Una ola de crímenes violentos preocupa a los cubanos. Cuba dice que son noticias falsas

Los residentes de un pequeño pueblo de Sancti Spiritus, en el centro de Cuba, quedaron conmocionados el año pasado cuando el cuerpo de un maestro de escuela fue recuperado de un pozo. Lo habían atado con piedras y pesadas piezas de maquinaria agrícola. Cuando lo encontraron, con la ayuda de familiares y amigos que dirigieron la búsqueda, ya llevaba tres días desaparecido.

Sus asesinos, que lo mataron para robarle su motocicleta Suzuki, fueron arrestados y condenados a cadena perpetua en junio. Los medios de comunicación estatales, a los que en el pasado se les había prohibido publicar historias sobre crímenes, informaron sobre el asesinato y elogiaron a la policía por lo que dijeron fue una respuesta rápida.

En otro caso desgarrador ocurrido en junio, los padres de un sacerdote católico fueron agredidos con machetes después de que su madre sorprendiera a tres hombres enmascarados comiendo del refrigerador de su casa en un barrio suburbano de Santiago de Cuba, la segunda ciudad más grande de la isla. Los padres del padre Leandro Naung Hung sobrevivieron y, apenas unos días después, la policía arrestó a los atacantes, dos hombres de 21 años y un hombre de 27 años que, según las autoridades, tenían antecedentes penales.

Naung Hung se negó a hacer comentarios para este artículo, pero anteriormente le dijo al medio de noticias independiente 14ymedio que el violento ataque fue el resultado de “la aguda crisis” en Cuba, “la pérdida de todo valor y la impunidad delictiva”.

Historias como estas, generalmente reportadas por primera vez por los medios independientes cubanos, se han vuelto más frecuentes en los últimos dos años en medio de lo que periodistas y cubanos en las redes sociales describen como una ola de crímenes impulsada por el hambre y la escasez.

Que las historias estén saliendo a la luz es un fenómeno relativamente nuevo para Cuba, donde desde los primeros días de la Revolución el gobierno ha controlado estrictamente los medios de comunicación y ha prohibido las historias sobre crímenes en los periódicos, la radio y la televisión. Pero el auge de los sitios web de noticias independientes y las redes sociales, donde cada vez más cubanos publican fotografías y videos gráficos de crímenes espantosos, ha obligado incluso al gobierno a reaccionar.

“Cada vez que existen graves crisis económicas, las manifestaciones delictivas son más violentas,” dijo a el Nuevo Herald un abogado penalista defensor que trabaja en Cuba. “Yo a mi familia le dije cuando empezó esta crisis que escucharemos crímenes horrendos de todo tipo, no solamente relacionados con el patrimonio, aunque evidentemente esos son los que más se manifiestan”.

El abogado, que trabaja en un tribunal local en las afueras de La Habana y pidió no ser identificado por temor a represalias, dijo que está manejando “muchos más casos” que hace dos años.

“Sí, hay violencia, quizás no comparable a la de algunos países latinoamericanos, pero en comparación con el país que conocíamos antes, ya la violencia sí se percibe, se respira y las personas temen”, dijo. “No lo puedo respaldar con estadísticas, pero sí con el conocimiento público de esa situación”.

Cuba mantiene en secreto las estadísticas sobre el crimen, lo que hace más difícil entender los cambios en las tasas de criminalidad y si otros factores podrían estar en juego, como un mayor escrutinio de los medios o más personas publicitando los casos en las redes sociales. Si bien el país está generalmente libre de tiroteos masivos y del tipo de tráfico de drogas organizado generalizado que se observa en muchos de sus vecinos latinoamericanos y caribeños, a lo largo de los años, la evidencia anecdótica indica que los robos y hurtos son comunes y tienden a aumentar en tiempos de dificultades.

El gobierno cubano afirma que cualquier percepción sobre una ola de crímenes es el resultado de una campaña financiada por Estados Unidos para difundir noticias falsas y crear malestar en la población.

Sin embargo, un informe anual publicado por el Ministerio de Salud Pública de Cuba muestra que los homicidios aumentaron drásticamente en 2021, el segundo año de la pandemia de COVID-19.

Ese año hubo 101 homicidios más que en 2020, para un total de 565, un aumento del 22%. No se sabe si la tendencia continuó porque el ministerio no ha publicado datos para 2022.

Cifras adicionales publicadas por el Ministerio de Salud cubano en sus estadísticas anuales sugieren que el número de homicidios en los últimos años podría en realidad ser mayor de lo informado oficialmente.

Entre 2016 y 2021, el número de muertes etiquetadas como “eventos de intención indeterminada” ha aumentado de manera constante, mientras que la tasa de mortalidad total no ha fluctuado mucho. Los informes muestran que las muertes por eventos de intención indeterminada aumentaron un 131 por ciento, de 244 a 565 durante el período, sin explicación de por qué.

Según los estándares internacionales establecidos por la Organización Mundial de la Salud, esa categoría significa que un médico o autoridad legal no pudo determinar si las lesiones mortales fueron el resultado de un accidente, suicidio u homicidio.

