New Amsterdam: las razones del éxito del fenómeno de Netflix
“¿Cómo puedo ayudar?”, pregunta el Dr. Max Goodwin (Ryan Eggold) cada vez que un paciente o un colega se le acerca en los extensos pasillos del hospital público New Amsterdam que da título a la serie estrenada en septiembre de 2018 en la cadena NBC, y cuyas dos primeras temporadas se incorporaron al catálogo de Netflix.
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Desde su estreno en febrero en la plataforma de streaming que el drama médico creado por David Schulner (Emerald City) no abandona el ranking de las series elegidas por los argentinos, y quizá en esa frase de cabecera del protagonista podamos encontrar el secreto de su éxito: New Amsterdam no pretende ser la nueva ER Emergencias ni tampoco emular a Grey’s Anatomy. En este caso, el paciente es prioridad y cualquier narrativa paralela puede esperar.
Un protagonista antisistema tomado de la realidad
New Amsterdam adapta el libro Doce pacientes: vida y muerte en el hospital de Bellevue de Eric Manheimer y su epicentro es precisamente ese establecimiento basado en el Bellevue neoyorkino, que abrió sus puertas en 1736 y que sirvió como escenario para rodar algunas de las secuencias de la serie: dos plantas de la histórica institución se utilizaron para la filmación.
En cuanto a Manheimer, no solo fue la principal inspiración para el personaje de Goodwin, ese director médico que llega a New Amsterdam para sacudir las reglas y plantear procedimientos radicales para cambiar el “sistema”, sino que también es el hombre silencioso al que se le rinde homenaje a través de su rebelde protagonista, Max, quien se rehúsa a ser complaciente con los negociados.
Manheimer, director médico del Bellevue entre 1997 y 2012, documentó en su libro sus experiencias en el hospital, espacio al que describió como “la capital del desastre”, al que llegaban “víctimas de los atentados del 11 de septiembre pero también de la violencia en las calles”. Según el profesional, “todas las cosas que causaban problemas en Nueva York convergían en el hospital”. Al llegar a una institución que adquirió renombre por recibir pacientes que habían sido rechazados por otras instituciones, a Manheimer le bastó una mirada profunda para determinar que tenía que poner en marcha métodos poco ortodoxos.
“Sabía a lo que me arriesgaba, pero también conocía muy bien el sistema de salud, y por eso decidí cambiar las cosas”, expresó el médico, quien le entregó al showrunner de la serie 150 diarios íntimos donde detalló la cotidianeidad de su trabajo, material clave para el drama , que debió construir historias para los 22 episodios de la primera temporada y los 18 de la segunda. De esta forma, muchas de las tramas que vemos en New Amsterdam fueron tomadas de esos registros biográficos.
Eggold, músico y actor norteamericano quien coprotagonizó junto a James Spader The Blacklist, supo capturar el carisma del hombre detrás del médico, y también abordó ese costado vulnerable que surge en escenas reveladoras en las que Goodwin, como el propio Manheimer, debe batallar contra un cáncer de garganta, un secreto que solo se permite compartir, inicialmente, con dos personas: su esposa embarazada (Georgia, interpretada por Lisa O’Hare) y su colega, la oncóloga Helen Sharpe (Freema Agyeman), con quien entabla una estrecha relación.
El actor, quien ingresa a la serie con esos modismos intempestivos característicos de Goodwin, sostiene sobre sus hombros el ritmo de una producción que sacude el paradigma desde sus primeros minutos. El flamante director médico habla con los profesionales de la institución, les pregunta qué necesitan para trabajar mejor, y despide a quienes solo trabajan allí motivados por el dinero. Para él, la medicina implica sacrificio, y solo considera el factor económico siempre y cuando ayude a generar cambios en beneficio del paciente. Ante la mirada ajena, un idealista. Ante sus pares, un bienvenido estímulo.
“David Schulner y los guionistas han hecho un gran trabajo dirigiendo este barco. David es muy generoso al permitirme a mí o a quien sea a contribuir con nuestros pensamientos, ideas o sugerencias al camino que podríamos seguir”, le contó Eggold a TVLine respecto al compromiso del elenco con los guiones. “A Max le cuesta mucho dejar entrar a la gente, pasa mucho tiempo preguntando en qué puede ayudar, pero no puede bajar a tierra, lidiar con su enfermedad. En el fondo, tiene miedo”, añadió el actor respecto a la naturaleza de su magnético personaje.
