Una Navidad para recordar: Madre soltera migrante logra un hogar en el cual celebrar gracias a la ayuda de mujeres de Chicago

Una Navidad para recordar: Madre soltera migrante logra un hogar en el cual celebrar gracias a la ayuda de mujeres de Chicago

Diciembre nunca fue alegórico para Yohana Moreno y sus dos hijos a pesar de las luces brillantes y coloridas que adornaban las calles y los árboles de Navidad a su alrededor. La madre soltera primero huyó con sus hijos de una relación turbulenta, luego huyeron de la pobreza y la miseria de su Venezuela natal.

El año pasado, dijo, el día de Navidad fue agridulce, tal vez un poco triste, cuando la familia llegó a la frontera sur de Estados Unidos después de varios meses de viaje. Tenían hambre y se sentían perdidos, recordó la madre. Pero más que nada, estaba desesperada.

Las autoridades de inmigración llevaron a su hijo mayor a otro centro de detención, separándolos sin comunicación durante días.

“Las horas y los días parecían interminables”, comentó Moreno.

Ese dolor, dijo, ha sido compensado a través de las buenas personas que, según ella, Dios puso en su camino al llegar a Chicago después del día de Año Nuevo. Estaban entre los cientos de autobuses enviados por el gobernador de Texas, Greg Abbott, como un truco político para llamar la atención sobre los recursos limitados en las ciudades fronterizas que se enfrentan a un número creciente de inmigrantes.

Por primera vez en años, su corazón se siente en paz, dijo la madre. La familia está junta ahora y ha creado un hogar en un pequeño apartamento en el barrio de Homan Square. Los dos niños están matriculados en la escuela, uno de ellos en una escuela privada.

Pero más que nada, dijo, han encontrado una familia extensa formada por residentes de Chicago que han hecho que este diciembre sea cálido y alegre para la familia.

Recientemente, un domingo por la noche, tres mujeres de Chicago (una madre, una maestra y una bibliotecaria) que abrazaron a Moreno cuando llegó a la ciudad sin un lugar adonde ir, se reunieron en su apartamento y colocaron el árbol de Navidad de la familia, sellando su amistad y cerrando un capítulo de incertidumbre en la vida de la familia, dijo Moreno.

“Dios ha puesto a cada persona que he conocido aquí en mi camino para llegar a donde estoy”, agregó Moreno. “Fue Dios quien nos mandó esos ángeles”.

Era un miércoles frío de enero cuando Moreno llegó a la ciudad con su hijo menor, Ali Isaac Moreno Yousef, de 11 años. Los dos caminaron por la ciudad en medio del invierno sin chamarras, buscando refugio en cualquier lugar que pudieran, dijo.

La madre se sintió desesperada.

Luego llamó a la puerta de la Iglesia Metodista Unida Adalberto, donde la reverenda Jacobita Cortés había comenzado a recibir inmigrantes después de que los refugios de la ciudad estaban al máximo de su capacidad. Cortés publicaba fotografías de familias en las redes sociales, pidiendo a los vecinos que las acogieran temporalmente y las conectaran con empleos y apartamentos.

Así conoció Cynthia Nambo a Moreno.

Nambo estaba de camino a Chicago después de pasar las vacaciones con su familia fuera de la ciudad cuando vio el llamado de ayuda de Cortés.

“Fue fe”, dijo Nambo. Nunca imaginó que Moreno se convertiría en una buena amiga y que los niños serían como dos suyos. Cuando el hijo mayor de Moreno, Juan Angelo Yosander Lugo Moreno, de 18 años, finalmente llegó a Chicago para reunirse con su familia, Nambo llevó a su madre al Aeropuerto Internacional O’Hare para recogerlo.

Nambo sabía que dependía de ellos –residentes comunes y corrientes de Chicago– unirse para ayudar a familias inmigrantes como la de Moreno porque la infraestructura de la ciudad para recibir a los inmigrantes es defectuosa. Como hija de inmigrantes, Nambo dijo que entendía el apoyo que necesitaban para establecerse, encontrar un empleo y aprender inglés.

Eso es lo que hicieron sus padres, dijo. Así que no perdió el tiempo y rápidamente contactó a su red.

Maureen Kelleher, a quien conoce desde hace más de 20 años, respondió. Le ofreció a Moreno una habitación en su casa en el barrio de Brighton Park, donde rápidamente ayudó a Moreno a inscribir a los niños en la escuela y a Moreno en las clases de inglés en la biblioteca local.

“Es fácil ayudar a alguien tan bueno defendiéndose a sí mismo”, dijo Kelleher sobre Moreno. Su intención de ayudar a la familia se basa, sin embargo, en la “solidaridad y la caridad”.

Mientras Moreno y su hijo mayor, Juan, tomaban clases de inglés en la biblioteca, Kelleher, profesora de inglés de profesión, iba a la sección de niños a buscar libros con Isaac.

Allí conocieron a Corina Pedraza, bibliotecaria de la Biblioteca Pública de Brighton Park, quien vio el entusiasmo del niño por aprender y lo recomendó a B.I.G. Baseball Academy, una organización sin fines de lucro que enseña empoderamiento a los niños del South Side a través del béisbol.

Moreno recordó el día que los dos chicos asistieron a la academia y uno de los entrenadores rápidamente señaló su talento.

De repente, la vida se sintió un poco más ligera, dijo. Las tres mujeres, Nambo, Kelleher y Pedraza, se turnaban para llevar a los niños a la práctica mientras su madre, Moreno, trabajaba como trabajadora de mantenimiento.

Uno de los entrenadores de los niños, Mario Morales, conectó a Moreno con un programa del Fondo Fiduciario de Vivienda para Personas de Bajos Ingresos de Chicago que le consiguió un apartamento asequible en Homan Square durante el verano.

“Todo empezó a encajar, son mis ángeles”, dijo Moreno.

Moreno dijo que Morales también la ayudó a inscribir a Isaac en Altus Academy, una escuela primaria privada sin fines de lucro que brinda educación preparatoria universitaria gratuita a estudiantes de grupos minoritarios y hogares de bajos ingresos en el área de Chicago.

Es una vida que ella soñó para los niños, pero que nunca imaginó que se haría realidad, indicó Moreno.

Nambo comparte el mismo sentimiento y todavía está asombrada de cómo una sola acción de una persona puede cambiar el curso de la vida de otras para siempre.

Cuando las mujeres se reunieron para colocar el árbol de Navidad, era la primera vez que estaban juntas en mucho tiempo, dijo Nambo. Pero ese era su objetivo, ayudar a Moreno a hacer de Chicago su hogar.

Y lo hizo, dijo Nambo.

“Estoy orgullosa de ella y de nosotros, de mi red y de cómo pudimos unirnos para marcar la diferencia en nuestra ciudad”, agregó.

Cuando consiguió el árbol para Moreno y los niños, invitó a todas las mujeres, incluidas Moreno, Kelleher y Pedraza, a ayudar a comprar adornos y decoraciones.

Las tres adornaron el árbol, ya no como extrañas ni como habitantes de Chicago que ayudan a una madre migrante, sino como amigas.

“Me siento muy honrada de presenciar cómo la familia avanza. Espero que Yohana y sus hijos continúen con esa tradición de venir a Chicago y construir una vida y construir la ciudad”.

Este texto fue traducido por Leticia Espinosa/TCA