Operativo desplazamiento: el arduo plan para que los lobos marinos abandonen las calles interiores del puerto de Mar del Plata

Los lobos marinos están sobre las zonas operativas del puerto
Los lobos marinos están sobre las zonas operativas del puerto - Créditos: @Diego Izquierdo

MAR DEL PLATA.- Frente a los golpes de palmas que suenan intimidatorios la primera respuesta de ellos es con algún bostezo. Tampoco parecen asustarlos el gesto de empujarlos que, con brazos en el aire, hacen los encargados de ponerlos en marcha y retirada. Se desentienden o remolonean frente al intento de sacarlos de esa situación de reposo, tendidos sobre el asfalto de las calles interiores del puerto, hasta que alguno accede a ponerse en movimiento y el resto lo sigue, rumbo al agua en caravana.

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Casi artesanal, todavía en etapa de prueba para medir reacciones y resultados, el plan se puso en marcha en la terminal marítima marplatense en busca de lograr que la nutrida colonia de lobos marinos que tiene aquí su punto de encuentro se aleje de las áreas operativas, en las que ganaron terreno durante los más tranquilos y desiertos días de pandemia y hoy les cuesta resignar.

El Consorcio Portuario Regional Mar del Plata convocó a la Fundación Fauna Argentina, que lleva casi 40 años de trabajo aquí con esta especie, y un equipo especializado de la Universidad Nacional de Mar del Plata para que compartan la misión que esta semana comienza a dar los primeros pasos.

El punto de partida es un literal arreo de los animales con personal que los retira de las áreas de tránsito vehicular y de las de descarga y controles de pesca. Y los mejores resultados se aguardan para cuando lleguen y se instalen unas barreras físicas que les cerrarán el acceso al nivel más alto de la Banquina de Pescadores, sobre las calles donde se concentra el transporte de cargas.

Por la poca cantidad de gente por la pandemia, los lobos marinos descansan en las calles de Mar del Plata
En diciembre de 2020, ya los lobos marinos habían tomado las calles internas del puerto - Créditos: @Mauro V. Rizzi


En diciembre de 2020, ya los lobos marinos habían tomado las calles internas del puerto (Mauro V. Rizzi/)

La postal

Los lobos marinos son representativos y parte de la postal de esta ciudad, presentes aquí desde hace más de medio siglo y siempre asociados a las típicas lanchas amarillas, a las que siempre se acercan en busca de algunas anchoas que se caigan de los cajones que se descargan y a las que aún se suelen subir en las cubiertas, apenas se distraen o se retiran los propietarios.

Lo impactante durante estos últimos tiempos es la cantidad de estos animales que recalaron sobre el pavimento, a casi 1000 metros de la roquería en Escollera Sur, donde tenían su mayor asentamiento. Allí disponen de un sector de playa, con protección de vallados de seguridad, y existe un mirador para que se los pueda disfrutar como atractivo turístico. Pero el reciente dragado del canal de acceso se llevó mucha arena de allí y los obligó a vivir entre grandes piedras, por lo que se han mudado hacia el sector conocido como Dársena A, donde amarran embarcaciones más pequeñas.

No hay intención de sacarlos ni se irán de un día para el otro, pero sí el objetivo es que no obstruyan las zonas de trabajo en el sector superior de la Banquina Chica”, explicó a LA NACION el investigador Diego Rodríguez, al frente del Grupo de Mamíferos Marinos de la Universidad de Mar del Plata, que participa de este proyecto que ya se puso en marcha y aportará datos para conocer todavía más sobre esta especie.

Gabriel Felizia, presidente del Consorcio Portuario Regional Mar del Plata, ente que administra la terminal marítima local, destacó que se convocó a las dos instituciones “que más conocen y experiencia tienen” con los lobos marinos que recalan en estas costas. “Lo que buscamos es que no interfieran con las actividades productivas ni se muevan con demasiada cercanía del circuito habilitado para el turismo”, destacó.

Los lobos marinos se instalan en la banquina con una habilidad sorprendente, a pesar de su peso de tres cifras. Toman impulso y se calzan con sus aletas para luego permanecer en el suelo firme. Tienen allí espacios cómodos y pocos obstáculos para llegar hasta donde hay oficinas y talleres.

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Relevamiento

La labor emprendida para que hagan base en otro sector del puerto tiene que ver con cuestiones de seguridad y sanidad. Estos animales están acostumbrados a la presencia humana, no son peligrosos, pero sí de cuidado por su porte importante y sus colmillos filosos. Su coincidencia en un mismo espacio implica más de sus desechos orgánicos en zonas de tránsito vehicular y peatonal.

Investigadores, profesionales y estudiantes universitarios que participan de este programa se encargarán además de relevar la manada, censarla y marcarlos con decolorantes para identificarlos y así conocer sus movimientos y reacciones frente a este operativo de desplazamiento.

“Vamos a trabajar con presencia permanente para llevarlos hacia sectores donde no interfieran con las actividades productivas, tenemos experiencia en el tema”, destacó Juan Lorenzani, presidente de la Fundación Fauna Argentina, que hace más de una década encabezó el operativo para que la colonia se afinque en un sector de la Escollera Sur, hoy convertido en reserva de la especie.

La entidad también los asiste cuando se encuentran animales lesionados o con elementos que los ponen en riesgo, como zunchos plásticos que les provocan lastimaduras, y, con voluntarios, organiza limpiezas en aquel espacio donde hace escala parte de la colonia.

Rodríguez destaca que la especie tiene la particularidad de aprender y pronto de los escenarios de cambio, como se espera que resulte con este plan de acción. Entiende que será un trabajo arduo ya que la colonia es numerosa –solo en la Banquina Chica se suelen reunir más de 150– y reconocer los nuevos obstáculos llevará su tiempo.

El Consorcio Portuario Regional Mar del Plata ya encargó las barreras tipo “New Jersey”, bloques plásticos rellenos de agua que serán el obstáculo a disponer para que los lobos marinos accedan al nivel de calle. Hasta tanto se cuente con ese equipamiento se continuará con el arreo periódico de los animales, desde el pavimento hacia su zambullida al mar.

El método de arreo será constante, pero con pausas de un día cada cinco de trabajo para poder medir durante esa jornada si el método aplicado está dando los resultados esperados.

Durante este proceso se tomará nota de sus movimientos para el registro de estudios científicos. Estiman como muy probable que los animales terminen por volcarse hacia el extremo este de la banquina. Allí también tienen dónde reposar cómodos, más dificultades para trepar hacia el nivel de tránsito vehicular y siempre algo de comida fácil y abundante, sea con lo que cae de los cajones o con lo que los marineros los malcrían durante las descargas de pescado.