Opinión: ‘Wicked’ y la gloria de los amigos que son enemigos

ARCHIVO - Cynthia Erivo, izquierda, y Ariana Grande posan para los fotógrafos al llegar al estreno de la película 'Wicked' el lunes 18 de noviembre de 2024 en Londres. En “Wicked”, Elphaba y Glinda viajan desde la Universidad de Shiz a la Universidad de Shiz. Emerald City en un reluciente tren verde para encontrarse con el mago. En la vida real, Cynthia Erivo y Ariana Grande han viajado mucho más lejos, más lejos y por más tiempo, y en aviones. promocionar su esperada película (Foto de Scott A Garfitt/Invision/AP, Archivo)

Cuando Glinda y Elphaba, las protagonistas de la nueva adaptación cinematográfica de “Wicked”, se miran a los ojos, es odio a primera vista.

Glinda da un gritito (pero con encanto). En respuesta, Elphaba sonríe y le pregunta si tiene algo entre los dientes. Glinda, diminutivo de Galinda, interpretada por Ariana Grande, es pálida y se ve linda de rosa. Elphaba, interpretada por Cynthia Erivo, con gafas y piel verde, parece molesta. “No, no estoy mareada; sí, siempre he sido verde; y no, no comía hierba de niña”, dice.

Y en ese momento, ya sabes de qué se trata: es el primer acto de una historia clásica de amor entre enemigas que son amigas.

Estas dos jóvenes, compañeras de clase y de piso —una risueña, glamurosa y querida; la otra estudiosa, sencilla y solitaria— parecen destinadas a despreciarse para siempre, o al menos hasta la graduación. Pero si eres un conocedor de este género en particular, no hay duda de lo que ocurre a continuación. Glinda podría ser Vivian Kensington cuando se encuentra a Elle Woods en el patio en “Legalmente rubia” o Cher Horowitz cuando ve por primera vez a Tai Frasier en “Ni idea”.

Cambia la piel verde por un atuendo fuera de moda, sitúa tu historia en la alegre y vieja tierra de Oz en lugar de Harvard o un instituto de Beverly Hills, y tendrás “Wicked”, una historia de rivalidad entre amigas sin parangón, que ofrece la promesa de un amor platónico que te dejará mejor de lo que has sido, cambiado por dentro y por fuera para siempre.

¿Y quién podría resistirse a eso? En la típica historia del chico que conoce a una chica, una mujer desea, espera, reza para que un hombre se enamore de ella (o jura que jamás de los jamases se interesaría por alguien así, o que no busca el amor, o que está enamorada de su trabajo, o cualquiera de las otras variantes conocidas). Trescientas páginas, 90 minutos u ocho episodios de transmisión en continuo más tarde, él le informa que lo ha hechizado en cuerpo y alma o que la ama como es. Por muchos tambaleos que haya en el camino, sabemos dónde vamos a acabar.

Las historias de enemigos que se vuelven amigos hacen algo más complicado. Según su lógica emocional, lo que importa no es el final, sino el trayecto. Los protagonistas se atraen mutuamente y aprenden unos de otros, no para alcanzar el cliché de “felices para siempre”, sino por la experiencia de la amistad.

Estas historias se alimentan de la dinámica cambiante entre el amor y el odio, la gratitud y el resentimiento, la admiración y el desprecio, y eso es lo que las hace tan resonantes. ¿Qué mujer no ha experimentado esa cuidadosa negociación, esa constante y sutil recalibración cuando está con una amiga? ¿Qué necesito de ella? ¿Qué necesita ella de mí? ¿Quiénes somos la una para la otra? Y en el mejor de los mundos posibles, ¿en quiénes podemos convertirnos? Cuando se trata de una trama con protagonistas femeninas, las tensiones a menudo ocultas se vuelven descomunales para nuestro disfrute y catarsis.

La película “Wicked” —basada en el musical “Wicked”, adaptación de la novela “Wicked” de Gregory Maguire, una nueva versión de “El maravilloso mago de Oz” de L. Frank Baum— se propone ser muchas cosas. Es un análisis oportuno de los usos de la propaganda y del ascenso de un autócrata. Es el domingo del Supertazón para los aficionados al teatro, y es un bálsamo para los demócratas abatidos, que saborearán la historia de dos mujeres (una interpretada por una actriz negra y la otra por una blanca) que colaboran para derrocar a un gobernante engañoso e indigno, sobre todo porque esa hermandad no se materializó en gran medida el 5 de noviembre.

