Opinión: Nicole Kidman sabe exactamente lo que hace

ESTÁ EN TODAS PARTES, Y LE ESTÁ DANDO MUCHO TRABAJO A TALENTOS FEMENINOS. ¿ACASO ESO ES TAN MALO?

En “El club de las divorciadas”, Goldie Hawn describió de manera inolvidable las tres edades de la mujer en Hollywood: “Chica linda, fiscal de distrito y ‘El chófer y la señora Daisy’”.

Eso fue en 1996. Casi 30 años después, las mujeres de mediana edad están por todas partes. Por cada fiscal del distrito, madre de la novia o del novio, presentadora de un telediario o presidenta, hay una mujer de 40 o 50 años o más que interpreta el personaje de la mujer de la que se enamoran o la actriz principal. Pensemos en Demi Moore en la película de terror corporal “La sustancia” o en Julianne Moore y Tilda Swinton en “La habitación de al lado”, de Pedro Almodóvar, o en Angelina Jolie como Maria Callas en “Maria”.

También está Nicole Kidman, quien últimamente ha estado más ocupada que nunca, interpretando los papeles esperados y los menos esperados en pantallas grandes y pequeñas.

PUBLICIDAD

Lo más destacado de la trayectoria de Kidman no es que haya seguido trabajando con tanta constancia. Es que en el camino haya transformado su presencia en la pantalla y su papel en la industria. Antes se le celebraba por interpretar el objeto del deseo de un hombre, en películas hechas por hombres y en gran parte para hombres; hoy muchos de los proyectos que protagoniza y produce están escritos y dirigidos por mujeres y se dirigen directamente a un público femenino. Tras haber saltado a la fama como objeto de la mirada masculina, ahora actúa y crea para la mirada femenina.

Se trata de una elección inusual para una mujer de casi 50 años en una industria que sigue estando centrada en la juventud y dominada por los hombres. No es de extrañar que los últimos papeles de Kidman le hayan ganado una gran cantidad de fanáticas. Tampoco debería sorprender que además le hayan ganado una buena dosis de desdén por parte de algunos guardianes de la cultura.

Ningún bando puede negar que Kidman se ha mantenido ocupada. Desde 2018, ha aparecido en diez películas y ocho series de televisión, mucho más que muchos de sus compañeros. Ha participado en películas de superhéroes y de arte y, sobre todo, en una serie tras otra en plataformas de transmisión en continuo.

Algunos de esos papeles se ciñen a los estándares de la industria, como el de esposa adinerada y agraviada que ha interpretado en varias ocasiones, el más reciente en “La pareja perfecta”, que quizá alguna de tus amigas esté viendo sin parar en este momento. Pero en la comedia romántica “Un asunto familiar” comparte escenas de desnudo con un Zac Efron mucho más joven y bastante guapo. Y en “Babygirl”, que se estrenará en diciembre, la veremos interpretar a una jefa ejecutiva y madre que está felizmente casada (con Antonio Banderas, nada menos), pero que decide explorar sus fantasías sexuales de bondage con el becario veinteañero de la oficina.

Por sorprendente que resulte ver a una mujer oponerse de manera tan rotunda a las viejas costumbres, lo es aún más que se trate de Kidman. En la década de 1990 era tan famosa por su belleza y su matrimonio con Tom Cruise como por su talento. Otras estrellas femeninas eran valientes, extravagantes, sexys o simpáticas chicas de al lado. Kidman era etérea. Y aunque no dudaba en aceptar papeles difíciles (o en ponerse de vez en cuando una nariz protésica), nadie la habría elegido como la estrella con más posibilidades de trazar su propio camino en la industria.

PUBLICIDAD

Pero henos aquí. En 2010, Kidman (junto con su socio, Per Saari) fundó Blossom Films. En 2017 hizo una promesa: trabajar con una directora al menos una vez cada 18 meses. “Como mujer en esta industria, si tienes un poco de poder, si tienes la oportunidad de conseguir que se dé luz verde a un proyecto, si tienes la oportunidad de decir quién quieres que lo dirija, si dices: ‘Quiero que una mujer haga esto’, eso ayudará”, afirmó.

