Los niños de Gaza sufren mareos por el hambre mientras la guerra impide el reparto de alimentos

Niños palestinos llevan ollas mientras hacen cola para recibir comida, en Rafah

Por Fadi Shana y Ibraheem Abu Mustafa

RAFAH, Franja de Gaza, 20 dic (Reuters) - Los niños desplazados al sur de Gaza tenían antojo de pollo, pero lo único que le quedaba a su madre para alimentar a la familia durante el día era una lata de arvejas donada por un hombre que se apiadó de ella al verla llorar.

Tahany Nasr, que se quedó sin hogar tras la ofensiva militar de Israel contra Hamás, al igual que la mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, se encontraba en un campamento de tiendas de campaña en Rafah concentrada en una sola cosa: cómo encontrar comida y agua suficientes para que todos pudieran pasar otro día.

Dijo que sus hijos habían perdido peso y sufrían mareos porque no comían lo suficiente.

"He estado mendigando para alimentar a mis hijos y no encuentro nada. Voy a Asuntos Sociales y me dicen que vaya a la mezquita. Voy a la mezquita, me dicen que vaya a Asuntos", dijo, refiriéndose al Ministerio de Bienestar Social de Gaza, que normalmente organiza la distribución de productos básicos como harina a las personas en apuros.

El hambre se ha convertido en el más acuciante de los innumerables problemas a los que se enfrentan cientos de miles de palestinos desplazados de Gaza, ya que los camiones de ayuda sólo pueden traer una pequeña parte de lo que se necesita y la distribución es desigual debido al caos de la guerra.

Algunos camiones han sido detenidos y saqueados por personas desesperadas por conseguir alimentos, mientras que franjas del territorio devastado están fuera de su alcance porque las carreteras de acceso son campos de batalla activos.

Incluso en Rafah, que tiene un paso a Egipto por el que entran los camiones de ayuda y es una zona donde el Ejército israelí ha dicho a los civiles que busquen refugio, la escasez de alimentos y agua potable es tan grave que está haciendo que la gente pierda peso y enferme.

"Hemos empezado a ver gente demacrada", dijo Samia Abu Salah, médico de atención primaria en Rafah.

Dijo que la pérdida de peso y la anemia eran comunes y que la gente estaba tan débil y deshidratada que era más susceptible a las infecciones de pecho y las afecciones cutáneas. Los bebés y los niños corrían especial peligro, y su crecimiento se vería afectado.

SOLO CEBOLLAS

"Mis hijos me acaban de decir hoy que tienen antojo de pollo. ¿Dónde podría encontrarles pollo? ¿Dónde? ¿Lo sé? Que Alá nos salve", dijo Nasr, rompiendo a llorar mientras hablaba.

"Llevamos dos días sin recibir comida. ¿Cómo engaño a mis hijos? ¿Con un poco de pasta? ¿Un guiso de lentejas? Si pudiera encontrarlo", dijo, añadiendo que a veces había recurrido a hacer comidas sólo con cebollas.

Nasr entró en su tienda para coger la lata de arvejas que, según dijo, le había regalado un hombre amable, aunque la había comprado para él. "Esto es todo. Esta lata es todo lo que tenemos para un día entero", dijo, sosteniéndola en alto, con voz airada.

Lejos de ser un caso extremo, el relato de Nasr se hizo eco de las historias contadas por muchos entrevistados que hablaron con Reuters en Rafah y en otros lugares. La gente hablaba de comer sólo una vez al día, de comidas inadecuadas con insuficiente nutrición, de racionamiento de agua, de niños con diarrea por beber agua sucia.

La guerra fue desencadenada por combatientes de Hamás que irrumpieron en el sur de Israel desde Gaza el 7 de octubre, matando a 1.200 personas, incluidos bebés y niños, y capturando a 240 rehenes de todas las edades en el día más mortífero de los 75 años de historia de Israel.

Israel ha respondido con un asalto militar a la densamente poblada Franja de Gaza, gobernada por Hamás, que ha causado la muerte de casi 20.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, según funcionarios sanitarios de la zona, y ha provocado una catástrofe humanitaria.

Maha Al-Alami, una mujer desplazada refugiada en una escuela de la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza, con ocho hijos y nietos, dijo que todos estaban traumatizados por la experiencia del hambre.

"Cuando termine la guerra, si Dios quiere, el pueblo palestino deberá sentarse ante los psiquiatras", afirmó.

(Reporte adicional de Nidal al-Mughrabi en El Cairo y Arafat Barbakh, Mohammed Salem y Saleh Salem en Rafah, Escrito por Estelle Shirbon; Editado en Español por Ricardo Figueroa)