OPINION | En una Met Gala sosa y aburrida, el tedio fue el menor de los problemas
Si la Met Gala hubiera incluido banda sonora, habría sido Sarah Brightman cantando ‘Time To Say Goodbye’ mientras el ejército de celebridades cuidadosamente seleccionadas de Anna Wintour caminaba por la alfombra roja, intentando competir por ver quién genera más titulares.
Siempre he seguido la Met Gala. O sea, claro, es desagradable. El evento anual exclusivo de la legendaria editora de moda Anna Wintour puede ser más Mean Girls que caridad espectacular, considerando que el ícono de Vogue decide quién entra y quién no cada año. Y el nivel de riqueza ostentosa puede ser nauseabundo.
Pero, por lo general, la gala es un momento cultural pop. Piensa en Cher que comenzó la tendencia del "vestido al desnudo" de 1974, o la controversia del año pasado sobre Kim Kardashian con el icónico vestido de Marilyn Monroe. Las respuestas al Met a menudo sirven como barómetro de actitudes sociales más amplias, como la discriminación por edad en las reacciones a las fotos de Sarah Jessica Parker en 2018.
Sin embargo, este año la Met Gala cayó de bruces sobre su rostro perfectamente maquillado.
El tema monocromático fue a la vez soso y aburrido: ni siquiera Kim Kardashian, por lo general la captadora de titulares más confiable de la Gala, pudo salvar a este fiasco monótono del fracaso (el hecho de que una cucaracha se convirtió en la estrella temporal del espectáculo nos dice todo lo que necesitamos saber). Ah, espera: Jared Leto se disfrazó de gato.
Pero el tedio fue el menor de los problemas de la Gala.
El problema principal residía en la elección del tema para el evento: "Karl Lagerfeld: una línea de belleza", que honró la "vida y trabajo completos" de Lagerfeld. Se invitó a los asistentes a vestirse "en honor a Karl".
A pesar de las garantías de que el evento se centraría en las “obras en lugar de las palabras”, la gala no fue tanto un homenaje a las creaciones de Lagerfeld sino un homenaje al propio diseñador, confirmado por los asistentes, desde Dua Lipa hasta Nicole Kidman, quienes hablaron sobre Lagerfeld mientras estaban en la alfombra roja.
No estoy segura de lo que estaba pensando Wintour cuando decidió el tema de este año, pero su elección, entre todos los temas posibles, para honrar a una figura tan controvertida dice mucho sobre la moda y el problema continuo de Hollywood con las mujeres. Sin mencionar que quienes tienen poder e influencia en la industria lo aceptan sin la menor crítica.
Lagerfeld, quien murió en 2019, era un gigante de la moda. Durante su ilustre carrera, tuvo su propia marca homónima y trabajó para los pesos pesados de la moda Balmain, Fendi y, quizás el más famoso, Chanel. También fue notoriamente franco sobre sus opiniones, tanto que Meryl Streep, quien interpretó a la formidable editora de moda Miranda Priestly (un personaje que se rumora estuvo inspirado en Anna Wintour) en The Devil Wears Prada, demandó a Lagerfeld por calumnias cuando se pelearon por un vestido de Chanel en 2017.
Pero no se detuvo en ridiculizar públicamente a quienes se le cruzaron. También fue franco en sus críticas al movimiento #MeToo, así como al matrimonio entre personas del mismo sexo y a los hombres homosexuales que adoptan niños.
Dado el espantoso historial de agresiones y acoso sexual en el mundo de la moda, probablemente no era prudente honrar con tanta visibilidad a un hombre que desestimó a las modelos que denunciaron violencia sexual como “estúpidas”, “tóxicas” o “criaturas sórdidas”.
Lagerfeld parecía ser de la opinión de que “si no puedes soportar el calor, sal de la cocina”. En una entrevista de 2018 con Numéro sugirió que, “si no quieres que te bajen pantalones, ¡no te conviertas en modelo! Únete a un convento, siempre habrá lugar para ti en el convento”.
Lagerfeld también compartió que estaba “harto” de escuchar sobre modelos y actores que relatan sus experiencias de agresión y acoso sexual: “Lo que más me impacta en todo esto son las actrices que han tardado 20 años en recordar lo que pasó… sin mencionar el hecho de que no hay testigos para la fiscalía”.
Durante la misma entrevista, luego expresó un viejo tropo venenoso de que la agresión y el acoso sexuales tienen que ver con el atractivo de la víctima más que con el poder del agresor. Algunas modelos, afirmó, son “cosas flacas con dientes torcidos… ciertamente no corren el riesgo de ser acosadas”.
¡Qué tipo! Podrá haber sido un genio de la moda, pero no se pueden limpiar sus puntos de vista tóxicos: ¿verdaderamente hay una razón para celebrarlo en un evento de semejante prestigio e influencia cultural? ¿Excepto, quizás, para dar credibilidad a sus escandalosas opiniones?
Sin embargo, el evento no transcurrió sin protestas; aunque no fue algo reconocido durante la alfombra roja. La fundadora de Model Alliance, que aboga por los derechos y la seguridad de los modelos, Sara Ziff, dijo: “La elección de honrar a Lagerfeld representa la disonancia de una industria que dice ser progresista, que celebra la positividad corporal y los sobrevivientes por un lado, y luego reverencia a figuras como Lagerfeld sin siquiera reconocer sus puntos de vista regresivos”.
Bastante.
Porque esa es la otra cosa: Lagerfeld era notoria y abiertamente gordofóbico. El único momento potencialmente placentero fue ver a heroínas de la cultura pop como Ashley Graham y Lizzo metafóricamente pasándose por el arco del triunfo la gordofobia de la industria al usar ropa inspirada en el diseñador… pero en sus cuerpos de talla grande.
Si Wintour quiere mantener la influencia cultural de la Met Gala y conservar su relevancia e interés público, entonces tendrá que ponerse las pilas para el próximo año.
Traducción de Michelle Padilla