Nikki Haley quiere que el respaldo de su candidatura sea su experiencia, no su género

Nikki Haley, candidata presidencial republicana, habla con Megyn Kelly después del cuarto debate para las primarias presidenciales republicanas en Tuscaloosa, Alabama, el 6 de diciembre de 2023. (Nicole Craine/The New York Times)
Nikki Haley, candidata presidencial republicana, habla con Megyn Kelly después del cuarto debate para las primarias presidenciales republicanas en Tuscaloosa, Alabama, el 6 de diciembre de 2023. (Nicole Craine/The New York Times)

DE VIAJE POR IOWA — Dentro de la bodega de una lujosa cadena de tiendas departamentales al este de Iowa, Michele Barton, vestida con una camiseta blanca engalanada con “Mujeres por Nikki” en letras de color rosa brillante, reflexionaba emocionada sobre la posibilidad de llevar a la primera mujer a la Casa Blanca.

Sin embargo, Barton, de 52 años, una madre de cuatro hijos y republicana de toda la vida, se apresuró a insistir en que no apoyaba a Nikki Haley por ser mujer.

“Creo que es la candidata adecuada”, opinó el miércoles mientras esperaba que Haley apareciera en un evento del ayuntamiento en Davenport. “Solo resulta que es mujer”.

Es un estribillo familiar de algunas de las simpatizantes más entusiastas de Haley, quienes, como la candidata misma, le restan importancia a su género en la contienda presidencial de 2024, aunque celebran el carácter potencialmente histórico de su candidatura.

Haley está realizando este acto de equilibrismo en un momento notable de la política estadounidense. Su ascenso en las encuestas y las complicaciones del gobernador de Florida, Ron DeSantis, implican que el candidato republicano con más esperanzas de impulsar al partido más allá del expresidente Donald Trump —quien tiene un largo historial de comentarios misóginos y acusaciones de conducta sexual inadecuada— bien podría ser una mujer.

A lo largo de su campaña, Haley ha procurado ser muy cautelosa al hablar de su género. Enfatiza elementos originales de su vida y carrera que la hagan destacar en un terreno que por lo demás está dominado por candidatos hombres, pero evita tocar políticas de identidad que puedan repeler a la base de votantes conservadores que necesita para ganar la nominación, los cuales en su mayoría son blancos y canosos.

Asistentes a un acto de campaña en Dubuque, Iowa, escuchan a Nikki Haley, candidata presidencial republicana, el 16 de noviembre de 2023. (Jordan Gale/The New York Times)
Asistentes a un acto de campaña en Dubuque, Iowa, escuchan a Nikki Haley, candidata presidencial republicana, el 16 de noviembre de 2023. (Jordan Gale/The New York Times)

“No quiero ser solo una mujer”, le comentó a Charlamagne Tha God en “The Daily Show” el mes pasado. “No quiero ser solo india. No quiero ser solo madre. No quiero ser solo republicana. No quiero ser solo todas esas cosas. Soy más que eso. Y creo que todas las personas son más que eso”.

Su discurso político incluye guiños a sus experiencias como esposa de un militar y como madre. Las réplicas concisas a sus rivales invocan sus tacones de 10 centímetros. Su lista de canciones para cerrar los actos municipales incluye “Woman in the White House”, de Sheryl Crow.

No obstante, Haley, la hija de inmigrantes indios, casi nunca, o nunca, menciona de manera directa que aspira a romper el techo de cristal más alto en la política estadounidense. (En el video de su anuncio de campaña, señaló que no creía en la idea de tales techos).

En la campaña electoral en los estados de Iowa y Nueva Hampshire, donde se vota primero, casi no menciona su género, lo cual para sus aliados podría ser una ventaja potente para ganarse a los votantes con estudios universitarios y a las mujeres de los suburbios en unas elecciones generales, si venciera a Trump en las primarias.

Chris Cournoyer, senadora por Iowa y presidente de Haley en ese estado, declaró que estos sectores demográficos también podrían ayudar a Haley a ser más competitiva en el estado, donde ha quedado detrás de Trump en las encuestas por un amplio margen y, hasta hace poco, también iba a la zaga de DeSantis.

“He oído decir a muchas mujeres independientes, a muchas mujeres demócratas, que van a cambiar de partido para votar por ella el 15 de enero”, comentó Cournoyer.

Aunque a menudo menciona su victoria histórica, pues se convirtió en la primera mujer y la primera persona de color en ocupar el cargo de gobernadora de Carolina del Sur, Haley lo hace sobre todo para argumentar que Estados Unidos no está “podrido” ni es “racista”.

Su evento del miércoles en la bodega de Von Maur en Davenport se pudo haber promocionado como uno de Mujeres por Nikki, pero, aparte de tres camisetas de la coalición expuestas cerca de la entrada, en el lugar había pocas señales de los grupos de base conformados solo por mujeres que han ayudado a difundir su mensaje.

Y, a pesar de todo, el tema del género ha sido ineludible. En el cuarto debate presidencial republicano, el emprendedor Vivek Ramaswamy lanzó ataques de género, en los que la acusó de beneficiarse de la “política de la identidad”, mientras el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie fue en la otra dirección para defenderla, una maniobra que para algunos de los partidarios de Haley fue tan solo una actuación para quedar como su salvador. Y, luego está Trump, quien la llama “cerebro de pájaro” y sigue siendo popular entre las mujeres republicanas.

Una encuesta de The New York Times y la universidad Siena College publicada este mes reveló que el 63 por ciento de las votantes en las primarias republicanas apoyaba a Trump. Haley obtuvo un 12 por ciento de apoyo de ese grupo. Otras encuestas la muestran con un mayor apoyo entre los hombres que entre las mujeres. Sin embargo, en enfrentamientos hipotéticos, Haley ha vencido al presidente Joe Biden por el margen más amplio de todos los aspirantes republicanos, pues casi dividió los votos de las mujeres con él.

“Nikki tiene una elegibilidad poderosa contra Biden, pero necesita encontrar una elegibilidad poderosa contra Trump”, opinó Sarah Longwell, una estratega republicana que ha trabajado para derrotar a Trump. “En este momento, los votantes simplemente no creen que ella pueda hacerlo, así que debe cambiar esa percepción”.

Esta semana, durante su campaña en Agency, Iowa, tal vez Haley reflejó mejor su propuesta al responder a una pregunta de una posible votante. Tras escuchar a Haley en la bodega de una empresa de semillas de maíz, Sarah Keith, de 28 años, una ingeniera química, quiso saber qué haría la candidata para atraer a más mujeres al partido, en particular quienes están descontentas con la agenda liberal.

“Hablan de los problemas de las mujeres”, respondió Haley, para referirse a los demócratas y definiendo esas inquietudes como las mismas que le preocupan a la mayoría de los votantes, incluidas la economía y la seguridad nacional. “Creo que las mujeres están hartas. Creo que todo el mundo está harto del ruido y quiere ver resultados”.

c.2023 The New York Times Company