Olexsandr Usyk recuperó el legado de honrar a los adversarios queridos

Anthony Joshua y Oleksander Usyk antes de pelear en el Tottenham Hotspur Stadium de Londres, en Septiembre de 2021
Anthony Joshua y Oleksander Usyk antes de pelear en el Tottenham Hotspur Stadium de Londres, en Septiembre de 2021 - Créditos: @Ian Walton

El ucraniano Olexsandr Usyk, uno de los tres boxeadores más importantes del momento, vio tanta muerte en las calles de Ucrania en plena guerra con Rusia que jamás las olvidará en el resto de su existencia. No sólo evidenció –ante ello- un cambio rotundo en su conducta y en su manera de ser, sino que decidió honrar la vida a cada instante; tal si fuese un mandato asumido a partir de ese dolor. Sobre todo, en estos tiempos exitosos en los que acaba de consolidar la unificación del campeonato mundial de los pesados, al batir a Tyson Fury, luciendo los cuatro cinturones del peso máximo.

Usyk, de 37 años, con un tránsito intenso en el boxeo olímpico y profesional, con más de veinte años de carrera, sólo tiene un millonario objetivo por cumplir: la revancha con Fury, en algún paraje de Arabia Saudita, antes de fin de año. Y probablemente, tras ello, le diga adiós al boxeo.

Ha sido siempre un buen socio y compañero de sus oponentes, ajeno a las baratijas agresivas de los pesajes sobreactuados y de las declaraciones vulgares y ofensivas ante las cámaras de TV. Ahora, ante la presión de una de las cuatro entidades a las que representa con sus diademas -la Federación Internacional de Boxeo (FIB) que lo obliga a medirse con el inglés Daniel Dubois-, decidió dejar esta “porción de título vacante”. Lo hizo con una gallarda declaración: “Daniel y Anthoy Joshua, fueron grandes adversarios y buenos compañeros. Ellos merecen una pelea entre sí y disfrutar de parte de la corona. La dejo para ustedes”. No les hizo perder tiempo. Mostró una bonhomía desacostumbrada en el pugilismo moderno, semejante a episodios sensibles de otras épocas.

Olexsandr Usyk y el inglés Daniel Dubois
Olexsandr Usyk y el inglés Daniel Dubois

El promotor británico Eddie Hearn anuncio inmediatamente: “Dos ingleses Dubois, campeón interino FIB, y Anthony Joshua, exposeedor del cetro, dirimirán el 21 de septiembre venidero, por esa vacante, en el estadio de Wembley en un combate histórico”.

Usyk premió a sus ex rivales. Dubois lo mandó a la lona con un golpe bajo cuestionado en 2023 y Joshua le dio la gran oportunidad de consagrarse campeón en 2021. Y fue creíble en tal decisión.

Gestos enaltecedores e inolvidables

Más allá de la rivalidad existente entre los míticos pesados argentinos Luis Ángel Firpo, “El toro salvaje de las pampas” y Vittorio Cámpolo, que nunca se enfrentaron por desinterés del primero, en la década del ´20; siempre hubo altruismo entre ambos. Compartían este deporte con las inversiones en sus campos. Ante circunstancias cercanas al quebranto en los tambos y pasturas de Cámpolo, fue Firpo quién le envió muchas cabezas de ganado para revertir tal situación.

Alfredo Prada intentó ayudar a su clásico antagonista José María Gatica, en la década del ´50 tras su retiro del ring, en actividades gastronómicas que no dieron resultados.

Muhammad Alí le había prometido un desquite a Oscar Bonavena, planeado para el último tiempo de sus carreras. Esto afianzaría las cuentas bancarias del argentino. Se frustró por la prematura muerte de “Ringo”, en 1976.

El mismo Floyd Mayweather, más allá del desagrado que le provocaba el estilo de Marcos “Chino” Maidana, decidió otorgarle un inmediato desquite por la gran pelea protagonizada en 2014. La paga fue suculenta y Mayweather reconoció hidalgamente al santafecino hasta el día de hoy.

El francés Jean Claude Bouttier ayudó en silencio a su doble vencedor Carlos Monzón, en sus peores días, en los años 90.

El alemán Max Schmeling, clásico rival de ida y vuelta con Joe Louis en la década del 30, cuidó de su viejo adversario con dinero y afecto hasta el día de su muerte.

Hay otro boxeo abajo del ring. Sin resonancia verbal ni grandes títulos para los periódicos. Es el trato entre dos compañeros de trabajo interesados por el bienestar del colega más querido. Y por suerte, se sigue repitiendo.