El potente analgésico que calma como la oxicodona pero sin su peligrosa adicción
A mediados de los años ’90 la familia Sackler logró introducir en el mercado un potente analgésico opioide, conocido como Oxycontin, que calmaba el dolor, gracias a la oxicodona, de manera efectiva pero creaba una irresistible adicción que, en muchos casos, convertía al paciente en un drogadicto. Saltándose todos los controles legales y científicos, los Sackler pusieron en marcha una campaña de publicidad falsa y muy agresiva que inició una verdadera epidemia de adicción a los opioides.
En la actualidad nos enfrentamos a un dilema de difícil solución. Los opioides se han convertido en una de las herramientas más útiles contra el dolor agudo, son indispensables en determinadas dolencias crónicas o tras una intervención quirúrgica, pero poseen numerosos efectos secundarios y su alta adicción los han convertido en una de las principales causas de drogadicción en todo el mundo.
La solución más evidente y directa sería encontrar o desarrollar una nueva sustancia que ofreciera las ventajas de los opioides pero redujera, o incluso eliminara, sus graves inconvenientes... y esto es, precisamente, lo que podría haber descubierto un equipo de científicos hace tan solo unos días: "Alivio del dolor sin efectos secundarios y adicción".
El trabajo corre a cargo de la Cátedra de Química Farmacéutica de la Universidad alemana Friedrich-Alexander, en colaboración con diferentes instituciones y universidades en Estados Unidos y China, se acaba de publicar en la prestigiosa revista Science y sus autores lo califican como “un hito en el desarrollo de analgésicos no opioides”.
Para entender en qué consiste este nuevo hallazgo debemos empezar por los receptores celulares, es decir, proteínas que permiten que una sustancia determinada pueda interaccionar con los mecanismos celulares. Todavía no sabemos por qué, pero nuestro organismo (y el de otros mamíferos) posee unos receptores específicos, denominados receptores opioides, que interactúan con los opioides y que son capaces de inhibir mecanismos neuronales implicados en el dolor. De esta manera cuando una persona toma un analgésico opioide y se distribuye por la sangre, el fármaco se une rápidamente a esos “receptores de opioides en las neuronas cerebrales, las células liberan señales que amortiguan la percepción del dolor y aumentan la sensación de placer”. Esta es la raíz del gran problema: la facilidad y eficacia con la que los opioides interactúan con nuestro organismo es también su principal desventaja ocasionando efectos secundarios peligrosos y una gran adicción.
Pero… ¿qué ocurriría si encontrásemos una sustancia que interactuara con otro tipo de receptores menos arriesgados? Existe muchos otros receptores (no opioides) involucrados en el procesamiento del dolor pero, hasta ahora, tan solo un pequeño número de estas alternativas ha sido validado para su uso en terapias.
El reto de los investigadores estaba en encontrar una nueva sustancia capaz de activar los receptores de adrenalina (en lugar de los receptores de opioides) logrando así un efecto analgésico similar al de los opiáceos, pero sin los aspectos negativos y la adicción. Para ello bucearon posibles candidatos mediante una gigantesca biblioteca virtual con “más de 300 millones de moléculas diferentes” a la caza de compuestos que coincidieran físicamente con el receptor pero que no estuvieran relacionados químicamente con los medicamentos conocidos basados en opioides. Mediante complejos modelos y simulaciones computacionales, los investigadores trabajaron acoplando esas moléculas candidatas frente a un objetivo de dolor denominado “receptor adrenérgico α 2A” (α 2A AR ) hasta que, finalmente, se seleccionaron unas 50 moléculas para la síntesis y las pruebas.
Para el siguiente filtro se utilizaron técnicas de imagen microscopía crioelectrónica de resolución extremadamente alta, con la que los investigadores pudieron "sintetizar agonistas que produjeron altas concentraciones en el cerebro y redujeron la sensación de dolor de manera efectiva en investigaciones con modelos animales".
El trabajo condujo finalmente a dos moléculas muy prometedoras que solo activan los receptores de adrenalina, logrando un efecto comparable al de los receptores opioides.
La pregunta más directa ahora es, por supuesto, cuándo podría estar lista esta nueva generación de analgésicos no opioides… y es una cuestión peliaguda, teniendo en cuenta los graves errores, mentiras y tergiversaciones que hemos vivido en el pasado. El desarrollo de analgésicos debe estar sujeto a controles muy estrictos, requiere de una ingente cantidad de financiación y los pasos científicos y burocráticos también deberían ser exhaustivos. Los investigadores responsables del hallazgo se muestran “muy optimistas” pero recuerdan que este primer paso es investigación básica y que queda un largo camino por delante hasta una posible autorización para el público.
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Referencias científicas y más información:
Fink, Elissa A., et al. «Structure-Based Discovery of Nonopioid Analgesics Acting through the α 2A -Adrenergic Receptor». Science, 2022, DOI:10.1126/science.abn7065.
Friedrich-Alexander-Universität “Pain relief without side effects and addiction”
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