado petrolero la visita de Biden a Arabia Saudita?

Lance: No está claro. Aunque creemos que en la actualidad hay al menos dos millones de barriles de capacidad excedente por día en Medio Oriente, no podemos estar seguros. Pero es importante observar que muchos miembros de la OPEP no están cumpliendo sus metas actuales de producción. Lo que es innegable es que la demanda mundial se ha recuperado mucho y está casi al nivel en el que estaba antes de la pandemia, así que el mercado se mantiene muy ajustado. Eso, junto con los bajos inventarios de almacenamiento de petróleo en todo el mundo, significa que los precios seguirán siendo volátiles.

Friedman: ¿Y si, en vez de ir a Arabia Saudita, el presidente hubiera ido a Houston a pedirles a los productores de gas y petróleo estadounidenses que produjeran más?

Lance: La capacidad de producción estadounidense se había reducido cerca de 1,5 barriles al día de 2019 a 2021, principalmente debido a que se habían frenado las inversiones al inicio de la pandemia. Si eso se combina con la insuficiencia actual de gente, de materiales y de productos y con un servicio y capacidad de las cadenas de suministro reducidos, Estados Unidos necesitará un par de años para restablecer por completo la producción.

Es importante recordar que, incluso para los pozos de ciclos más cortos, se necesitan cerca de doce meses para perforar, terminar y conectar a los oleoductos. Pero ya está en marcha la recuperación de la producción de crudo y condensado de gas natural estadounidenses a los niveles anteriores a la pandemia y así seguirá, sobre todo si disminuyen las restricciones de la cadena de suministro durante el segundo semestre y la política apoya la infraestructura adicional que se necesitará. Se espera que este año se restituyan aproximadamente 800.000 barriles de petróleo al día y, para el próximo año, se espera otro aumento de 900.000 barriles por día.

Friedman: Eso es casi lo que el presidente espera obtener de Arabia Saudita, siempre y cuando tengan esa cantidad. Pero, ¿acaso una mayor producción de gas y petróleo estadounidenses bajaría de manera importante los precios de la gasolina en el país?

Lance: Los precios de los productos refinados, entre ellos el de la gasolina, se fijan en los mercados globales, así que cuanto más petróleo crudo llegue al mercado global, menor es el precio de la gasolina. Por eso las exportaciones de crudo de Estados Unidos ayudan a que se mantengan bajos los precios de la gasolina estadounidense.

Friedman: ¿El gobierno de Biden ha tenido algún debate significativo con la industria del gas y del petróleo acerca de una transición de los energéticos?

Lance: Pese a que el gobierno se reúne de manera periódica con los grupos ambientalistas que quieren eliminar de inmediato todo uso de combustibles fósiles, casi no hay diálogo con la industria del gas y del petróleo. Hemos tenido algunas reuniones, pero, sinceramente, no ha habido verdaderos debates con respecto a los problemas del suministro de energía, seguridad energética, cooperación regional del Norte de América, ni planeación para una transición racional y coordinada hacia una economía de bajas emisiones de carbono.

En la actualidad, el gas y petróleo juntos representan el suministro del 68 por ciento de la energía de Estados Unidos, mientras que las energías renovables solo el 12 por ciento, incluso después de décadas de generación de energía eólica y solar promovida por decretos gubernamentales y descuentos fiscales. Debido a que, todavía mucho después de 2050, tanto el gas como el petróleo seguirán formando parte de la composición de energéticos, se requiere un diálogo constructivo con el gobierno, el Congreso y el pueblo estadounidense acerca de la diversidad, la asequibilidad, la seguridad en el suministro de energía, la transición de los energéticos y las tecnologías de bajo carbono. Satanizar la industria no resuelve el problema.

Friedman: Si hubiese un “Plan de Biden para la transición a energías limpias”, ¿qué te gustaría que ofreciera la industria y qué crees que podría dar?

Lance: Lo que necesitamos del gobierno es estabilidad y predictibilidad. Las políticas regulatorias sensatas y predecibles pueden impulsar un entorno más propicio para las inversiones. Por ejemplo, de diciembre de 2019 a abril de 2020, los precios del petróleo cayeron de 70 a 19 dólares por barril. En pocas industrias se llega a ver que ese porcentaje tan enorme de ingresos desaparezca con tanta rapidez.

No es suficiente tener solo los permisos de perforación. Para impulsar la inversión, el gobierno debe reanudar el alquiler ordenado y constante de terrenos federales para la exploración y el desarrollo —no el alquiler esporádico y poco constante— y agilizar los permisos no solo para perforar, sino también para los oleoductos, las carreteras y demás infraestructura necesaria para facilitar la nueva producción de petróleo y gas natural licuado. Por lo general, estas inversiones son de ciclos más largos y requieren una certeza regulatoria todavía mayor.

Las propuestas de Lance suenan bien en general, pero las palabras tienen que convertirse en hechos. Hasta ahora, las compañías de gas y petróleo han invertido cantidades insignificantes de capital financiero en energías limpias o captación de carbono y ningún capital político que permita la transición a energías limpias con rapidez. Tiene mucho tiempo respaldando un impuesto al carbono, pero con el conocimiento de que es casi imposible que ninguno de los dos partidos lo acepte. Además, ninguna estuvo presente para defender la plataforma de energías limpias del presidente, la cual está llena de nuevas oportunidades de trabajo en este tipo de energía y haría que Estados Unidos volviera a estar a la cabeza de la próxima gran industria a nivel global.

Dicho todo lo anterior, esta coincidencia de la invasión rusa a Ucrania, el aumento de los precios de la gasolina y el cambio climático ha hecho que este sea un momento propicio para establecer un gran acuerdo. Biden debe dejar de perder el tiempo con Joe Manchin y mejor reunir a todos los directivos importantes de la industria del gas y del petróleo y ofrecerles este trato: Biden les dará, dentro de lo razonable, la certeza regulatoria que requieran para invertir en más pozos e infraestructura y, a cambio, estos convencerán al Partido Republicano de votar por los miles de millones de dólares en créditos fiscales multianuales y las inversiones que quiere Biden para impulsar la energía nuclear, solar y eólica, el hidrógeno, los vehículos eléctricos, unas redes eléctricas más extensas, sistemas de captación de carbono y otras tecnologías de energías limpias.

Debe haber alguna manera de llegar a un acuerdo en este tema; pero eso solo sucederá si, en vez de ir a Arabia Saudita, el presidente va a Houston.

© 2022 The New York Times Company