Blossom Films también trabaja con directores, pero en los proyectos centrados en mujeres ha convertido el proceso en una ciencia: optar por una obra de propiedad intelectual de una novelista de éxito (como Liane Moriarty, Jean Hanff Korelitz, Elin Hilderbrand o Janice Y.K. Lee) que tenga un papel para Kidman, junto con papeles interesantes para otras mujeres, no todas delgadas o blancas. Comisionar a mujeres que escriban guiones y a directoras que los rueden. Antes de que las palomitas salgan del microondas, ya se habrá reunido una audiencia, con los controles de televisión en la mano y mantas de plumas en el regazo, lista para disfrutar de historias adictivas, lugares atractivos, trajes de diseñador e interiores de lujo.

Pero Kidman les da algo más. En lugar de limitarse a invitar a los espectadores a admirar su rostro y sus formas (y a su comprador personal), el trabajo actual de Kidman les permite admirar el poder y la vulnerabilidad de sus personajes. Si hay jóvenes atractivos descansando en la piscina de Nantucket, algunos de ellos son hombres. Si Kidman hace un desnudo, su coprotagonista masculino suele estar igual de expuesto.

Entre los miembros de la familia Blossom se encuentran la estrella australiana en ascenso Zoe Terakes y el actor estadounidense Ji-young Yoo, las directoras Lulu Wang y Halina Reijn, quien dirigió “Babygirl”, junto con la novelista Janelle Brown, cuya obra está adaptando Kidman. Todas son talentos cuyas carreras han recibido un impulso que no habrían encontrado en el mar de producciones de hombres para hombres.

A pesar de este historial, no todo el mundo está impresionado. En un ensayo reciente de la revista Time, Judy Berman lamentó que “cada pocos meses”, Kidman “parece volver a nuestros televisores interpretando a otra madre rica al borde de un ataque de nervios”, y agregó: “A estas alturas, la forma tan específica de sobreexposición de la estrella constituye un misterio más fascinante que cualquier novela policíaca en la que aparezca”. Un artículo de Ben Travers en se preguntaba: “¿Acaso no puede usar su estatus de estrella de primera categoría para encumbrar más historias diferentes dirigidas por mujeres? ¿Todas tienen que ser tan similares a “Big Little Lies”? ¿Por qué su estrategia de la televisión tiene que tener tan poca diversidad?”. En Slate, David Mack dejó escapar un suspiro ante su “universo cinematográfico de lectura playera” (todo el mundo sabe que los universos cinematográficos deben proceder de los cómics, no de los libros de playa).

PUBLICIDAD

¿Apuestas seguras? Podría ser. ¿Demasiado comercial? Si se quiere. O puede que Kidman haya identificado a un público que durante mucho tiempo ha sido ignorado o menospreciado y, de manera inteligente, le está dando lo que quiere, al tiempo que ofrece a muchas otras mujeres trabajos de alto nivel o una entrada en la industria. ¿Eso es menos válido que hacer películas de superhéroes para adolescentes?

Podemos añorar los días en que Kidman interpretaba a una portera sexy o a una bailarina trágica y moribunda en lugar de a una ejecutiva de éxito. Podemos burlarnos de las telenovelas y los libros de playa y, por extensión, de las mujeres que los disfrutan. Podemos argumentar que Nicole Kidman, delgada, blanca y acorde con los cánones de belleza, interpretando a mujeres ricas vestidas de seda y cachemira, parece más un estancamiento capitalista que un avance feminista.

Pero recordemos que en 2016, cuando Kidman se embarcó en el primero de sus proyectos dirigidos por mujeres, apenas un cuatro por ciento de las cien películas más importantes de ese año estuvo dirigido por una mujer. Aunque todavía no es tan alto como debería, ahora ese porcentaje es del 14 por ciento. Este año, las estrellas femeninas de mediana edad dominaron tanto la alfombra roja como las conversaciones en los festivales de cine.

Las cosas no son perfectas, pero son mejores de lo que eran. Y con cada miniserie que ha hecho, cada libro de mujeres que ha escogido, cada directora con la que ha trabajado y cada intérprete no masculino que ha contratado, Nicole Kidman se ha convertido en parte de la solución.

Este artículo se publicó originalmente en The New York Times.

c.2024 The New York Times Company