Pero es la fantasía de la amistad entre rivales —que dos enemigas se conviertan en amigas y se unan para arreglar un mundo roto— lo que hace que funcione “Wicked”.

Todos los argumentos conocidos están ahí. Para empezar, los polos opuestos no se atraen. Elphaba piensa que Glinda es superficial, estúpida y tonta. Glinda piensa que Elphaba es sombría, poco divertida y, de nuevo, verde. “Cada rasgo, por pequeño que sea, hace que la carne se me ponga de gallina”, cantan las dos. Glinda, en plan chica mala, le regala a su compañera un sombrero negro puntiagudo y desaliñado. Cuando Elphaba se lo pone para ir a una fiesta (¡la primera a la que asiste!), da tanta pena ajena como cuando Elle Woods se presenta a una fiesta de la facultad de derecho vestida de conejita Playboy.

La cosa empeora cuando Elphaba, negándose a ser avergonzada, realiza un amanerado espectáculo de danza interpretativa. Para sorpresa de todos los presentes en la película, pero quizá de nadie del público, Glinda se une a ella, imitando sus torpes movimientos, secándose las lágrimas de la mejilla. Es un reconocimiento de que Elphaba tiene lo que Glinda no tiene: el valor de ser ella misma.

Inevitablemente, le sigue una escena de cambio de imagen; en la canción culminante de la película, es Elphaba quien tiende la mano a Glinda, prometiéndole que juntas serán “el mejor equipo que jamás haya existido”, y ambas cantan: “Los sueños tal y como los planeamos/ Si trabajamos juntas/ No hay lucha que no podamos ganar”.

El tropo de las enemigas que se vuelven amigas se repite desde los clásicos atemporales para jóvenes adultos hasta las novelas del momento de Sally Rooney y Elena Ferrante, ofreciendo a los espectadores y lectores posibilidades que una trama matrimonial nunca podría ofrecer. ¿Quieren las heroínas hacerse amigas la una de la otra? ¿Quieren ser la otra? Posibilidades más nuevas y modernas: quizá quieran estar la una con la otra o solían estar la una con la otra, como Frances y Bobbi en “Conversaciones entre amigos” de Rooney. O puede que medio internet simplemente haya decretado que deben serlo. (Busca en Google “Gelphie fan fic” si te atreves).

Ahí están Laverne y Shirley, que luchan por abrirse paso en la vida; Blair y Serena, que se pelean con ropa de marca en “Gossip Girl”; e incluso Taylor Swift y Katy Perry, que lanzan canciones rivales antes de enterrar el hacha de guerra con una rama de olivo literalmente enviada por correo y disfraces de hamburguesas con patatas fritas. En “La vecina de arriba”, de Claire Messud, una tímida profesora llamada Nora y una glamurosa artista llamada Sirena se enzarzan en un largo juego de obsesión y explotación, mientras que en “Sula”, de Toni Morrison, la amistad de Nel y Sula sobrevive a muertes, traiciones y un secreto compartido. Una relación de amistad-odio es el motor de “Orange Is the New Black” y “Killing Eve”. “Insecure” concluye con dos finales felices para Issa: consigue al chico, pero también recupera a su mejor amiga y, de los dos, es el segundo el que parece más significativo.

A través del tiempo, de las generaciones, de los géneros, en la ficción y en la vida real, las parejas se repiten: ahora amistosas, ahora enemistadas, ahora amigas de nuevo. Y el público, sobre todo el femenino, observa, experimenta las emociones y los vínculos en la pantalla o en la página, y reflexiona sobre sus propias historias y amistades.

El amor en una comedia romántica puede parecer inevitable. El respeto puede ser más difícil de conseguir, sobre todo de alguien que al inicio era inmune a tus encantos. Ese tipo de reevaluación por parte de ese tipo de amiga no es solo una afirmación, sino que cambia la vida. Y para el público, ver a un personaje en el que hemos invertido emocionalmente convertirse en su mejor versión nos permite creer que nosotros también somos capaces de transformarnos. Y en estos momentos en que los días y el horizonte temporal se oscurecen, la idea de que una persona que te odiaba se convierta en tu admiradora y pueda ver lo mejor de ti, aun cuando tú no puedes ver nada, es más bienvenida que nunca.

Este artículo se publicó originalmente en The New York Times.

c.2024 The New York Times Company

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