La salud ante todo
Si bien el fenómeno y la longevidad de los dramas médicos en la actualidad puede ser debatible –muchas series quedaron en el camino, desde Código negro hasta Pure Genius–, lo cierto es que la fórmula suele conectar con la audiencia por esa irresistible mixtura del tratamiento de los pacientes y los casos del día con los vínculos románticos que se gestan en ese ámbito, y que luego van dominando las líneas argumentales. Sin embargo, New Amsterdam logró consolidarse sin la necesidad de forzar romances, que tienen muy poco protagonismo. En gran medida, Schulner no se aleja de su material de base y se aferra, como si fuera un espejo de Goodwin, a lo más valioso: el estado de salud de los pacientes.
En relación a esto, las críticas al sistema de salud de los Estados Unidos son insoslayables. En el hospital New Amsterdam son tratados no sólo quienes no están en condiciones de pagar operaciones que no cubre su seguro médico, también quienes directamente no tienen cobertura médica alguna, especialmente inmigrantes indocumentados y personas en situación de calle. Por lo tanto, cuando llega el momento de la clásica gala para recaudar fondos para la entidad, Goodwin es interrumpido por su staff en medio de su discurso y no duda en asistirlos, lejos de la frivolidad. Como él mismo cuenta a un periodista en un episodio donde resuena el movimiento Black Lives Matter: “los pacientes son la historia, no hay que mirar para otro lado”.
“Es muy interesante ver cómo los médicos trabajan, cómo se entregan a los demás, cómo responden al otro”, cuenta Tyler Labine, quien interpreta a Ignatius “Iggy” Froome, jefe del servicio de psiquiatría del hospital. “Espero que estemos haciendo un buen trabajo al representarlos en pantalla, porque el programa es para ellos e inspirado por ellos, y cada historia sale de su labor”. Schulner secunda al actor y cuenta cómo se conciben los episodios. “Tenemos una pared enorme en la oficina de los guionistas llena de notas con ideas. Me encanta, me apasiona. Me entusiasmo cuando puedo aportar algo y cuando un guionista aparece individualmente con algo que tiene ganas de contar, así es cómo surgen los casos que se ven”, apunta el showrunner, quien, aunque nunca descuida el punto neurálgico del programa, deja que el espectador descanse esporádicamente de lo que sucede en el hospital.
Para lograrlo, pone el foco, paulatinamente y sin premura, en las historias de vida de los médicos , desde la lucha de la doctora Lauren Bloom (Janet Montgomery) por superar su adicción a las anfetaminas, a la de la doctora Sharpe por ser madre contra todos los pronósticos. “Por eso hay mucha diversidad en la serie, porque los guionistas se ocupan de reflejarla, cada uno de nosotros tiene un espacio”, apunta Labine, cuyo personaje sufre la homofobia de sus padres, quienes evitan verlo con su esposo y sus hijos adoptados, quienes son el motor de su trabajo diario con niños y adolescentes.
Lo que viene: coronavirus y nuevos personajes
Hasta el momento, Netflix tiene en su catálogo las dos primeras temporadas de New Amsterdam, pero en los Estados Unidos se emitieron ya los primeros episodios de la tercera, focalizada en la pandemia de coronavirus. Asimismo, el drama ya fue renovado por NBC por dos temporadas más e incorporó a nuevos personajes, como el Dr. Cassian Shin, interpretado por el exLost, Daniel Dae Kim, interés romántico de Helen.
En diálogo con TVInsider, el director de la serie, Peter Horton, aludió a la dinámica entre Max, Helen y Cassian, que marca el futuro del drama. “Definitivamente hay un apego genuino de los espectadores hacia Sharpe y Max. La química entre ellos dos está ahí desde el principio de la serie, pero ahora tenemos este otro personaje que también nos gusta. Puede ser arrogante y provocador, pero lo adoramos. Nunca decimos que es un triángulo amoroso, seamos claros. Max y Sharpe son mejores amigos. Son confidentes”, añade, ratificando nuevamente por dónde pasa el presente y el futuro de una de las series más comentadas de la actualidad, que alteró su rodaje por la pandemia de Covid-19.
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“El 70 por ciento de nuestras escenas se filmaron en locaciones reales. Nuestros sets estaban en hospitales. Cuando quedó claro que ya no íbamos a poder rodar en estos espacios, tuvimos que construir un hospital completo desde cero y ese ha sido uno de los motivos por los cuales comenzamos a grabar mucho más tarde la tecera temporada”, contó Schulner sobre las modificaciones en el rodaje que promete, como comprobamos en cada episodio, respetar ese verosímil en el que se mueve, con el retrato macro del funcionamiento de un hospital público y los padecimientos de esos pacientes que motivan a los profesionales a no bajar los brazos, incluso cuando la burocracia les golpea la puerta.