Olimpia, la mujer que cambió la historia en México y el mundo tras sufrir violencia sexual digital
“Bajo un sesgo de violencia sexual, violencia de noviazgo y bajo una condición de romanticismo… mi exnovio me pidió hacer sexting, yo no sabía que era eso, pero nos grabamos manteniendo relaciones sexuales y ese video se distribuyó principalmente en redes sociales, quería suicidarme, cambiarme el rostro, pero mi mami en lugar de culparme y abofetearme me creyó; y es que creerle a las víctimas es una primera justicia”. Con estas palabras la activista mexicana Olimpia Coral narra lo que la orilló a luchar contra la violencia sexual digital en compañía de más mujeres en México y otros puntos de América Latina, como Argentina. Gracias a esta lucha, México cuenta con la Ley Olimpia y en el país sudamericano a principios de julio avanzó con una similar en la Cámara de Diputados.
La violencia sexual digital, en palabras de la propia Olimpia, “es una violencia que invade completamente todas tus presencias, todas tus identidades, todo tu cuerpo, todas tus entrañas… perpetúa y te deja una marca invisible para siempre aunque no la puedas ver ni tocar. Es aquella violencia que se ejerce a través de las tecnología de la información, redes sociodigitales y cualquier espacio digital conocido o por conocer, que daña la privacidad, intimidad, la vida segura de las personas que habitamos estos espacios, pero por desgracia se exacerba y perpetúa contra las niñas y las mujeres.
“Hoy podemos llamar violencia digital a todas aquellas violencias que viven en los espacios digitales y que tiene una agravante mayor sobre la violencia sexual digital y todo este conjunto es la Ley Olimpia en México”.
En México se reconoce la violencia digital dentro de la Ley de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia donde se concentran los tipos y modalidades de violencia -física, obstétrica, psicológica, la violencia digital y la violencia sexual digital- “que afectan principalmente a las mujeres y que hace obligatorio la densidad de leyes públicas de prevención, erradicación y acción de todas las instituciones para eliminar las violencias contra niñas y mujeres”. En Argentina, gracias al impulso de varias mujeres y la mexicana Coral en julio de 2023, la Cámara de Diputados aprobó la Ley Olimpia que incluye la violencia digital en la norma 26.485 y se espera que el Senado la sancione en agosto del mismo año.
El avance de la Ley Olimpia en países es aceptar que esta violencia “existe y es real”
Para Olimpia el avance de esta ley en Argentina no es gracias a ella sino “a un montón y a decenas de mujeres que se han levantado para nombrar violencia digital. La hemos puesto en la agenda de los países, la violencia digital como parte importante de las políticas públicas; la hemos impuesto como trending topic con el hashtag #LoVirtualEsReal, que hemos impuesto dentro de los congresos una consigna como “Ni Porno Ni Venganza nosotras no somos las culpables”. “¿Culpables de qué?” se cuestiona Olimpia para responder de manera inmediata a manera de pregunta nuevamente: “culpables de confiar, culpables de amar, de vivir nuestra sexualidad”.
Tras recordar nuevamente lo que ocurrió hace 10 años y que si buscabas su nombre en internet lo primero que aparecía era #OlimpiaLaGordibuenadeHuachinango y pensar en su video sexual explotado y su cuerpo violado con un clic… “lo único que sentí -cuando la Ley Olimpia avanzó en Argentina-”, indica, “fue que teníamos razón, que esas locas a los que nos dijeron ´no existes virtualmente, ve a tu casa que te eduquen bien´, ´pero para qué te deja grabar, tú tuviste la culpa´… Lo primero que sentí fue un sentir colectivo de: teníamos razón”.
“Nosotras no tenemos que escondernos… nosotras no deberíamos de ser las que sentimos vergüenza. Vergüenza ellos, que se escondan ellos, que tengan una responsabilidad porque no somos nosotras ni nuestros cuerpos desnudos los crímenes; se debe ver como una violación y es real aunque no te puedan ver ni te pueda tocar. Entonces la Ley Olimpia, que muchos puedan minimizar, para nosotras es un tipo de justicia… es el tipo de justicia de ver a toda una nación, de ver a todos unos congresos diciendo la violencia digital existe y es real. Es el tipo de justicia para nosotras que nos dijeron que por ser virtual no existía. Ahora cada vez que buscas mi nombre en internet yo ya no soy esa Olimpia la del video sexual yo ya soy Olimpia la de la Ley Olimpia; eso es lo que queremos para reivindicar nuestras historias no somos lo que dijeron que éramos, no somos lo que nos hicieron creer que éramos”.
De acuerdo con la ONU, a nivel global “40% de las mujeres ha experimentado violencia digital y en México, tres de cada 10 mujeres usuarias de Internet han sido víctimas de ciberacoso, lo que representa 10 millones de mujeres”.