La tendencia al alza en esa categoría poco conocida “plantea preguntas sobre por qué se produce este aumento y cómo se codifican esos casos”, dijo Alex Piquero, profesor de criminología de la Universidad de Miami que hasta hace muy poco dirigía la Oficina de Estadísticas de Justicia del Departamento de Justicia de Estados Unidos. “Como criminólogo, cuando he estudiado datos sobre delitos en todo el mundo, los mejores datos que tenemos para comparar son los datos sobre homicidios, porque un cuerpo es un cuerpo. El problema es esta otra categoría”.

“No sabría si eso ocurre” en Cuba, dijo, “pero cambiar la forma en que se codifican las cosas puede hacer que una estadística se vea mejor”.

La Dirección de Registros Médicos y Estadísticas de Salud de Cuba, que compila el informe anual, no respondió a un correo electrónico solicitando aclaraciones sobre su metodología.

¿Qué hay detrás de la violencia en Cuba?

Cuba no fue la única que experimentó más crímenes violentos durante la pandemia de COVID-19.

El aumento de los delitos violentos en la isla es paralelo a lo que sucedió en Estados Unidos durante la segunda mitad de 2020 y en 2021. Según datos del FBI, la tasa general de homicidios se disparó un 30% en 2020 y un 4% adicional en 2021.

La actual ola de criminalidad en Cuba se ha relacionado con la actual crisis económica, que los economistas creen que iguala o ha superado la de la década de 1990 después de la caída de la Unión Soviética, cuando se publicaron historias sobre personas que eran agredidas por un par de zapatillas deportivas o una bicicleta china.

En medio de una escasez generalizada, la creciente inflación ha hecho que los salarios estatales, alrededor de $16 al mes en promedio, sirvan para muy poco.

“Imagínate un país en el que tu sueldo lo utilices en una comida en un día”, dijo un hombre que vive en Guantánamo al medio de noticias independiente cubano Cubanet en un video sobre el aumento de la violencia en esa provincia del este de Cuba. “¿Qué tú comes el resto de los días del mes? Lo que te puedas robar”.

Piquero dice que las investigaciones académicas muestra que durante períodos de alto desempleo y conflictos económicos, “la gente no tiene los medios para obtener el tipo de cosas que necesita para sobrevivir y recurre a los medios necesarios para obtener los bienes que necesita”.

“Eso también sucede en Estados Unidos”, añadió.

Si bien los expertos coinciden en que la crisis económica es probablemente un factor importante que impulsa el crimen en Cuba hoy en día, algunos también señalan que el uso extensivo de las fuerzas del orden para controlar la disidencia política significa que la policía y el sistema judicial están al límite para combatir y castigar los delitos comunes.

“Básicamente el derecho penal en Cuba en estos momentos de parte del Estado está enfocado únicamente en perseguir cualquier forma de disenso que exista, en lugar de establecerlo como un método de combatir aquellos hechos que puedan ser constitutivos de delito, “ dijo Alain Espinosa, un abogado cubano radicado en Argentina que trabaja con Cubalex, una organización independiente que brinda ayuda legal a activistas en Cuba. “Hay muchos efectivos policiales que están dedicados a reprimir a activistas, a periodistas independientes, para impedir el derecho a la movilidad”.

El Ministerio del Interior de Cuba, que gestiona la policía y el aparato de seguridad del Estado, lideró la violenta represión contra los cubanos que protestaron contra el gobierno en toda la isla en julio de 2021. También monitorea el ciberespacio cubano para castigar a personas como el activista Leandro Pupo Garcés, quien recientemente fue juzgado en un tribunal de Holguín, en el este de Cuba, y enfrenta una sentencia de cuatro años por publicar contenido “ofensivo” contra el ministerio en Facebook.

Pero incluso si el ministerio continúa reteniendo estadísticas sobre delitos, la avalancha de publicidad en las redes sociales y los informes de los medios independientes que denuncian agresiones, robos y asesinatos han obligado al gobierno a negar que los delitos violentos estén aumentando en Cuba.

La negación de Cuba

En un editorial publicado en junio, Granma, el periódico oficial del Partido Comunista, acusó a Estados Unidos y su “mafia terrorista” pagada de fabricar “un mundo irreal” al difundir “noticias falsas... y mentiras diarias” y magnificar actos criminales “para ofrecer al mundo y a los millones de los usuarios de las redes una imagen destructiva de nuestra sociedad”.

Sin embargo, los datos citados en Granma y por altos oficiales del Ministerio del Interior en la televisión estatal muestran que, si bien afirman que la policía supuerstamente resuelve el 98 por ciento de los homicidios (en comparación, las agencias policiales estadounidenses resolvieron solo el 54 por ciento en 2020), incluso en una isla conocida por su aparato de vigilancia masiva, un gran número de crímenes violentos quedan impunes.

