Niñas robadas, madres esterilizadas, abortos forzados... las vergüenzas de China, a la gran pantalla
El documental, ‘One Child Nation’, dirigido por la cineasta de origen chino, Nanfu Wang, ganó el premio del Gran Jurado en el festival de cine independiente, Sundance 2019. En China salió publicada la lista de ganadores, pero ni su nombre, y mucho menos su trabajo, figuró en dicho listado. El tema, su visión sobre ‘la política del hijo único’ que prohibía a los ciudadanos a tener más de uno o dos hijos desde 1979 hasta 2015 y que tanto interesó a Occidente durante décadas, es considerado como non grato en Oriente. El resto es cosa de la censura. También de una historia que aún persigue a sus actores principales.
Si Wang nació en 1985 fue gracias a que su madre pudo escapar del programa de esterilización involuntaria ejecutado por el Gobierno. Dicho programa le hubiera sido aplicado a pesar de que en las zonas rurales las familias podían tener dos hijos con tal de que ambos tuvieran una diferencia de cinco años de edad. Dicha esterilización consistía en un anticonceptivo femenino que solo se puede retirar mediante una cirugía. La madre de Wang tuvo la suerte que no tuvieron millones de mujeres, quienes arrastraron problemas psicológicos y emocionales por la norma gubernamental y su manera de ejecutarla.
Las ramificaciones nacidas del ansia de control que suelen implementar los regímenes comunistas incluyen una fuerte propaganda con el fin de ‘concienciar’ a la población y fomentar la colaboración ciudadana para delatar a quien no cumple con las leyes. Eso mismo sucedió en China durante casi cuarenta años en los que el miedo a tener más de un hijo se tradujo en abortos no deseados (que no naturales), esterilizaciones, abandonos y puestas en adopción de bebés, sobre todo de género femenino, que tenían un rango muy inferior al masculino.
En China, los ciudadanos llevaron la procesión por dentro a pesar de las consecuencias devastadoras. Si el primer nacimiento era el de una niña, algunas familias tenían la oportunidad de concebir por segunda vez, simplemente porque el varón era más preciado. ¿Las razones? Porque perpetuarían el apellido de la familia, por ser los beneficiarios de las herencias y porque primaba la idea de que ellos serían los encargados de hacerse cargo de las personas mayores. La lógica del largo plazo y el sacrificio individual para el beneficio del colectivo que impuso el Partido Comunista se adoptó con una resignación compartida entre los que llevaron al extremo esta política: “No tuve otra alternativa”, es una de las frases más repetidas en la actualidad, según relata el documental.
Antes de que Wang comenzara a grabar la cinta, no entendía cómo la población podía permitir una medida que coartaba tanto la libertad individual de la ciudadanía. Una vez grabado y estrenado, su visión es distinta.
“Antes de hacer esta película, juzgaba más a las generaciones mayores y cómo eran tan cerrados de mente”, afirmó a The Guardian menos de un día después de que Amazon colocara su cinta en los cines estadounidenses. “Cuando terminé la producción y pasé por el proceso de hacer entrevistas o de ver el material de propaganda, comencé a entender cómo una nación entera se comportaba de esa manera. Ahora tengo más empatía por ellos y por cómo piensan. Han vivido todas sus vidas en una sociedad que les castigaba por pensar de manera independiente”, agregó.
Según el Gobierno chino, gracias a esta política, se evitaron 400 millones de concepciones, mientras que otros colectivos afirman que países con un crecimiento socioeconómico similar al del gigante asiático vieron reducidos los nacimientos sin necesidad de esta ley. Sin embargo el peaje ha sido brutal: niñas gemelas o mellizos separados que viven en países distintos, niñas robadas en redadas de las autoridades, o puestas en una cesta por practicidad más que por sentimiento, madres con un sentimiento de culpabilidad perenne y una sociedad que cuenta con un desequilibrio poblacional en el que hay más varones que hembras. Además, la ‘política del hijo único’ también ha provocado una situación denominada ‘cuatro para uno’, en el que los hijos que no tienen otros hermanos son los encargados de cuidar a sus padres y a sus abuelos. En caso de no tener medios, y ante las pocas ayudas gubernamentales que reciben los más mayores, éstos quedan a la deriva y dependientes de vecinos y amigos.
En su documental, Wang, residente en EEUU, no da su punto de vista sino que se limita a contar cómo esta ley afectó a sus compatriotas desde un prisma humano. Grabarlo fue una odisea ya que el férreo control de las autoridades y la fidelidad de la gente al Partido hacía que cada viaje a China y cada entrevista que ejecutaba fuera una situación de riesgo. Consiguió sacar la historia adelante y así contar al mundo las consecuencias de una ley llena de generalidades, pero con unas particularidades que ponen los pelos de punta.