Opinión: La desagradable historia sobre el origen de la disputa fronteriza

LOS REPUBLICANOS ESTÁN USANDO UN VIEJO GRITO DE GUERRA PARA DEFENDER EL ALAMBRE DE PÚAS.

El jueves, el presidente Joe Biden y el candidato presidencial Donald J. Trump visitaron por separado partes de la frontera flanqueados por agentes federales y estatales. En ambos casos, se hizo un uso inquietantemente similar del contexto de la seguridad fronteriza, una señal del papel determinante que ésta y la inmigración desempeñarán en las elecciones.

Sus visitas no fueron sino otro recordatorio de cómo se utiliza la frontera para el teatro político. En el sur de Texas, donde he vivido los últimos años, he sido testigo en repetidas ocasiones de cómo agentes federales y estatales convertían pequeñas franjas de la frontera en escenarios de espectáculos violentos. En un tramo del río Bravo donde fui a observar aves, las delegaciones del Congreso cruzaban el río en barcos cañoneros, ataviados con chalecos antibalas.

Al oeste, en Eagle Pass, el gobernador Greg Abbott autorizó la instalación de alambre de púas, acusó a Biden de atacar Texas y dijo que los solicitantes de asilo eran invasores. Les negó el paso a los agentes de la Patrulla Fronteriza a la ribera del río, incluso después de que un fallo de la Corte Suprema en enero autorizó a los agentes a cortar o retirar el alambre de púas. En poco tiempo, Shelby Park, donde se ha centrado el drama, se convirtió en destino de grupos armados y fanáticos religiosos.

La política al estilo del salvaje oeste que rodea la interminable disputa entre Texas y el gobierno federal sobre Shelby Park ha vuelto a convertir la frontera en un teatro político, un lugar donde la violenta historia fronteriza del país se ha representado una y otra vez. La recreación de esa historia ha hecho que el procesamiento rutinario de los solicitantes de asilo se convierta en una escena amenazadora.

Las súplicas en favor de la humanidad de los inmigrantes, como las que tan a menudo hacen los demócratas que señalan que somos una nación de inmigrantes, hacen poco para luchar contra la mentalidad actual de guerra fronteriza. La política migratoria pareciera secundaria o incluso irrelevante para los objetivos de los defensores de la frontera. “El objetivo debería ser cero cruces ilegales al día”, dijo Mike Johnson, el presidente de la Cámara de Representantes, quien criticó el acuerdo fronterizo bipartidista que no llegó a ninguna parte después su creación.

Para entender las fuerzas políticas y culturales que inspiran esta mentalidad, basta ver el eslogan “Come and take it” (“vengan y tómenlo”), que utilizan los republicanos para expresar los valores que subyacen a la intransigencia de Texas. El lema hace referencia al enfrentamiento de 1835 entre los inmigrantes blancos de la ciudad de Gonzales y México, la nación gobernante, después de que los soldados mexicanos intentaron reclamar un cañón.

Con este grito de guerra, los inmigrantes iniciaron una rebelión; hoy, los republicanos lo usan para defender un alambre de púas.

El sentimiento resuena en la caracterización del representante Chip Roy de la defensa de la ley de asilo como una iniciativa para “inundar nuestra sociedad y socavar nuestra manera de vivir”. En 1836, Stephen F. Austin, uno de los padres fundadores de Texas y ancestro ideológico de Roy y de quienes piensan como él, dijo esto en su petición de ayuda a Estados Unidos durante la guerra de independencia de Texas: “En Texas se está librando una guerra de exterminio, una guerra de barbarie y de principios despóticos librada por la raza mestiza hispano-india y negra, contra la civilización y la raza anglo-estadounidense”.

Se pueden advertir rastros de la doctrina de Austin en las fotografías publicitadas el año pasado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos en las que parece presumir del número de solicitantes de asilo detenidos en una reserva natural en Brownsville.

También estaba en las imágenes de policías estatalesque posaban frente a varios haitianos que buscaban asilo en 2021, a quienes hicieron esperar durante días para procesar sus trámites bajo un puente en Del Rio, en estas imágenes las personas parecen trofeos, conquistados.

Estas escenas, aunque no se comparan, evocan las postales creadas hace más de un siglo que mostraban a los “rangers” de Texas como guerreros montados a caballo, con cuerdas atadas a los tobillos de hombres muertos, con el pie de foto “Bandidos mexicanos muertos”.

Así que muchos de estos mitos surgen de hechos distorsionados: los insurrectos de Gonzales no tenían ningún derecho real sobre el cañón que inspiró su grito de guerra; pertenecía al gobierno mexicano. Los “bandidos mexicanos muertos” eran en realidad víctimas de la apropiación de tierras u opositores a un gobierno al estilo de Jim Crow. Y las imágenes del año pasado de solicitantes de asilo en fila en la reserva natural se tomaron después de que se entregaron de manera pacífica.

Abbott suele posar frente a policías con sombreros vaqueros. Se jacta de que el estado protege la frontera mediante la detención de inmigrantes en el marco de la Operación Estrella Solitaria, su programa de control fronterizo. Pero gran parte de los informes sobre inmigración del estado están envueltos en el secretismo. Cuando traté de obtener los registros de detenciones de inmigrantes que antes estaban a disposición del público, descubrí que el estado los había reclasificado, de modo que quedaban fuera del escrutinio. Cuando las clínicas jurídicas de la Universidad Metodista del Sur y la Universidad de Cornell lucharon por su divulgación, el estado se negó a entregar los registros, alegando “seguridad nacional”.

Mientras tanto, hace poco el gobernador anunció que el estado está construyendo un campamento base de 32 hectáreas en Eagle Pass para los miembros de la Guardia Nacional de Texas que están desplegados para la Operación Estrella Solitaria. El fiscal general del estado, Ken Paxton, se movilizó para cerrar Annunciation House, un centro humanitario de afiliación católica con 46 años de existencia en El Paso que recibe a los migrantes recién llegados, con el argumento de que es un almacén clandestino de drogas.

Por su parte, los demócratas y sus estrategas exhortan a los candidatos a inclinarse por la cuestión fronteriza, achacando con precisión el reciente fracaso del proyecto de ley bipartidista sobre la frontera a la estrategia de los republicanos de dar prioridad a la aplicación de la ley.

El Partido Demócrata parece apostar por una visión de la frontera que garantice la continuidad del conflicto. Mientras que las propuestas de expertos en inmigración y activistas prevén una frontera en la que nuevos centros de inmigrantes gestionen la afluencia de solicitantes de asilo.

En este momento, los solicitantes de asilo deben hacer una cita mediante una aplicación administrada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza para presentarse en el puerto de entrada que les corresponde. Los expertos y activistas sostienen que aumentar el número desviará a la gente del río Bravo a esos puertos.

Después de vivir a la vista de la belleza natural de la frontera y de una parte del muro fronterizo construido durante el gobierno de Obama, he llegado a comprender que cuando los tejanos del sur defienden sus parques y riberas se resisten a una mentalidad que hace que la violencia parezca inevitable y que ahora amenaza con dar un vuelco a nuestro panorama político. Están recordando a los estadounidenses que no estamos condenados a recrear nuestro pasado. “El gobernador no es un dictador. No tiene derecho a venir a nuestra comunidad y decirnos cómo comportarnos, a decirnos que no vayamos a nuestros parques”, dijo Jessie Fuentes, residente de Eagle Pass.

Si el tema central de las próximas elecciones es la defensa de la democracia en el país, como afirman los demócratas, entonces el partido debe decidir si la visión que nos vende está construida con alambre de púas.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

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