Ni la Inteligencia Artificial escapa a la Ley Olimpia pese al algoritmo patriarcal
En entrevista con Yahoo!, la activista y reconocida por la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes de 2021 indicó que en la Ley Olimpia no se escapa la violencia contra la mujer generada por la Inteligencia Artificial (IA) porque ésta “castiga a la violación a la intimidad sexual por contenidos íntimos sexuales reales o alterados producidos y distribuidos sin el consentimiento de las personas”. Explica a detalle que estos tipos de contenidos alterados “no necesariamente es la persona completa sino que solo puede ser la cara o el cuerpo y esto se castiga hasta con 9 años de cárcel con las agravantes”.
En México no hay un caso de denuncia por una alteración con Inteligencia Artificial; sin embargo, la activista reconoció que se tiene conocimiento de “cinco mujeres que han externado haber sido víctimas” de la IA. “No es nuevo. El primer caso que nos llegó fue en el 2014 o 2015 -en donde no conocíamos el término de IA-, pero nos comentaron que habían alterado la imagen de la cara de una mujer para un videojuego en la que se le introducía un pene cada que habría la boca”. Lo complicado de esta situación es que “hoy en día ya no es necesario tener nuestro cuerpo físico para ser víctima; hoy basta con que agarren una tus fotografías en cualquier red social de las que hayas subido, manipularlas y subirlas a estos mercados de explotación sexual en línea, los cuales son espacios digitalizados donde se compilan, administran, se venden, se prostituyen fotografías, videos, audios de carácter sexual de mujeres que no lo autorizaron y que los principales administradores y clientes son hombres”.
Plataformas digitales con pendientes en este problema
Pese a que fue una mujer la primera en crear un algoritmo informático -Ada Lovelace, recuerda Olimpia-, “los hombres son los que tienen la dirección de las redes sociales, marketplaces e internet” y “es un problema de raíz, ya que la UNESCO señala que el 85% de los proyectos basados en la IA generan resultados erróneos debido al sesgo patriarcal. Esto nos lleva a replantear la idea si el algoritmo es patriarcal, si las condiciones en cómo se están administrando los datos son patriarcales”. Lamenta, que hoy en día ese algoritmo es tan patriarcal “que si un grupo de mujeres se unieran para dar a conocer en un tendedero digital todos los mercados de explotación sexual que existen en América Latina y que ascienden a tres millones… sería más fácil que nos bajen nuestras cuentas y bloquearan el tendedero virtual a que bajen un mercado de explotación sexual”.
La impulsora de la Ley Olimpia cree que las plataformas digitales deben asumir su responsabilidad: “Ya sentamos a los legisladores, a los poderes de nuestros países pero falta un tercer ente que no está escuchando; que a raíz de todas estas condiciones son las mujeres y las niñas las que más están sufriendo este tipo de violencia digital, sí, habló de los dueños de las empresas digitales… porque los algoritmos se hacen en el norte se administran en el norte, pero la consecuencias son en los sures… justo en la pobreza, la desigualdad”.
El sueño de Olimpia
Olimpia sueña con que las niñas del futuro -así como ahora se sorprenden porque las mujeres no podían votar- se sorprendan y nos pregunten: “¿es cierto que en tus tiempos difundían videos sexuales y no tenía nombre esta violencia? ¿Es cierto que las personas -en complicidad con el algoritmo de empresas-, las culpaban a ustedes y ustedes tenían que irse de sus casas, ustedes tenían que esconderse y quererse suicidar por una violencia que era evidente que no era su culpa? ¿es cierto que eran ustedes las que sentían vergüenza y miedo y no sus agresores? Que volteamos a ver a esas niñas y dijéramos sí era cierto, pero ahora ya no pasa -mientras nos mecemos en nuestras mecedora acariciando a nuestros perritos-. Eso es lo que a mi me gustaría en mi vida”, concluye.
7 Consejos de Olimpia para protegerte de la violencia sexual digital
Lee las letras chiquitas de los sistemas operativos de tus dispositivos
Entiende todos los permisos de las redes sociales
Cambia de manera frecuente tus contraseñas
Usa tres correos electrónicos: privado, público e íntimo
Activa códigos de inicio de sesiones
Prevención:
Que el consentimiento del sexting sea real y autónomo. Pregúntate 400 mil veces si es algo que te da placer y no es para complacer. Si te obligan a hacer sexting es acoso
Que no se vea tu cara
Usa una red social segura para activar el borrado inmediato de fotografías
Dile a las persona con la que intercambias estas imágenes: oye conozco mis derechos y no autorizo ninguna de estas fotografías y si lo haces puede toparse con la Ley Olimpia
Si fuiste víctima de violencia sexual digital, ¿qué puedes hacer?
Contención emocional. Cuéntalo a quien más confianza le tengas: sicóloga (o), padre, madre, amigxs, un punto de apoyo
Contención digital. Borra amigxs que no conozcas, activa códigos de sesión, si quieres cambia tu nickname de tus redes sociales
Contención jurídica. Exige a las plataformas que bajen este contenido y también puedes hacer una denuncia ante las autoridades (Institutos de las Mujeres antes de ir al Ministerio Público, en el caso de México). Las capturas de pantallas y las ligas son super importantes para la investigación.
Contención comunitaria. No debes de vivir sola con esto y tienes el derecho a no pensar que eres la única