La nube radiactiva de la prueba nuclear Trinity llegó a 46 estados, Canadá y México, según un estudio

Por Lesley M.M. Blume

En julio de 1945, J. Robert Oppenheimer y los otros investigadores del Proyecto Manhattan se estaban preparando para probar su nueva bomba atómica en un desierto de Nuevo México sin saber a ciencia cierta cómo se comportaría esa mega arma.

El 16 de julio, cuando el dispositivo de implosión de plutonio se activó sobre una torre de metal de 100 pies en un el ensayo llamado “Trinity”, la explosión resultante fue mucho más fuerte de lo previsto. La nube de hongo emitida también llegó mucho más alto en la atmósfera de lo esperado: alcanzó de 50 000 a 70 000 pies. Sin embargo, el rumbo que tomaría seguía siendo una incógnita.

Image labeled '0.053 Sec' of the first Nuclear Test, codenamed 'Trinity', conducted by Los Alamos National Laboratory at Alamogordo, New Mexico circa 1945. (Photo by Fotosearch/Getty Images).
Image labeled '0.053 Sec' of the first Nuclear Test, codenamed 'Trinity', conducted by Los Alamos National Laboratory at Alamogordo, New Mexico circa 1945. (Photo by Fotosearch/Getty Images).

Un nuevo estudio, publicado el jueves antes de enviarlo a una revista científica para someterlo a una revisión por pares, muestra que la nube radiactiva y sus consecuencias fueron mucho más lejos de lo que nadie en el Proyecto Manhattan pudo haber imaginado en 1945. Utilizando un software de modelado de última generación y datos meteorológicos históricos descubiertos hace poco, los autores del estudio estimaron que la lluvia radiactiva de la prueba Trinity llegó a 46 estados, Canadá y México durante los 10 días posteriores de la detonación.

“Es un gran hallazgo y, al mismo tiempo, no debería sorprender a nadie”, dijo el autor principal del estudio, Sébastien Philippe, científico e investigador del Programa de Ciencia y Seguridad Global de la Universidad de Princeton.

La nube radiactiva de la prueba nuclear Trinity llegó a 46 estados, Canadá y México, según un estudio

El estudio también volvió a analizar la lluvia radiactiva de las 93 pruebas atómicas estadounidenses realizadas en Nevada y creó un mapa que representa la deposición combinada de material radiactivo en Estados Unidos, aunque el equipo espera poder analizar las pruebas estadounidenses realizadas en el Océano Pacífico en el futuro.

Es difícil calcular cuánto de la nube radiactiva de Trinity aún permanece en los sitios de deposición originales en todo el país, dijo Susan Alzner, autora del estudio y cofundadora de shift7, una organización que coordinó la investigación. El estudio documenta la deposición tal y como se produjo originalmente en el suelo en 1945.

“Es una imagen congelada en el tiempo”, explicó.

Los abogados que buscan más personas elegibles para recibir una compensación del gobierno federal por la posible exposición a la radiación de las explosiones nucleares en la atmósfera podrían utilizar estos hallazgos.

Los físicos y médicos del Proyecto Manhattan monitorearon el rumbo de la nube del proyecto Trinity, pero subestimaron su alcance.

“Eran conscientes de que existía un peligro radiactivo, pero pensaban en un riesgo grave concentrado en las áreas alrededor del sitio de la detonación”, dijo Alex Wellerstein, historiador nuclear del Instituto de Tecnología Stevens en Nueva Jersey. Afirmó que en aquel momento existía un conocimiento limitado sobre la manera en la que los materiales radiactivos podían afectar los ecosistemas cercanos y remotos. “Realmente no pensaron en los efectos que tendría la exposición a dosis pequeñas en grandes poblaciones, que es exactamente el problema de la nube radiactiva”.

This series of photos taken during Gadget's initial detonation at 5:29:45 a.m. shows the ball of flame descending from its initial origin at the top of the test tower. (Photo by © CORBIS/Corbis via Getty Images)
This series of photos taken during Gadget's initial detonation at 5:29:45 a.m. shows the ball of flame descending from its initial origin at the top of the test tower. (Photo by © CORBIS/Corbis via Getty Images)

En ese momento, el doctor Stafford L. Warren, un médico del Proyecto Manhattan especializado en medicina nuclear, informó al teniente general Leslie Groves, líder del Proyecto Manhattan, que la nube del ensayo Trinity “siguió elevándose sobre la zona noreste del sitio durante varias horas”. Agregó que pronto “se apreció que varios niveles se movían en diferentes direcciones”. Sin embargo, Warren le aseguró a Groves que más tarde podrían realizar una evaluación del alcance de las consecuencias.

En las décadas posteriores, la falta de datos cruciales obstaculizó las evaluaciones y los intentos de estudiar las consecuencias del ensayo Trinity. En 1945, Estados Unidos no tenía estaciones nacionales de monitoreo para rastrear las consecuencias, según Philippe. Además, los datos meteorológicos y atmosféricos históricos necesarios solo estaban disponibles a partir de 1948. Modelar las lluvias radiactivas de las pruebas en Nevada, a partir de 1951, fue más fácil, pero Trinity siguió siendo un desafío frustrante.

“Los conjuntos de datos para las pruebas de Nevada y la información disponible que podríamos encontrar para Trinity no eran comparables”, explicó Alzner. “No podías ponerlos en el mismo mapa. Decidimos seguir insistiendo”.

