Opinión: El Ganges está regresando a los muertos; él no miente

LOS CUERPOS FLOTANTES EN EL RÍO MÁS SAGRADO DEL PAÍS SON LA PRUEBA FEHACIENTE DE LAS FALLAS Y LOS ENGAÑOS DEL GOBIERNO DE MODI.

LUCKNOW, India — El Ganges, o Tanga, es el río más sagrado de India y la mayoría de los hindúes cree que sumergir el cuerpo en este les purificará el alma. Sin embargo, cuando la segunda ola de la pandemia de la COVID-19 azotó esta primavera, el río también se volvió la prueba fehaciente de las fallas y los engaños del gobierno de Modi.

Hace poco, el estado norteño de Bihar corrigió su número de víctimas de abril y mayo, de 5424 a 9375. Las agencias privadas encargadas de realizar las pruebas de la COVID-19 en Kumbh Mela, un festival religioso hindú al norte de India que atrajo a millones de peregrinos en abril —y que resultó ser un evento superpropagador del coronavirus—, supuestamente falsificaron unos 100.000 resultados.

La segunda ola de infecciones ahora parece estar disminuyendo, pero el país tiene problemas para procesar la impactante cifra de muertos —casi 380.000, la gran mayoría tan solo desde marzo— pues está limitado por un continuo oscurecimiento de las autoridades locales y centrales. Solo que el sagrado Ganges no miente.

El 12 de mayo, los pobladores de Buxar, un distrito de Bihar, encontraron cadáveres abotargados y desfigurados flotando en el río. Unos 100 cuerpos fueron extraídos ahí y en otro distrito río arriba, Ghazipur. Un alto oficial de la policía local declaró que los cuerpos habían viajado río abajo, de Uttar Pradesh, el estado más poblado de India.

Soy el editor nacional de Dainik Bhaskar, un periódico escrito en hindi que vende unos cinco millones y medio de copias al día en todo India, principalmente a los lectores de las ciudades pequeñas y los pueblos. Para tener una perspectiva más clara de la devastación que ha causado la pandemia entre ellos, enviamos a 30 reporteros y fotoperiodistas para que caminaran por las orillas del Ganges en los principales distritos y ciudades de Uttar Pradesh.

Tan solo el 12 y 13 de mayo, nuestros reporteros contaron 2000 cuerpos en un viaje de 1100 kilómetros a lo largo del río. Los cuerpos no solo estaban flotando: algunos días, aparecieron de 65 a 70 en la orilla. Sin embargo, según nuestros cálculos, con base en datos oficiales, las autoridades estatales aseguran que del 1° de abril al 13 de mayo tan solo murieron 7826 personas.

Shringverpur, un pequeño poblado al sur de Uttar Pradesh, es considerado sagrado por su asociación con Rama, una deidad hindú y el protagonista del poema épico “Ramayana”. Nuestros reporteros vieron muchos cuerpos enterrados a tan solo un metro de distancia; cientos de mortajas color azafrán envueltas alrededor de los cuerpos se asomaban del suelo. Los pobladores pobres que no pudieron comprar madera para cremar a sus parientes habían buscado consuelo al enterrarlos cerca de un sitio sagrado.

Después de más trabajo periodístico, estimamos que entre mediados de abril y mediados de mayo se habían colocado unos 4000 cadáveres en fosas poco profundas junto al río, a lo largo de un tramo de alrededor de un kilómetro.

Tal vez nunca nos habríamos enterado de esta tragedia si no fuera por el clima. Las lluvias de inicios de mayo subieron las aguas del Ganges, de ahí que los cuerpos aparecieran en la superficie del río y en su orilla. Además, quitaron la tierra de la orilla y dejaron expuestos los cuerpos enterrados ahí.

Las lluvias también revelaron el fracaso colosal del gobierno para fortalecer la atención médica rural, garantizar el suministro adecuado de las vacunas o asumir la responsabilidad de sus fallas.

Uttar Pradesh ha sido gobernado desde marzo de 2017 por el Partido Popular Indio del primer ministro Narendra Modi, bajo el mando del ministro principal Yogi Adityanath, un monje hindú que se volvió político. En abril, la respuesta de Adityanath frente a una grave escasez de oxígeno, respiradores y camas en las unidades de cuidados intensivos de todo el estado, así como a las imágenes de cementerios y crematorios repletos, fueron negativas y amenazas. Adityanath les ordenó a las autoridades estatales que aplicaran leyes antiterrorismo, además de embargo de propiedades, en contra de la gente a la que acusó de divulgar rumores.

El gobierno de Uttar Pradesh tan solo registra las muertes de los hospitales. No obstante, mucha gente de los pueblos, donde el acceso a la salud es limitado, ha muerto en sus casas.

A mediados de mayo, un doctor de Reotipur, un pueblo de unos 70.000 habitantes en el distrito de Ghazipur —el único doctor del pueblo— le comentó a uno de nuestros reporteros que unas 850 personas habían dado positivo por el coronavirus. Algunos pobladores le dijeron que habían muerto unas 200 personas del pueblo en abril.

“Somos gente pobre”, le dijo a uno de nuestros reporteros Mahendranath Upadhyay, un poblador que perdió a tres familiares a causa de la COVID-19. “Apenas ganamos lo suficiente para comer. No tenemos el dinero para un tratamiento médico”.

La pobreza rural ha exacerbado los efectos de la segunda ola de infecciones, pero el incremento más reciente detonó a causa de la cruel indiferencia del gobierno de Modi. Las autoridades permitieron la peregrinación de Kumbh Mela en la primavera, una de las reuniones religiosas más grandes del mundo, así como las elecciones en varios estados, entre ellas las de Uttar Pradesh.

Y ahora, con apenas el 3,4 por ciento de los indios completamente vacunados hasta la fecha, hay buenas razones para temer una devastadora tercera ola.

En 2014, cuando Modi estaba en campaña para ser primer ministro, se postuló para un curul parlamentario de Varanasi, una ciudad sagrada de Uttar Pradesh en el Ganges. En aquel entonces, Modi dijo: “Siento que la madre Ganges me está llamando para Varanasi”. En la actualidad, el Ganges lo está desafiando.

Este artículo apareció primero en The New York Times.

This article originally appeared in The New York Times.

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