“No hay pasividad ni impunidad”, aseguró Granma. “Los hechos violentos que han ocurrido y son descaradamente magnificados o manipulados por sitios digitales enemigos, constituyen el 8.5 % del total de delitos registrados en lo que va de año”. Pero sólo el 60 por ciento de los autores de crímenes violentos han sido arrestados y acusados, reconoce el editorial.

Otras declaraciones en Granma y de altos funcionarios del Ministerio del Interior sugieren que, o la tasa general de criminalidad se ha duplicado, o la policía se ha vuelto más eficaz a la hora de resolver los casos.

Según Granma, 12,000 personas fueron imputadas por algún delito entre enero y junio de este año. Una semana después de la publicación del editorial, Manuel Valdés Brito, coronel del Ministerio del Interior, dijo en el programa de televisión “Hacemos Cuba” que “en este período casi hemos duplicado el número de personas acusadas de delitos”. No quedó del todo claro a qué período se refería, aunque el presentador del programa y los oficiales invitados discutían los mismos números aportados en el editorial de Granma.

Los altos funcionarios del Ministerio del Interior insistieron en la televisión estatal que los “enemigos de la revolución” estaban tratando de crear el pánico entre la población difundiendo historias falsas y magnificando la situación. También dijeron que la policía ha reforzado “la vigilancia y el patrullaje” y ha aumentado los registros de vehículos.

Pero incluso los medios controlados por el gobierno han reconocido en ocasiones que los crímenes son cada vez más frecuentes.

En mayo, un diario local informó sobre “varios hechos de robo con violencia o intimidación a las personas con empleo de armas blancas” en Holguín.

“Estos incidentes, en los que los autores despojan a las víctimas de teléfonos celulares, motorinas eléctricas, ciclos, billeteras, entre otros objetos, en su mayoría han sido en horario de la noche y madrugada, aunque algunos casos ocurrieron durante el día”, escribió el diario de Holguín, Ahora.

De manera similar, la Agencia Cubana de Noticias, un medio de comunicación estatal, informó el año pasado sobre el aumento de la delincuencia en Matanzas, una provincia cercana a La Habana y sitio turístico famoso por sus playas de Varadero.

Durante una reunión del gobierno local, el jefe de la policía local, teniente coronel Frank Villalobos González, dijo que la delincuencia aumentó un 14% en 2021 respecto a 2020 en esa provincia. Y que en enero de 2022 se estaban reportando 40 delitos diarios, en su mayoría robos y hurtos.

El jefe local del Partido Comunista, Liván Izquierdo Alonso, dijo en ese encuentro que era “necesario ir a las causas del delito y la ilegalidad, creo que si atendemos mejor a [personas] vulnerables, nos preocupamos más por la población que no trabaja y ofrecemos mejoras en consejos populares más desfavorecidos, entonces eliminamos algunas de las raíces del problema”.

Tendencia alarmante

Sin embargo, el aumento de la delincuencia puede no ser algo reciente. En 2014, el general Jesús Becerra, jefe de la policía nacional, dijo que los robos y hurtos tanto a residentes como a turistas eran “altamente frecuentes”. Pero sin acceso a las cifras oficiales, es difícil saberlo.

“El público necesita datos”, dijo Piquero. “Al igual que muchos otros países, la necesidad de recopilación de datos y transparencia en la presentación de informes sobre delitos en Cuba es importante no sólo para fines estadísticos y de investigación, sino también para ayudar a los profesionales y formuladores de políticas a comprender las tendencias para identificar puntos de prevención e intervención”.

Pero a diferencia de décadas anteriores, ahora cualquiera que tenga un teléfono celular y acceso a Internet puede leer las últimas historias sobre crímenes en Cuba. Y algunos de los videos virales que circulan en las redes sociales cubanas muestran otra tendencia alarmante, dicen los expertos: el vigilantismo.

Un video muestra a tres hombres pateando repetidamente a un hombre tendido en la calle que había sido acusado de apuñalar a una joven — quien es vista herida cerca en la acera — para robarle su teléfono celular en San Miguel del Padrón, un suburbio de La Habana.

Otro muestra a un hombre con una soga alrededor del cuello, las manos y los pies tendido sobre la hierba. Se escucha a los transeúntes decir que lo sorprendieron tratando de agredir a un joven con un cuchillo para quitarle su dinero. Según el medio independiente Cubanet, el hecho ocurrió en Arroyo Naranjo, un barrio de las afueras de La Habana, y la policía acudió media hora después de haber sido llamada.

“Esto no era frecuente antes y, en mi opinión, está sucediendo porque los ciudadanos no encuentran una respuesta adecuada por parte de la justicia”, dijo Espinosa, abogado de Cubalex.

La falta de acceso a una “vida digna” está volviendo a algunos cubanos más violentos, dijo, no sólo porque no pueden permitirse lo básico sino “porque cuando sufren una transgresión de sus derechos, no encuentran una respuesta estatal adecuada.

“Ante la impotencia de no encontrar respuesta, intentan hacer justicia por mano propia”.