Decidido a llenar los vacíos, el equipo comenzó el estudio hace unos 18 meses. Philippe tiene una amplia experiencia en el modelado de las lluvias radiactivas y fue autor de un proyecto similar en 2021 que documentó los efectos de las pruebas nucleares francesas.

En marzo se produjo un gran avance, cuando Alzner y Megan Smith, otra cofundadora de shift7 y ex directora de tecnología de Estados Unidos en la administración Obama, contactaron a la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA). Allí, Gilbert P. Compo, científico investigador principal de la Universidad de Colorado y el Laboratorio de Ciencias Físicas de la NOAA, dijo al equipo que el Centro Europeo de Pronósticos Meteorológicos a Medio Plazo había publicado una semana antes datos históricos que trazaban patrones climáticos que se extendían a 30 000 pies o más sobre la superficie de la Tierra.

“Por primera vez, tuvimos la reconstrucción horaria más precisa del clima desde 1940 en todo el mundo”, dijo Compo, quien se convirtió en coautor del estudio. “Ahora se puede rastrear cualquier suceso que haya emitido algo a la atmósfera, sea lo que sea y hora tras hora”.

Usando los nuevos datos y el software diseñado por NOAA, Philippe volvió a analizar las consecuencias de la prueba Trinity.

A pesar de que los autores del estudio reconocen las limitaciones y el grado de incertidumbre de sus cálculos, sostienen que “es probable que nuestras estimaciones sean extremadamente conservadoras”.

“Es un estudio muy completo y bien realizado”, señaló M.V. Ramana, profesor y titular de la Cátedra Simons para el Desarme y la Seguridad Global y Humana en la Universidad de Columbia Británica, quien no participó en la investigación. A Ramana no le sorprendieron estos hallazgos sobre Trinity. “Suponía que las estimaciones antiguas subestimaron la cantidad real depositada”, afirmó.

Los resultados muestran que Nuevo México se vio muy afectado por las consecuencias del ensayo Trinity. Los cálculos de Philippe y sus colegas muestran que la trayectoria de la nube radiactiva se extendió fundamentalmente por el noreste de Nuevo México y otra parte giró hacia el sur y el oeste de la zona cero durante los días siguientes. Los investigadores escribieron que hay “lugares en Nuevo México donde la deposición de radionúclidos alcanzó niveles similares a los de Nevada”.

La estela que dejó la prueba Trinity, según Philippe, representa el 87 % de la deposición total encontrada en Nuevo México, que también recibió lluvia radiactiva de las pruebas sobre el suelo de Nevada. El estudio también reveló que el condado de Socorro, donde se llevó a cabo el ensayo Trinity, ocupa el quinto lugar entre los condados de Estados Unidos con mayor acumulación de material radiactivo.

Los downwinders de la prueba Trinity, un término que se refiere a las personas que han vivido cerca de sitios donde se han realizado pruebas nucleares y pueden haberse expuesto a lluvia radiactiva mortal, nunca han sido elegibles para recibir una compensación económica bajo el amparo de la Ley de Compensación por Exposición a la Radiación (RECA) de 1990. Hasta el momento, se han pagado más de 2,5 mil millones de dólares a trabajadores del sector nuclear en gran parte del oeste de Estados Unidos y a los downwinders que se encontraban cerca del sitio de pruebas de Nevada y han desarrollado cáncer u otras enfermedades debido a la exposición a la radiación.

First nuclear experience in Trinity lsland. (Photo by Eric BRISSAUD/Gamma-Rapho via Getty Images)
First nuclear experience in Trinity lsland. (Photo by Eric BRISSAUD/Gamma-Rapho via Getty Images)

“Aunque la prueba Trinity se llevó a cabo en Nuevo México, muchos residentes de Nuevo México quedaron fuera de la legislación original de RECA y nadie ha podido explicar por qué”, se lamentó el senador Ben Ray Luján, demócrata por Nuevo México, quien ha liderado los intentos por expandir y extender la legislación en el Congreso, la cual expirará en 2024.

Los datos del censo de 1940 muestran que hasta 500 000 personas vivían en un radio de 150 millas del sitio de prueba. Algunas familias vivían a apenas 12 millas de distancia, según el Consorcio de Downwinders de la Cuenca de Tularosa. Sin embargo, los civiles no fueron notificados con antelación sobre la realización de la prueba y tampoco fueron evacuados antes o después de la misma.

“Esta nueva información sobre la bomba de Trinity es trascendental y la hemos esperado durante mucho tiempo”, dijo Tina Cordova, cofundadora del consorcio. “Hemos estado esperando una confirmación de las historias que contaban varias generaciones de personas de Tularosa, quienes presenciaron la bomba de Trinity y hablaron sobre cómo cayó ceniza del cielo durante los días posteriores”.

El estudio también documenta acumulaciones radiactivas significativas en Nevada, Utah, Wyoming, Colorado, Arizona e Idaho, así como en docenas de tierras tribales reconocidas por el gobierno federal, lo que podría fortalecer el caso de las personas que viven en esas áreas y piden una ampliación de la compensación.

Aunque Wellerstein dijo que hay que tomar esos reanálisis históricos de la lluvia radiactiva con cierta cautela, en parte debido a la antigüedad de los datos, también afirmó que esos estudios tienen un gran valor ya que mantienen activa la historia nuclear y su legado en el discurso público.

“En la actualidad, muchos estadounidenses, en especial los más jóvenes, no son plenamente conscientes de las consecuencias y la magnitud de los bombardeos nucleares que Estados Unidos puso en marcha en el propio país”, indicó.

Lesley M.M. Blume

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