¿Qué ocurre con mi examen de “selectividad” después de entregarlo?

EBAU, EVAU, PEvAU, PAU… La prueba de acceso a la universidad en España (la antigua selectividad) recibe distintos nombres según la comunidad autónoma en la que se realice. Pero en todos los casos se repite un patrón común: centenares de estudiantes se concentran nerviosos en las diferentes sedes. Quieren ver los exámenes a los que se tendrán que enfrentar durante tres frenéticos días. Del tiempo y esfuerzo que hayan invertido en estudiar y, por qué no decirlo, un poquito del azar, dependerán sus calificaciones y la posibilidad de acceder o no a la carrera deseada.

Pero ¿qué ocurre en los días posteriores a los exámenes? ¿Cómo se convierten los conocimientos escritos en los cuadernillos de examen en una nota? Aunque la organización puede variar de un lugar a otro, cómo se gestiona la corrección en Andalucía puede ilustrar lo que ocurre en el resto de España.

Tres días intensos

El jueves de la semana de las pruebas, los estudiantes entregan sus últimos exámenes y empiezan a hacer planes para las vacaciones de verano. En ese momento comienza el que probablemente sea uno de los fines de semana más estresantes del año para los correctores. Éstos somos voluntarios, tanto profesores universitarios como de secundaria, que impartimos alguna de las materias de las que se examinan los alumnos.

Tras tres días en las sedes, vigilando en las aulas, somos convocados a una reunión con miembros de la comisión regional que elabora los exámenes. En ella se comenta si se ha detectado algún error conceptual o de redacción en las pruebas y se nos entrega un documento con unas pautas generales de corrección y puntuación.

Debe mencionarse, no obstante, que los exámenes contienen preguntas de distinta naturaleza y, si bien algunas de ellas sólo admiten una única respuesta correcta, otras podrían ser contestadas acertadamente de múltiples formas. En estos casos, la guía de corrección sólo recoge las respuestas que se prevé que sean más frecuentes y el corrector deberá valorar si una respuesta que no aparezca en la guía es válida o no.

Exámenes anónimos

Finalmente, nos entregan también los exámenes a evaluar. Son alrededor de cien (el número exacto varía según la materia y el año), totalmente anónimos gracias a un sistema de etiquetas con códigos de barras. Además, para evitar cualquier posibilidad de beneficiar o perjudicar a estudiantes concretos, cada corrector recibe exámenes provenientes de una sede diferente a aquella en la que ejerció de vigilante.

Con los exámenes bajo el brazo, nos apresuramos para llegar a nuestro rincón favorito de trabajo. Éste puede ser un despacho o una habitación en nuestra casa donde podamos crear un ambiente relajado y aislarnos del resto del mundo. Durante todo el fin de semana, armados con nuestros mejores bolígrafos rojos y pertrechados de una buena reserva de café (o cualquier otra fuente de estimulantes legales), deberemos olvidarnos de nuestras familias, amigos y mascotas.

Haga el lector unas sencillas cuentas: si cada corrector tiene tres días para corregir, invierte ocho horas al día en esa labor y recibió cien exámenes, podrá dedicar algo menos de 15 minutos a cada uno de ellos. Cien exámenes, cien caligrafías diferentes y cien maneras de expresarse distintas. Y, por supuesto, la voluntad de corregir cada uno de ellos de la manera más objetiva y ecuánime posible.

Con la última cifra escrita ya en el último examen, llega el momento de subir las calificaciones a una plataforma virtual. Como son esas las notas que van a recibir los estudiantes pocos días después, debemos comprobar varias veces que no nos equivocamos en el proceso.

Cuando, el lunes de la semana siguiente a la de las pruebas, devolvemos los exámenes corregidos a los responsables provinciales, sentimos un gran alivio. Sin embargo, sabemos que es sólo temporal, ya que el proceso aún no ha finalizado del todo.

Una segunda opinión

Aquellos estudiantes que no obtuvieran la calificación esperada en alguna de las materias tienen la opción de reclamar. Esto, evidentemente, no es una decisión que deban tomar a la ligera, pues la revisión puede suponer que una nota aumente, pero también puede permanecer igual o disminuir. Para atender a estas reclamaciones, los correctores nos volvemos a reunir con los responsables provinciales diez días después de la entrega de los exámenes corregidos. En ese momento, nos entregan los exámenes de otro corrector anónimo, correspondientes a los estudiantes que hayan solicitado una revisión. Todos ellos deben volver a evaluarse en la misma mañana. Si las notas de los dos correctores resultaran algo diferentes, la calificación final del estudiante en esa materia será la media aritmética de ambas. Únicamente si la diferencia entre las cifras es de dos o más puntos -cosa que no sucede a menudo- se designa a un tercer corrector.

Como se puede apreciar, en cuanto un estudiante entrega un examen de las pruebas de acceso a la universidad, comienza a funcionar un proceso medido al milímetro, con plazos muy estrictos. Al fin y al cabo, el futuro profesional de la cantera universitaria depende de ello.

La normativa estatal que regula el procedimiento de las pruebas en el curso actual se encuentra publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) nº 23, de 26 de enero de 2024. A partir de la normativa estatal, cada comunidad autónoma elabora su normativa particular. Puede encontrarse información más detallada sobre el proceso en Andalucía en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) nº 38, del 22 de febrero de 2024, o en la página web oficial del Distrito Único Andaluz.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Rick Visser no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.